Broken Wings [Severitus]

31.- Los halcones no lloran

La sala emergencia parecía un caos organizado para los ojos inexpertos de Harry. Vio a los sanadores con túnicas blancas y otros miembros del personal personal del hospital ,con túnicas celestes con la insignia de una lágrima plateada perfilada en llamas azules, que se agitaban de un lado a otro y gritaban órdenes. Dumbledore se paró justo al lado de la camilla de Sirius, una mano sobre el animago, que gimió suavemente incluso en su estado inconsciente.

Todos los nervios de Harry estaban entumecidos, sentía como si apenas pudiera pensar con claridad. Metió una mano en el bolsillo y sintió la fría redondez de la verdadera profecía y se congeló. La verdadera profecía. Tengo que decirle a Severus. Pero no ahora. Puede esperar. Primero, me aseguraré de que Sirius esté bien. Luego recordó algo más y tocó a Severus en el brazo.

"¿Qué es?" El maestro de pociones se volvió para mirar a su barrio.

"Sirius ... todavía lo quiere el Ministerio. ¿Cómo pueden tratarlo si ...?"

"El Director se encargará de eso. Mira". Severus sacudió la barbilla en dirección a la camilla.

Harry levantó la vista justo a tiempo para ver a Dumbledore agitar su varita sobre Sirius, y Sirius se volvió mucho más joven, con cabello castaño claro.

Un médico de cara fresca se acercó y le preguntó cuál era el problema.

"Este es John Doe," mintió Dumbledore suavemente. "Ha estado en un duelo con Mortífagos y ha sido golpeado por una maldición. Me gustaría que lo examinara el mejor Especialista en Daño de Hechizos que tengas". Aunque el tono del anciano era cortés, también era firme, y estaba claro que no aceptaría nada menos.

"Ya veo", los ojos del médico se abrieron y ella dijo en voz baja: "Le diré al sanador Sandrilas para que esté disponible de inmediato, señor". Ejecutó un hechizo de diagnóstico rápido sobre Sirius, anotando sus signos vitales y escribiéndolos en un portapapeles. "Sígame, señor. ¿Es usted un miembro de la familia?"

"Sí. Soy su padrino", intervino Albus con calma. Siguió al interno por el pasillo, la camilla flotando a su lado.

Severus y Harry lucharon para evitar quedarse boquiabiertos. Sabían que el director era desviado a veces, pero nunca lo habían visto mentir con la cara seria a otra persona.

"¿El padrino de Black?" Severus siseó. "¡Merlín, ayúdanos a todos si eso fuera cierto!"

Harry miró de reojo a su mentor y le susurró: "¿Y si fuera verdad? Quiero decir ... podría ser verdad, ¿verdad?"

"Será mejor que no, Potter," Severus frunció el ceño. "Vamos."

"¿Crees que pueden romper la maldición?" Pregunto Harry, sus ojos verdes brillaban con temor.

"Es la especialidad del Sanador, Harry. Si realmente se ha ganado su reputación, debería ser capaz de romper la maldición sobre Black". Luego, como pudo ver que Harry estaba a punto de entrar en pánico o de emprender un gran viaje de culpa, le dio una palmadita en el hombro.

Harry se mordió el labio. Deseó de repente que fuera él quien estaba acostado en esa camilla en lugar de Sirius. Odiaba cuando alguien cercano a él estaba herido, lo hacía sentir impotente y ansioso, se sentía terriblemente culpable ya que Sirius había tomado un hechizo destinado para él. Y ahora mira lo que pasó. Debería haber sido él acostado allí. Debería haberse quedado fuera de la batalla como Severus le indicó. En cambio, había actuado como un idiota impulsivo nuevamente y le había costado la cordura a Sirius. Bajó la cabeza y comenzó a rezar para que el Especialista pudiera curar a Sirius. Nunca me lo perdonaré si él muere. Él tragó saliva. O tiene daño cerebral o algo así.