|Capítulo 5|

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Esto ya es personal. Esto se ha vuelto una pequeña pelea llena de insultos y golpes poco recíprocos de mi parte.
No tengo noción del tiempo, incluso si tiendo a contar los minutos. Mi cabeza esta perdida, no se qué hacer.

Empiezo a sentir que mi boca es capaz de llevarme a la tumba si no permanezco callada. Pero no puedo evitarlo, siempre he sido contestona y la sola idea de estar aquí encerrada me carcome viva. Teniendo un esposo policía que siempre me pide caminar con cuidado. Mantenerme prisionera aquí es una humillación, no solo para mi, sino para su familia.

Necesito un baño, no una ducha vigilada, realmente quiero un baño. Y estoy tan muerta de hambre, que el sueño parece apaciguar el retortijón en mi estomago porque casi siempre sueño con comida.

Estoy harta. Harta como la mierda. Necesito salir de aquí pero no se como.

Creí prudente esperar a mi rescate como una princesa sobre la guarida de un feroz dragón. Pero mi príncipe es jodidamente lento y la princesa empieza a cuestionarse sobre su llegada.

No dudo en Sasuke, tampoco de su familia o las capacidades que tiene en el trabajo. Pero me temo que no puedan seguirle la pista a un loco que escapó de la prisión de Nueva Jersey sin ser notificados. 

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Estoy dormida cuando los gorilas de Sasori entran al cuarto. No me es muy difícil entender qué ocurre; debemos cambiar de locación. Su aparente preocupación y el notable estrés que no pueden ocultarme, los delata. Estoy siendo llevada casi a rastras por ellos cuando por fin, respiro aire puro.

Es de noche y no hay nada a nuestro al rededor. Intento voltear atrás para ver dónde estábamos, lo único que alcanzo a ver es un pequeño edificio de ladrillo rojo, ni siquiera parece estar terminado. Es todo lo que puedo ver, porque tan pronto diviso una camioneta roja acercarse, me quedo dormida de nuevo.

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El tacto frio, es lo que me despierta esta vez; justo en una parte muy prometedora y privada.

—¿Qué mierda? —logro preguntar, pero mis ojos no responden, pesan, mis parpados pesan como si no hubiese dormido en días

Sin embargo se detiene, sus dedos se alejan de mi parte intima. Pero estoy tan asustada de volver a sentir aquello, que fuerzo a mi sedado cuerpo a responder. Como si de un cervatillo recién nacido se tratase, logro sentarme aun con los ojos cerrados tratando de alejarme de quien sea que este ahí.

Solo entonces, me permito abrir los ojos. Lo primero que veo es un médico, el cual luce igual de confundido que yo.

—¿Se encuentra mejor señorita Haruno?

—¿Quién es usted?

—El señor Akasuna me llamó para programar su aborto. Pero me temo que debido a las semanas de gestación, es muy riesgoso hacer tal procedimiento

Mis engranes se mueven sin entender del todo lo que dice; él parece notarlo porque me deja pensar mientras se remueve los guantes de látex, mismos que tira al cesto frente a nosotros. Me tiemblan las manos, me siento mal, pero no puedo explicar qué es lo que me duele. Quizás el corazón.

—¿Cuantas semanas tengo?

—Esta de veintiséis 

Exhalo aire sin entender mientras cuento en mi cabeza. Pero no entiendo, los números se revuelven. ¿Cuanto es veintiséis?.

—¿Eso es mucho tiempo?

El medico examina mi rostro por segundos, debo verme terrible porque de inmediato desvía la mirada.

—Lo es. Sus análisis muestran hipoglucemia, ¿ha estado comiendo bien?

—¿Qué?

—¿Me esta escuchando?

𝑨𝒏 𝒐𝒍𝒅 𝒔𝒕𝒐𝒓𝒚 𝒊𝒏 𝑳𝒐𝒔 𝑨𝒏𝒈𝒆𝒍𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora