Muérdago.

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Era nueve de Diciembre, Navidad estaba cerca y Luzu decidió comenzar a decorar su casa, no tenía muchos adornos pero por suerte había adquirido la mesa decocraft. La cual consistía en escribir el objeto que querias obtener y esta procesaba la información para después entregarte el objeto en una cajuela que había debajo de la mesa.

Ya había conseguido tres árboles de Navidad, unas cuantas luces de colores, una vía de tren que rodeaba uno de los árboles con un cofre repleto de regalos, girnaldas, unas cuantas cajas de regalos y un par de peluches. Apenas estaba terminando de acomodar la zona del árbol dentro de su casa cuando se alejo unos pasos para apreciar su trabajo.

—Esta bonito, pero siento que le falta algo— murmuro para sí mismo. Llevo una mano a su mentón mientras pensaba qué más podía poner en esa zona— Tal vez haya un muñeco de nieve o algo así— se volteó y camino hasta la mesa, rapidamente escribió Navidad con las teclas y las opciones aparecieron en la pantalla.

No solo había un muñeco de nieve, también había renos y adornos para la puerta, soltó una risita y comenzó a seleccionar los objetos que quería. Sus ojos siguieron investigando las opciones hasta que se encontró con una que conocía bien, muérdago estuvo a punto de seleccionarla pero luego pensó en que no tenía a nadie a quien besar esa Navidad.

—Sería tonto tener un muérdago si no puedo besarte, ¿cierto Lanita?— dijo mientras tomaba el anillo que colgaba de su cuello entre una de sus manos.

Todavía recordaba la primera Navidad que pudo pasar junto a ella, la deliciosa comida de su madre y como ella manipuló su paseo por el jardín para que ambos terminaran debajo del muérdago.

Inevitablemente el recuerdo de como quiso besar a Auron hace un par de semanas llegó a su mente. Sus mejillas se calentaron y se levanto al tiempo que negaba con la cabeza una y otra vez.

—No, no, no, no— decía mientras daba vueltas por su casa— Yo no quise besarlo, simplemente me quede paralizado por— intentó pensar una excusa que darse a sí mismo, Manolo miraba como su dueño caminaba de un lado a otro a punto de arrancarse el cabello— No sé, ¡no sé porque estuve mirandolo tanto tiempo pero no quería besarlo!— su respiración se volvió algo agitada. Se estaba poniendo nervioso por nada.

Se detuvo unos segundos mirando el paisaje que le daba el ventanal frente a su casa. Cerro los ojos y se permitió divagar unos segundos, recordando ese momento que Auron lo había abrazado de forma tan cálida, aceptando sus disculpas.

Mentiría si dijera que no estuvo algo triste los días que estuvieron distanciados, después de todo el chico le caía muy bien, pero pensar en ese momento que compartieron hace unas semanas lo hacía sentir demasiado cómodo. Y eso le aterrraba.

¿A quién engañaba? Si quería besarlo.

Llevo una mano a su rostro y con la yema de sus dedos rozó sus labios, imaginando qué podría haber sentido si se hubieran besado ese día.

¿Los labios de Auron serían suaves o ásperos? ¿Sentiría la barba que cubría su mentón y parte de sus mejillas? ¿A qué sabrían? Conocía el gusto del chico por las patatas, pero ¿sus labios sabrían a patatas? ¿Le dejaría besarlo un momento para comprobarlo?

Lamió sus labios de solo imaginarlo, estaba a nada de volverse loco.

—¿Qué me haces Raúl?— susurró sintiendo su corazón palpitar cada vez más rápido. De pronto escuchó como alguien golpeaba el cristal frente a su rostro, abrió los ojos encontrándose a Vegetta mirandolo algo confundido.

—¿Qué haces?— tardó unos segundos en reaccionar, que vergüenza, ¿qué pensaría el contrario al verlo tan embobado?

Le abrio la puerta a su amigo con las mejillas más rojas que las amapolas, Vegetta se adentró a su hogar y después cerro la puerta.

Luzuplay Week - Karmaland 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora