Capitulo 8

610 58 29
                                    

Cruzar

Había pasado casi un mes, muchos días de entrenamiento arduo y en dónde me había centrado completamente en mejorar mi estado físico, aunque seguía siendo deplorable.

Faltaba poco para mi ingreso a la UA, no me encontraba para nada nerviosa, durante este tiempo había descubierto las grandes habilidades que poseía, fui elogiada por mi padre y mi maestro. Por un momento me olvide que estaba casada, pero nadie me pregunto por eso tampoco.

Conocí a mi hermano menor y a quién era mi sobrino, niños muy encantadores, estaba feliz porque los hijos de mi padre guardamos grande parecido con él y el menor era idéntico.

Mi única distracción fueron los niños, prácticamente todo este tiempo fue entrenar, trabajar y jugar. Llegue a tener complicaciones, pues en la zona donde me operaron apareció inesperadamente un gran moretón, los médicos dijeron que era normal, pero que si seguía haciendo esfuerzos innecesarios tendrían que operarme de nuevo.

A pesar de que me mantenía constantemente junto con los más pequeños de la casa no me involucre con más integrantes de la familia a excepción de mi padre. La casa era enorme así que no era imposible, aunque si pasaba a saludar de vez en cuando.

—Señorita... debería descansar —Al escuchar que me llamaban deje de golpear el saco de boxeo, había ambientado una de mis habitaciones para entrenar aunque este lugar seria de uso para toda la familia.

—En seguida, por favor lleven mi almuerzo a mi habitación —Hablé, como era un día de descanso mis hermanos estarían en casa y no quería toparme ya con nadie más, aunque en la tarde iría visitar a mi hermano menor.

Caminé a mi habitación para ducharme, logré vestirme y me acomodé en mi habitación para poder almorzar tranquila. Los días más recientes eran demasiado raros pues todo parecía ser bueno. Cuando estuve a punto de darle un bocado de lo que contenía mi plato, la puerta de mi habitación sonó, incluso me asusté porque no esperaba a nadie.

—Señorita —Habló Emi la empleada que me estaba acompañando últimamente, ella debería estar almorzando también —El joven Daichi ha venido a visitarla —Habló, me levanté de mi asiento devolviendo la cuchara al plato, tenía la puerta cerrada casi siempre pues ya no tenía mucha confianza en quedarme en mi habitación con la puerta sin seguro.

—Hermana, perdón por interrumpir necesito hablar de algo contigo —Dijo sonriendo, solo asentí como respuesta y lo deje pasar, la joven empleada se retiró luego de eso.

—¿Qué es lo que sucede? —Volví a la mesa donde estaba comiendo, Daichi me acompañó, aunque él se encontraba sonriendo su rostro me causaba mucha inseguridad y escalofríos, pero eso no era su culpa.

—Me voy a casar —Habló, él ahora se veía un poco nervioso, chillé de sorpresa, no me esperaba eso.

—Jajaja ¿Cómo dices que dijiste? —Me sentí nerviosa, estaba tan tranquila pensando que le faltaba mucho a Daichi y me viene con eso.

—Me voy a casar —Repitió esta vez mostrando un anillo reluciente con sus dedos. Mi lugar estaba perdido, al ser el único hombre que heredaría algo de mi padre me apocaría completamente.

—¿No es muy precipitado? —Intenté disimular mi nerviosismo. Ni mi compromiso había sido anunciado y este ya quería casarse. Necesito un poco más de tiempo.

—¿Precipitado? Tú te casaste y eres más joven que yo —Dijo mientras fruncía su ceño, solo me puse más nerviosa no tenía derecho a oponerme.

—Bueno quizá no mucho —Me corregí, esta vez un poco más calmada pregunte —¿Qué pretendes diciéndome eso? —Él solo se sorprendió por mi tono ya que me había puesto a la defensiva

Sobre el matrimonio (Actualizando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora