—Held. ¿Qué piensas hacer si llegas muy tarde? —pregunta Hexe al ya no escuchar el ruido de la metralla en la lejanía. Mi boca está seca, las piernas me tiemblan y mi corazón late sin control.
—No lo sé. Sólo sé que debo llegar y tratar lo mejor que pueda. —Mis rodillas tiemblan por el peso de una maratón.
—Descansa un momento —Hexe me da su espalda. Se coloca de rodillas y comienza a rezar; no, a hablar con Faldet. Grandes relámpagos rompen el cielo, la tierra retumba y el viento sopla sin control; pero Hexe se mantiene inamovible de su lugar.
Una extraña niebla negra se filtra por todo el lugar; devorando la nieve, las estrellas del cielo y hasta mi propias manos. Todo se ha vuelto negro.
Intento llamar a mi hermana, pero mi boca no puede hablar. No hay aire en el que hablar. El suelo desapareció, con este la nieve y con esta el frío. La sensación última es de total soledad. No hay nada a mi lado.
—Held. —La voz de Hexe me devuelve a la normalidad. Estoy frente a ella recostado en un árbol sin hojas y bajo la luz de la luna plateada.
—¿Qué pasó?
—Faldet se materializó y su sola presencia te hizo desmayar.
—¿Faldet? ¿Invocastes a esa estúpida deidad? ¿Dónde está ese pulpo de luz?
—Él fué a luchar contra los soldados del imperio. —Deseo continuar quejándome, pero Hexe me detiene—. En este momento tienes algo que debes hacer, ¿no?
Me limpio la nieve de encima y reanudamos la carrera a la casa. El estruendo del apocalipsis hacen temblar la tierra, incendia el bosque en un colosal incendio que busca devorar el mundo mismo y la metralla vuelve a tocar su melodía junto a enormes explosiones. Faldet está luchando en este momento.
La gran sombra de una víbora gigante se levanta entre las llamas al final del camino.
—Oye. ¿Faldet no era una clase de pulpo?
—No. Los ángeles no tiene forma. El cuerpo físico que está usando es sólo un avatar temporal para manifestarse en el mundo material; esa víbora es un apóstol como yo, solo un medio para poder usar su poder en este mundo.
—¡Espera! ¿Significa que tu puedes ser nuevamente poseida cuando a él le plazca?
—No es tan fácil. Manifestarse es algo muy estresante sobre la materia y eso me mataría.
—Hay muchas reglas para un ser divino.
—Más de la que tu o yo tendremos en toda nuestra vida.
Nuestra charla se detiene al llegar a la colina frente a nuestra casa. Una gran víbora lucha contra un grupo de veinte hombres armados con fusiles.
Por nuestros pies corren una manada de Brands, esas lagartijas con plumas y orina explosiva van directo al conflicto.Hexe estira su brazo, cierra sus ojos y respira profundo. Al abrir sus ojos un fuerte estruendo tortura mis oídos, al punto de hacerme caer de rodillas ante el dolor insoportable.
—La elfa joven está capturada en el vehículo de los soldados, el elfo anciano está en la casa dentro de una cosa extraña y hay muchas máquinas extrañas que parecen ciempiés.
—¡Mierda! Esas máquinas extrañas son los gólems autónomos. Yo los construí y no deberían usarse en este momento.
Hexe me ayuda a levantarme del suelo y tras unos segundos se me pasa el mareo.
Bajamos la colina. Pasamos por los invernales surcos de cultivo de los vecinos. Llegamos a unos metros de donde la batalla se lleva a acabo.
El estallido de la pólvora es continuo. Los soldados maldicen ante una lucha sin sentido. Y el olor a hierro hirviendo y al óxido de la sangre impregnan el aire.
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La viajera y el aprendiz
FantasyHeld, un enano con grandes deseos de encontrar su lugar en el mundo, y Mirakel, una semielfo que añora por la oportunidad de vivir una vida sencilla. Ambas vidas crearán una conexión con el otro, que ni la muerte podrá romper. Y los oscuros secretos...