Broken Wings [Severitus]

18.- Nadie Hiere a mi Mago

Dolores pasó toda la noche tramando la mejor manera de usar la información sobre Snape para su mejor ventaja. Desde que el Maestro de Pociones había traído a ese halcón infernal a la cena se había resentido con el hombre de cabello oscuro por tener una mascota que la humillaba, y por mirarla y encontrarle fallas sin decir una palabra. Anhelaba ver humilde a la orgullosa Jefa de la Casa Slytherin, ella que había sido Ravenclaw, aunque usó su intelecto egoístamente, para promover su propia agenda, y tenía prejuicios rabiosos contra los medio humanos y cualquiera que no encajara en su estrecho cosmovisión. Ella creía que los animales eran inferiores a los humanos, de ahí su aversión y falta de respeto hacia las aves, los perros, los gatos y similares; ella consideraba a los medio humanos como una subespecie porque se habían "contaminado" mezclando sangre humana pura con la de un humilde animal inmundo.

Sin que nadie lo supiera, ella aceptó en secreto la campaña de Voldemort para exterminar a los nacidos de muggles, pensando que el mundo sería un lugar mejor purgado de esas personas indeseables. También creía que los mestizos, como Snape, deberían estar registrados y no permitir que se reproduzcan con sangre pura. Su idea de un mundo perfecto sería uno en el que los sangre pura estuvieran a cargo y la mitad de los humanos fuera de la ley.

Se lamió los labios mientras leía el informe que Dawlish le había dado, al enterarse de que el joven Snape tenía cargos por ser un mortífago, pero no se habían atascado porque Dumbledore lo había sacado al interrogar al hombre más joven bajo Veritaserum con Auror Moody como testigo. Y Moody fue considerado loco por su tortura a manos de los Mortífagos, por lo tanto, su testimonio era sospechoso, y ahora también lo era el de Dumbledore, dado lo que el Ministro le había acusado. Su protección es nula e inválida, viejo, y con un poco de esfuerzo, podría alejar a Snape para siempre. ¡Miserable mestizo!

Y, sin embargo, sabía que su decisión podría ser cuestionada, ya que la mitad de la comunidad mágica aún respetaba a Dumbledore y, por extensión, a cualquiera que tomara bajo su protección. Entonces ella tuvo que hacer que su caída en desgracia fuera más escandalosa, poner a la gente de su lado. Golpeó su dedo contra sus labios pensativamente. Ahora, ¿qué puedo hacer para que la gente quiera atar a Snape por su cabello grasiento?

Recogió la copia del Profeta que Cornelius le había dejado. Allí en la primera página estaban las palabras: ¡ Harry Potter desaparecido! ¿Posiblemente secuestrado?

"Ah, ja. ¿Secuestrado? Perfecto".

Ella silbó alegremente. Todas las piezas habían caído en su lugar. De un solo golpe, se libraría de los indeseables miembros del personal y luego descartaría sin oposición.

Severus Snape, ha llegado tu hora. Y la de tu familiar.

Cuidadosamente metió la carpeta y el papel en su bolso y luego se vistió y se metió en la cama, durmiendo sobre su almohada rosa con monograma un instante después, con una pequeña sonrisa en su rostro.

Freedom despertó temblando en las horas previas al amanecer. Pero su sueño no era la vieja pesadilla de la muerte de Cedric, ni de Pettigrew cortándolo y usando su sangre para traer de vuelta a Voldemort. No, este era un nuevo sueño, uno en el que miraba impotente mientras Severus era arrastrado a Azkaban, detenido por Umbridge, y luego el sapo convocó a dementores e hizo que Freedom vigilara mientras besaban al Maestro de Pociones.

Se despertó temblando y jadeando, sus ojos recorrían todo. Estaba en su percha en el salón, pero no podía soportar quedarse allí, así que voló hacia la habitación de Severus, donde se acurrucó en la almohada cerca de la cabeza de Severus y trató de volver a dormir.

No es real, Harry. ¡Es solo un sueño estúpido! Ahora vuelve a dormir. Dormir. Se concentró en la respiración del mago, igualando la suya inconscientemente, hasta que finalmente se quedó dormido.