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— Por fin te encontré —Tomo entre sus manos mis mejillas y observé sus cristalinos ojos llenarse de pequeñas lagrimas junto a una sutil sonrisa llena de alivio—Sabía que no podías estar tan lejos.

Fue en ese momento que al verle llena de emoción mi interior se incendió y me sentí mal conmigo por haberle preocupado al correr como un loco. Huyendo de lo que tarde o temprano se enteraría viviendo en esa casa.

—Perdón —Me disculpe agachando la cabeza por culpa del cansancio repentino en mi cuerpo y las emociones de culpa que florecían en mí.

—No tienes nada de preocuparte, tuve que tener más cuidado al decirte eso. Estaba claro que no querías saber algo de lo que estás más que consiente pero de verdad, me preocupaste —Tomo mi barbilla y levantó mi cara —No volveré a entrometerme si no quieres pero volvamos a casa, por favor.

—Vamos —Sonreí al recordar escenas similares a esto, era como vivir eso que sientes ya haber vivido, como un Déjà vu. Como todas aquellas peleas que tuvimos durante años de nuestra relación donde aprendimos a curar todas heridas que nos lastimaban, aprendimos a arreglarlo con el tiempo. Que nostalgia.

Al llegar a casa todo permaneció como antes, como si ningún problema hubiese hecho de las suyas. Después de todo mi cuerpo y el de ella exigían un necesario descanso y cada uno fue a dormir plácidamente.

[...]

—¡Buenos días! —Mostró felicidad mientras volteaba los panqueques sobre la sartén caliente.

—Qué tiene de buenos, me están martillando la puta cabeza —Refleje al sentir punzadas alrededor y un horrible malestar después de haber vomitado durante la madrugada.

—A mí no me hables así o te pego con el sartén y está muy caliente —Levantó el artefacto después de dejar un par de panqueques sobre un plato —Deje una aspirina y un vaso de agua sobre la barra para la resaca, tómalo.

—Gracias —Llegué hasta la barra y tomé la pastilla. Después me senté en la mesa derramando un poco miel de maple sobre mis panqueques y comiendo tranquilamente

—¿Dormiste bien? —Pregunto con las mejillas de una ardilla tierna.

—Decídete, comes o hablas —Reí al verla de ese modo.

—Te importa un cuerno si quiero hacer las dos cosas.

—Tranquila, solo decía Señora Ardilla

—¡Deja de burlarte de mí! —Manifestó con un puchero. Y nuevamente reí al visualizar recuerdos sobre mi mente.

—Recuerdas que esta era la manera en la que vivía las resacas, con tu compañía porque tú no probabas ni una gota de alcohol. Extraño eso.

Sonreí al recordar los regaños de ella al llegar a ese apartamento viejo pero era el lugar que apreciaba como mi casa junto a ella. Después de regañarme y enojarse falsamente dormíamos abrazados en la cama.

porcelain boy | min yoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora