Mirakel demoró casi quince minutos, en los que pensé que moriría congelado. Al salir Mirakel llevaba un largo saco de piel de mangas largas que llega hasta las rodillas, unas botas gruesas y pantalón grueso.
—Perdón por la espera —comenta al salir de su casa.
—¿Tu padre te permite salir a estas horas?
—Ya está dormido. Así que no hay ningún problema mientras no se entere. ¿Se lo piensas contar? —Niego por completo esa opción y ella jala mi mano hacía el pueblo—. Es la primera vez que voy al pueblo de noche.
—¿Qué diantres haces los fines de semana para divertirte?
—Estudio todo el tiempo. Mi padre me enseña todo tipo de cosas. —Ella observa los inmensos campos sin cultivos cubiertos por la blanca nieve.
—Eso debe ser genial. Tener varias vidas para estudiar.
—No es tan genial. Mi padre como semielfo vivirá a lo mucho lo que queda de siglo y cuando eso suceda, lo más seguro es que yo siga siendo una menor de edad para los elfos.
—Treinta y dos años, eh… Le queda la mitad de una persona.
—Niño. No entiendes nada. —Le lanzo una bola de nieve que golpea en su costado derecho—. ¿¡Por qué hiciste eso!?
—No soy un niño, tengo dieciocho años. —Vuelvo a tirar la segunda bola de nieve, pero esta la esquiva.
—Te falta mucho para ser un adulto.
Mirakel prepara un bola de nieve y entre relajadas sonrisas comenzamos una alegre guerra de bolas de nieve hasta llegar al bar.~La viajera y el aprendiz~
—Entonces Mirakel, ¿te la has pasado estudiando todo el último siglo?
Mirakel se limpia la nieve de su cabello negro hasta los hombros y toma un sorbo de su cerveza.Los dos nos encontramos en una mesa redonda de madera descuidada y bebiendo cerveza de Blånelse. El color de esta cerveza es de un curioso azul, residuo de las hojas de Blånelse; una planta de hojas añiles que crece en la caldera de un volcán cercano y su mayor atractivo es su toxicidad, que de forma diluida en cerveza genera alucinaciones leves y euforia.
—No. Tras el divorcio de mis padres comenzamos a viajar por todos lados, de un trabajo a otro. Yo quedé en tutela de mi padre, por lo que él decidió enseñarme todo lo que sabe. ¿Por qué decidió eso? Según él, la vida como semielfo le pasaría factura pronto y debía dejarme lista antes que eso pasara. ¿No te parece gracioso? Mi padre me enseña porque sabe que va a morir, aún siendo yo una niña.
Me llevo a la boca una torreja de Løg frita, lo único barato durante el invierno.
—No me parece gracioso, todo lo contrario. Pienso que deberías disfrutar al máximo el tiempo que aún tienes junto a él, después de todo vivirás un milenio sin él.
—¿Un milenio? —Se bufa Mirakel mientras juega en sus dedos con una torreja de Løg frita—. Ya quisiera, pero mi expectativa de vida es de quiniento a seteciento años.
—¿Y te quejas de eso? Yo solo tengo sesenta años, setenta a lo mucho, y ya me desperdicié dieciocho años en este pueblo.
—Disculpa, no trato mucho con otras etnias. Mi padre aunque se vea muy práctico fue criado como un elfo y aún se tiende a alejar de otras etnias. ¿No te gusta vivir en el pueblo?
—Deberías. Dices cosas muy locas sobre la esperanza de vida para la gente normal. Y tengo malos recuerdos del pueblo, si pudiera saldría corriendo feliz a la ciudad. Dijiste que tu padre viajaba mucho, ¿has estado en la ciudad?
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La viajera y el aprendiz
FantasyHeld, un enano con grandes deseos de encontrar su lugar en el mundo, y Mirakel, una semielfo que añora por la oportunidad de vivir una vida sencilla. Ambas vidas crearán una conexión con el otro, que ni la muerte podrá romper. Y los oscuros secretos...