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Mark regañó a Jaebeom cuando se reunieron, porque aparentemente lo conocía lo suficiente como para darse cuenta con tan sólo verlo de que el pelinegro no estaba con los cinco sentidos puestos a pesar de que tanto él como Youngjae se esforzaron por disimular su estado. (En realidad, si bien ya no estaba tan idiota como unas horas atrás, Jaebeom seguía coloradísimo y no insultó a Mark cuando este le pellizcó una mejilla, por lo que fue bastante evidente que tenía alcohol en el sistema todavía). En silencio todos subieron al auto, Jaebeom y Youngjae atrás, Seungkwan adelante junto a Mark nuevamente, y se pusieron en camino a la casa del mayor de todos. Youngjae ya tenía sueño y los ojos estaban pesándole demasiado, pero en el auto Jaebeom comenzó a sentirse mal y no dejaba de soltar quejidos, de modo que no se permitió dormir y se dedicó a mantener a Jaebeom distraído en el trayecto de regreso a casa. El mayor se recostó sobre su regazo con el ceño fruncido y los ojos cerrados y murmuraba que se sentía mareado, mientras tanto Youngjae le quitaba el cabello de la frente y le hacía viento con las manos, también soplaba suavemente sobre el rostro ajeno, dejándole caricias por toda la cara. Era gracioso, Jaebeom parecía un niño pequeño haciendo un berrinche entre los quejidos, resoplidos y demás ruidos extraños que hacía, y cada vez que Youngjae dejaba de atenderlo por un segundo volvía a la carga, ordenándole que no se detuviera y hasta llegó a golpearlo y jalarle del cabello para llamar su atención, sacándole más de una sonrisa al menor con ese comportamiento.

-Eres un tonto, Jaebeom -resopló Mark luego de dejar a Seungkwan en su casa-. Si sabes que te hace mal, ¿por qué bebiste tanto?

-Cállate -farfulló el aludido, dando un manotazo al aire-. ¿Falta mucho para llegar? Me estoy muriendo.

-Estaremos en menos de cinco minutos -lo tranquilizó el mayor, mirando a Youngjae por el retrovisor durante unos segundos-. ¿Tú te quedas con él? Te diría que sí porque alguien tiene que cuidarlo...

-Por supuesto que se queda conmigo -respondió Jaebeom con tono molesto antes de que el menor pudiera hablar-. Apresúrate o vomitaré en tu estúpido auto.

-Ya es el Jaebeom de siempre -comentó Mark negando con la cabeza-. Si no estuvieras a punto de morir te golpearía por maleducado, mocoso idiota, te lo juro. Agradece que está Youngjae aquí, sino te dejaría tirado en un basurero por torpe y que te arregles solo.

Youngjae simplemente se rió por la discusión absurda que nuevamente estaban teniendo los dos chicos, sin detener las caricias en el rostro de Jaebeom porque si lo hacía el mayor reclamaba con quejidos y manotazos. Y tal como había dicho Mark, en menos de cinco minutos ya estaban en la entrada de la casa del pelinegro. Entre los dos bajaron a Jaebeom del auto y lo llevaron hasta la puerta, donde Youngjae tomó la llave del bolsillo de la camisa a cuadros del chico para poder abrirla y entrar. Luego de dejar a Jaebeom sentado en el sillón, Mark se despidió y se fue no sin antes hacerle prometer a Youngjae que cuidaría muy bien del imbécil inconsciente de su novio, como lo había llamado Mark. Lo primero que haría sería ayudar a Jaebeom a sentirse más cómodo, por lo que desabrochó el cierre del pantalón ajustado y desabotonó la camisa a cuadros del mayor, y cómo sería que este se sentía realmente mal porque no insinuó nada ni trató de tocarle el trasero o el miembro a Youngjae en ningún momento, simplemente dejó que el castaño le quitara la camisa tan sumiso como nunca hubiera imaginado ver al mayor. Cuando terminó y Jaebeom quedó con el torso desnudo, Youngjae entonces se preguntó cómo demonios haría para subir al pelinegro hasta la habitación por aquellas escaleras pequeñas que llevaban al desván, porque bastante le había costado entrar al chico a la casa y eso que lo había hecho con ayuda, ni hablar de lo que sería subirlo hasta la cama. Sin embargo, antes de que pudiera plantearle sus dudas a Jaebeom, este se levantó del sillón sin decir nada, más pálido de lo normal, y se encaminó al baño a toda prisa. Youngjae lo siguió intuyendo lo que estaba por suceder, y en efecto ni bien estuvieron dentro Jaebeom se apresuró a hincarse sobre el inodoro mientras maldecía en voz baja.

Don't tell noona // 2 J A EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora