1.3 - Niño

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El día siguiente mi hermana tuvo que despertarse temprano y llevar el agua, como castigo del día anterior. Adicionalmente, preparó el desayuno del cual hizo Kartoffel hervidas en agua, una planta que crece bajo tierra, de la cual nacen pequeñas raíces venenosas púrpuras y lo más importante es que crece en los fríos otoños y comienzo del invierno, por lo que es preservada para consumirse durante esta temporada helada.

—Held, estaba pensando si. —Mi hermana comienza a hablar.

—Hexe, no. No hagas magia; no llames fuego; no cambies el clima; no hagas crecer plantas; no cures heridas; simplemente no hagas nada.

—Idiota. —Así termina la poca conversación entre mi hermana y yo.
Solo puedo saborear la comida mientras siento la cicatriz en mi cuello.

La caminata hasta el trabajo se sintió igual de fría que el día anterior, pero hoy las nubes dejaron pasar rápidamente el brillo del sol e iluminaron las gruesas capas de nieves de los campos vacío. La manada de Brands del día de ayer vuelve a hacer presencia al incendiar un árbol cercano y devorar los animales invernantes en el interior.

Al llegar al trabajo Hoved me obligó a ordenar mi uniforme en un saco y comenzó a dar varias órdenes por su trabajo con el viejo elfo, por todo el invierno. Andre, el hijo de Hoved, quedó a cargo del negocio y, tras recoger las cajas de herramientas, Hoved comenzó a conducir al conjunto residencial.

—Enano. Desde mañana puedes esperarme en tu casa. —El viento frío mece mi cabello carmesí—. Incluso debería hablar con tu madre para que nos haga el almuerzo.

—No se puede. —Río porque terminaré preparando el almuerzo—. Mi madre y mi hermana trabajan en la taberna de la mina.

—Mala suerte. ¡Held! ¿Qué sabes cocinar?

—Pan con huevos. ¿Te parece bien? —Hoved se mofa ante esta sencilla comida. En el pueblo se desayuna poco, lo suficiente para calmar el hambre; mientras que los almuerzos tienden a ser pan con pesadas sopas de varios elementos; y en las noches la gente va a el bar más cercanos a beber cerveza con algún fruto seco, o comer tranquilamente como mi familia una comida que aleje el hambre—. Podría hoy hacer puré de Kartoffel hervidas con huevos de Killinger.

—¿No hay carne?

—No, pero escuché de los vecinos, que van a matar a varios Svinekøds la próxima semana, para comenzar a preparar las salchichas del festival de Jul.

—¡¿Es esa época del año?¡ Debo conseguir un buen presente a mi esposa. ¿Tu vas a regalarle algo a alguna chica?

—No hay forma. La única chica que me interesaba se fue a estudiar a la ciudad.

—Enano. ¿Aún estás pensando en irte a la ciudad? —Realmente quiero irme y dejar todo el peso del pasado, pero es solo mi deseo por un cambio. Sobre todo que ya estoy por terminar mi tiempo como aprendiz con Hoved—. Si quieres, en primavera cuando terminemos con el gólem podría hablar con un conocido. No muchos pueden tener un pasante con experiencia en gólems de guerra.

—Eso sería fantástico.

—¿Es necesaria la armadura? —pregunta Hoved a Ældre, el viejo elfo—. Si lo que se piensa es en hacerlo funcionar, podríamos reemplazar la armadura por aluminio que lo proteja del exterior.

—Amigo mío —responde el anciano—. Aunque quisiera la armadura original; el oricalco es imposible de producir en este pueblo. Así que hacerle sin miedo.

—Held, busca los destornilladores y las pinzas, vamos a remover la armadura.

Yo corro con la caja de herramientas saltando entre los innumerables cables en el suelo. Cada placa desmontada es anotada por Mirakel, la joven elfa. Todo circuito, o parte es documentada por ella, para vigilar que Hoved o yo no robemos algo de la máquina.

—Niño —me llama Mirakel.

—Mi nombre es Held, y ya soy un adulto. ¿Qué pasa?

—Held, ten cuidado donde estás trabajando. Esa placa tiene el circuito mágico encargado de direccionar el calor; si lo dañas no se podrá reparar. —Me mantengo trabajando con la mirada inquisidora de la elfa. Hoy lleva una camisa hecha de telas verdes con líneas blancas, un grueso pantalón terminado en unas botas hechas de piel, y sobre su rostro se nota el maquillaje verdoso en sus ojos—. No toques esa placa, tiene un circuito especializado en la reducción del peso. Mejor desatornilla los pistones hidráulicos, pero con cuidado. —Un suspiro molesto se me escapa.

Los pistones hidráulicos estaban demasiado apretados, por lo que se me acabó el tiempo y me tocó salir a hacer el almuerzo.

Tras preparar el almuerzo llevo el plato a Hoved, por lo cual ambos comemos bajo un árbol que crece en la casa del par de elfos.

—¿Puedo comer con ustedes? —pregunta Mirakel. Ella lleva una canasta de pan blanco, y los bulbos rojizos de varios Løg.

—Claro elfa —contesta de inmediato Hoved.

—Mirakel ¿ustedes los elfos solo comen plantas, verdad?

—Sí. Aunque no me gustan las Løg, son muy ácidas y me hacen llorar, pero es lo más barato que crece en invierno. —Al dar un mordisco el bulbo rojizo se deja ver la fibrosa pulpa blanca, pero no puedo evitar reírme ante los ojos llorosos de Mirakel por su sabor.

—Seguro lo tienen difícil. Sí por mi fuera, yo estaría comiendo un delicioso tocino.

—Eso es Held. Ya quiero que sea el festival y comer tocino de Svinekøds; aunque sea un poco. Mirakel, ¿nunca has comido tocino o salchichas de Svinekøds en el festival de Jul?

—¿Jul? ¿De qué trata? —Le comentamos que es un festival que se celebra en el pueblo por el solsticio de invierno. Donde todos nos reunimos en las catedrales, en la que se realiza un ritual a los antiguos dioses; aunque la verdad es solo un festival más para ir a comer y beber junto con todos hasta el amanecer. Tras explicarle Hoved pregunta por las costumbres élficas durante el solsticio de invierno—. Nosotros celebramos el nacimiento de Intet Navn, el primer elfo. Generalmente nos reunimos en el árbol más grande del bosque, donde se llevan varias danzas, preparamos comidas y el más anciano de todos los elfos da su bendición. Aunque nunca se me permite recibir la bendición, debido a que no soy una elfa de sangre pura. —En eso nos cuenta sobre su padre, que es un semielfo de trescientos noventa años y ella es tres cuartos elfo de un siglo y dos décadas.

—Eso explica que le guste tanto el trago a tu padre. Los pocos elfos que conozco detestan todo lo que implique diversión.

Los tres continuamos charlando hasta que se nos acabó la comida y el tiempo de ocio.

La tarde terminó y la noche cayó. Hoved se despidió y yo bajo la oscura soledad opté por hablar con mi vecina.

—Niño. ¿Por qué no te fuiste con él?

—No soy un niño.

—¿Tienes más de ciento setenta años? —No soy un elfo—. ¿Mides más del metro setenta? —No soy un humano—. ¿Ya mataste a una persona? —No soy un vampiro—. Entonces eres un niño.

—Dale con lo de niño. Yo vivo frente tuyo. —Señaló mi casa—. ¿No me habías notado antes? Estaba seguro que me habías visto en las mañanas cuando recogía agua.

—No. ¿Entonces caminas todos los días una hora hasta el trabajo?
—Caminaba. —Me dirijo al árbol donde tomamos el almuerzo—. Lo que queda del invierno trabajaré en el gólem de tu padre. ¿Tu no tienes amigos?

—No en este pueblo. Mi padre mantiene viajando por trabajo —Ella toma asiento al lado mío—; por lo que estos dos años estamos de vacaciones mientras consigue uno nuevo.

—¿Cargan con esa cosa a todas partes?

—Claro que no. El dueño de este conjunto es amigo de mi padre y hace un siglo y medio le pidió el favor de conservarlo en ese cuarto. —Eso explica nunca haberlo visto llegar—. ¿Y tus amigos?

—Son del pueblo. Así que nos vemos en la noche o en alguna fiesta; el domingo pasado estábamos tomando cerveza. Son dos, pero en el pasado éramos un grupo de hasta siete personas, pero dos se mudaron a la ciudad, otro se casó por lo que se fué a otro pueblo y otro más murió hace un año.

—Oye. ¿Eres un enano, no? Tu esperanza de vida es de sesenta años. ¿Ya decidiste qué harás el resto de tu vida?

El silencio es mi única respuesta. No tengo nada que responder. No se que sera de mi futuro.

La viajera y el aprendizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora