Prefacio

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Constantemente decidimos, la casa en la que vamos a vivir, el trabajo que vamos a elegir, lo que deseamos estudiar, los lugares que visitaremos ...

A veces, tenemos que tomar decisiones precipitadas acerca de algo que será crucial para nuestro futuro, incluso, para nuestra vida...

Parece algo aparentemente sencillo desde los ojos del oyente, creía que lo tenía bastante claro, creía que mi vida seguiría igual, que viviría igual, nada sería distinto, nada cambiaría, ya que, ¿por qué lo haría?

La mayoría de las ocasiones en las que tomamos decisiones ni siquiera paramos a pensar si de verdad es lo que queremos en nuestra vida, si es lo que verdaderamente nos indica nuestro corazón hacer, sentir.

Pero, ¿y si esa decisión pudiera costarte la vida? Entonces... ¿Harías caso a tu mente o a tu corazón? Cualquier paso erróneo en el camino podría ser el último que dieses en tu vida, entonces, no estarías tan segur@, ¿verdad?

Pensaba que elegir lo que te indica tu mente es lo adecuado, ya que es lo racional, lo que te salvará.

Sin embargo, ¿lo correcto es salvarte? ¿Solo tu vida vale la pena? ¿Y el después? ¿Salvarte por fuera para destruirte por dentro?

Tenía claro lo que yo elegiría ya que, aunque esa decisión nos deje huellas podremos vivir para arrepentirnos, podremos llegar a sentir la culpabilidad o el dolor, que de la otra forma no lo haremos.

Decidí lo correcto, elegí, a mi corazón...

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