SHERYLUn portazo, no había que tener audición evolucionada para escucharlo ya que resonó por toda la casa, mansión o castillo, no lo sé.
Las escaleras son largas, todas en forma de caracol y miro arriba observando la gran cantidad de pisos que tiene limpiando mi lágrima.
¿Cómo describiría este lugar?
Antiguo, esa sería la palabra adecuada para describir este lugar, antiguo y hermoso. No sé a donde ir entre tantas puertas y pasillos, me detengo únicamente cuando llego a la última escalera.
Me adentro en el piso siguiendo el único pasillo que divide la plata alta, encontrando el color marrón en las paredes con solo dos puertas, una de madera clara normal al lado derecho y la otra grande pintada oscuramente me roba la atención y a la par, un cuadro mediano, reflejando las montañas llenas de nieve con copos en el cielo y al fondo un amanecer con pinceladas rosadas y anaranjadas.
Abro la perilla adentrándome en la alcoba, descubriendo lo enorme que es por dentro, en la pared del lado derecho una elegante cama cubierta por fundas negras y encima de ella un enorme cuadro que me hace abrir mis ojos por el asombro y la admiración en mis pupilas resplandece, y como si me estuviera llamando me acerco despacio, analizando cada lienzo, el color azul oscuro junto a las diversas estrellas me hacen sentir ver la noche y robándose toda la atención en lo alto, la protagonista de la obra, la luna, redonda y brillante con ligeras sombras oscuras y abajo reflejándose en el lago de claros colores junto a las montañas en la lejanía.
Me quedo observando por un largo tiempo, después mis ojos se dirigen por toda la alcoba, desde la alfombra bajo mis pies hasta el techo blanco de yeso, los rayos del sol se filtran por la gran ventana al fondo como una pared completa y logro ver un mediano balcón, me siento en la cama y descubro que es muy suave y sin pensarlo mucho me acuesto extendiendo mis brazos al caer y al frente de la cama en la otra pared un escritorio con varios papeles y con esa vista mis párpados me pesan y sin quererlo mi cuerpo perezoso me lleva a los brazos de Morfeo.
Unos pasos resuenan fuera despertándome viendo el amanecer por la ventana y me pongo en modo alerta volviendo a oír el ruido en el pasillo, me levanto de prisa buscando una alternativa, un lugar donde ocultarme sin que me encuentren, visualizo un gran armario de esos viejos enormes y casi me caigo corriendo hacia el, abro la puerta con el mayor sigilo adentrándome por completo.
—Es normal, señorita Danton—habla una mujer abriendo la puerta de la habitación.
—Lo sé, pero aún me preocupa—se une otra charlando más agudo.
Los pasos de ambas se escuchan dentro, una con pasos más bajos y la otra resuena el tacón más alto por el piso de madera, intento acercarme a las pequeñas rendijas que pose el armario para verlas.
—¿Cuál era el favor que querías, Martha?–continúa la voz más aguda a la vez que logro asomarme un poco, distinguiendo a una señora mayor de cabellos blancos envueltos en un moño algo bajita con un abrigo de lana y una cara ya arrugada por la edad.
—Gracias por acordarme, ya se me había olvidado—le responde la señora mayor, al lado de esta una joven con vestido rojizo y una cascada pelirroja con un rostro joven con una gran belleza que me provoca un poquito de envidia y tal vez algo de baja autoestima.
—¿Y cual sería?—cuestiona la joven sonriente.
—Ah si—dice mientras la veo acercarse hacia donde estoy y mi corazón se empieza a acelerar—. ¿Podrías llevarle esto por mi?—pide a la vez que abre la puerta de mi par y su mano pasa a la par de mi cara tomando una camisa cerca mío e intento no hacer ningún movimiento y una gota de sudor escurre mi frente, mantiene aún la puerta y saca otra prenda que no veo muy bien que es.
—¿Hueles eso?—pregunta la pelirroja.
Trago saliva y siento que mi garganta se pone seca.
—Mmm, ¿Cómo que sería, señorita Danton?—le sigue la señora.
—Como a—se queda callada por unos segundos pensando lo que va a decir y la veo pasarse un mechón detrás de su oreja nerviosa—. ¿humana?
Y ahí sentí que me iba a morir, por instinto cerré mis ojo muy fuerte como si eso fuera a serme invisible o me tragara la tierra.
—¿Humana?—tantea la de moño y miro como asiente con su cabeza—. Bueno puede ser la ropa del señor Ask, tal vez se acerco mucho al pueblo humano.
—Puede ser—dice la joven no muy convencida de lo dicho—. Pero es raro porque a él no le agrada esa especie—señala frunciendo el ceño y me siento un poco por no decir muy insultada por su tono de desagrado al dirigirse a lo míos como si fuéramos inferiores.
—¿Podrías?—cuestiona la de moño cambiando de tema dándole la ropa.
—Claro, Martha, haría lo que fuera por él—habla amablemente y por unos segundos su mirada cae donde estoy sintiendo sus ojos que logro distinguir de color avellana mirando con profundidad los míos así que por reflejo me muevo hacia atrás chocando por la pared y de nuevo cierro mi párpados con fuerza.
El sonido de los tacones al tocar la madera se aleja, lo que me hace deducir que se marchó y respirando pesadamente abro la puerta del armario de a poco asomando primero mi cabeza y al no ver nadie al frente sacó mi cuerpo por completo soltando un suspiro profundo.
—Señorita Aksenoff—llaman detrás mío y pego un grito llevándome la mano al corazón
—Mierda—se me escapa un insulto por el susto.
Un carraspeo me hace voltear y al hacerlo visualizo a la señora mayor de moño la cual me mira con los brazos cruzados y yo como idiota sosteniendo mi pecho aún escuchando mi respiración acelerada, maldiciendo para mis adentros haberme olvidado de la presencia de la señora mayor en la alcoba.
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La mate del Alfa
Hombres Lobo¿Que sería un Alfa sin su mate? ¿Que sería de un lobo sin su manada? Las tradiciones concretan que en la vida de un hombre lobo solo podrá encontrar el amor verdadero una vez en toda su vida, pero no pueden elegir a quien le brindaran ese profundo...