Preguntas sin respuestas

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(Banda sonora de fondo: Celtic Music-Crann Na Beatha)

En una de las salas del Palacio de Cristal, forjado a base de ceniza y oscuridad, puedo ver un libro cuyo interior contiene una luz que late, como si vida propia tuviera. Me acerco a él, en silencio, y compruebo que entre sus páginas, se refleja mi rostro. Un rostro joven, surcado de heridas causadas por el dolor, en cuyos ojos puedo ver su alma rota... malherida.

Un alma consumiéndose en la Oscuridad...

        Me dirijo sin preámbulos a la búsqueda de mi madre, pues la visión que había tenido quizás sea un mal augurio de lo que el país puede sufrir en cualquier momento. Dentro de palacio, las galerías me reciben con su silencio habitual, mientras camino hacia los aposentos de mis padres, los cuales quizás no se hallen en ellos pues algún deber como reyes ocuparán su agenda.

        Aún así, no dudo en llamar a la enorme puerta de caoba un par de veces a la espera de que alguien me abra. Tras el paso de unos minutos eternos, uno de los criados me abre, haciendo una pequeña reverencia al saber quién soy.

        -Quiero ver a mi madre... -menciono con un tono un tanto frío, mas el miedo no deja de pincelar cada palabra que sale de mi garganta con su yugo.

        -Su madre está reunida con los ministros del reino y sus consejeros...-me responde aquél que me ha recibido.

        Suelto un suspiro y me retuerzo las manos, nerviosa. Tengo que hablar con madre antes de que sea demasiado tarde para todos... antes de que la Oscuridad invada nuestro reino. Al menos eso es lo que la visión me ha mostrado... Por un momento, comienzo a dudar sobre si ha sido todo un mal sueño o de verdad lo he vivido. Pero no... tiene que haber sido real... varias pruebas me confirman que por mi sangre corre matices del poder profético que conservan los elfos del bosque desde hace miles de generaciones. No es algo que ocurra en plenitud, ya que mi madre es medio elfa, pero cuando el mal acecha, no duda en salir a la superficie en forma de sueños o imágenes breves...

        Trago saliva y observo con atención al criado mientras vuelvo a la realidad. El pobre me mira sin saber qué hacer.

        -Dile que es urgente. Por favor...-suplico empujando levemente la puerta-Si hace falta, la interrumpiré yo misma...

        El joven no sabe muy bien qué decir. Puedo notar que mis palabras han calado en su ser, creando quizás miedo por desobedecer a alguien de la realeza. Boquea un par de veces, como queriendo decir algo.

        -La señora no puede atenderle, alteza, lo siento...-consigue decir al fin, mirando hacia una de las puertas que se encuentran en la estancia. Está medio abierta, pudiéndose distinguir la perfecta figura de mi madre, hablándole a los ministros. Observar también a cierto caballero, de armadura oscura y mirada felina... Caballero el cual me suena de haberlo visto, ya que nos visitó hace unas semanas.

        ¿Qué es lo que dijo? Si mi memoria no me falla, traía noticias del feudo regido por el señor de... de... ¿Anfa? Venía de las tierras del sur, había comentado algo de que viajó un día y medio a caballo... Recuerdo a mi padre leer la carta y borrar su gesto de serenidad para dar paso a uno de ¿preocupación? ¿miedo? No lo pude descifrar. Lo último que recuerdo es enviarnos a dormir y reunírse con aquél señor feudal en el salón del trono... Desde ese mismo día, padre no ha salido de sus aposentos. Y cuando lo hacía, se le descubría paseando por los jardines de palacio, mirando siempre hacia las montañas de Mordor... Como si estuviera esperando algo... o a alguien...

Nindë TinúvielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora