Capitulo Once

35 5 9
                                    

Narra Jacob

Tener una cita no es algo raro. Ir en plena Corea a un restaurante especializado en comida China quizá si aunque nadie parece quejarse, viendo cuanta gente hay hoy aquí, deteniéndome cuando el padre de Geum nos lleva hasta el mejor reservado que tienen, privado, con un sillón a cada lado y una mesa en el centro.

— Me he tomado la libertad de preparar lo mejor para vosotros chicos —nos dice el señor Lee cuando nos sentamos, destapando cada plato —se que tu eres de China Peng y espero que sea de tu agrado y te traiga buenos recuerdos. Deseo sinceramente que lo disfrutéis los dos. Os dejaré a solas.

El señor Lee se marcha, dándonos privacidad.

La comida sobre la mesa huele tan deliciosa que me siento algo incomodo por no reconocer ningún alimento ni sus olores aún siendo del mismo lugar del que yo vengo.

— ¿Nunca has comido comida de tu propio país? —miro a Hoseok, quien ya se ha servido en un plato —tiene una pinta buenísima.

— Solo lo que mi abuelo ha preparado pero eso fue cuando era un niño. Ninguno hablamos ni hacemos cosas relacionadas con China —me sirvo también —desde que nos fuimos aunque no dejemos de ser chinos nos hemos acostumbrado a todo lo que es coreano. El habla, las costumbres, la comida.. todo. Pero no me incomoda comer esta comida asique no te preocupes y cena.

Cenamos, hablamos pero lo más importante, al menos para mi, es poder disfrutar por primera vez en demasiado tiempo de los recuerdos que me trae comer estas delicias, todo lo que me hace sentir, bueno pero también cierta tristeza que crece en mi interior pensando en si mis padres prepararían todo esto para mi alguna vez en mi vida si siguiesen vivos.

Soltando los palillos me limpio los ojos, bebiendo un poco de mi vaso con la intención de calmar lo que crece en mi interior con pesadez.

— ¿Qué ocurre Peng? ¿Por qué estás llorando?

— Es que.. —no puedo dejar de mirar mis manos —todo esto me ha hecho pensar en mis padres, en si ellos hubiesen cocinado esto si siguiesen vivos.. no los pude conocer y saber que es difícil que pueda volver a China, a mi país de origen, a su hogar me duele.. y luego está el hecho de que estoy arruinando nuestra cita y mis inseguridades y que pensarás que soy un idiota y..

Sus brazos cubriendo mi cuerpo, abrazándome con firmeza pero suavidad, transmitiéndome una sensación agradable que, aunque un mínimo, me calma me hace abandonar el malestar, abrazándole también, respirando poco a poco de forma más calmada, menos ansiosa, dejando que limpie bajo mis ojos cuando me suelta, correspondiéndole al beso lento que inicia, deteniéndole cuando mi espalda roza el sofá donde estaba sentado.

— No estás seguro de dar un paso más conmigo —su sinceridad y que hasta él lo note me hace sentir más idiota aún —te dije que aceptaría lo que pasase después de nuestra cita. Aunque aún estamos en ella y ya tengo claro que tu y yo quedaremos como amigos.

— Lo siento —es lo único que puedo decir —siento volverte loco, mis malditos miedos, mis inseguridades.. se que tu y yo ya hemos hecho más de lo que cualquier pareja en el tiempo que nos conocemos pero no puedo simplemente decir que seremos novios cuando ni yo lo tengo claro. Seria hacerte daño y no quiero eso para ti. Encontrarás a alguien mejor que yo seguro y respecto al trabajo no tienes que mantenerme allí si no quieres. Buscaré otro empleo.

Saliendo del reservado, recorriendo el espacio hasta la salida donde me despido fugazmente del señor Lee vuelvo a casa, cabizbajo, sintiendo tal pesadez que el dolor en mis pies por toda la distancia que recorro me da igual, dejándome caer en mi cama donde paso las horas despierto, llorando, liberando el dolor mediante lágrimas hasta que, no se a que hora exactamente, caigo en un profundo sueño.


A estas horas debería estar en el restaurante, viendo por quinta vez que son casi las once de la mañana, pero no he sido capaz ni de salir de la cama cuando mi abuela se ha acercado hace más de tres horas.

— Jacob hijo tienes al menos que desayunar —niego, cerrando los ojos —tu amigo Hoseok ha llamado. Deberías hablar y solucionar lo que ha pasado con él.

— No ha pasado nada que tengamos que solucionar —giro un poco mi cuerpo, mirando a mi abuela sentada a mi lado en la cama —el problema no está con él sino conmigo. Siento cosas diferentes con Hoseok, cuando estoy con él, sensaciones que me agradan pero tengo miedo y se que no soy lo que se merece o necesita en su vida. Lo nuestro debió quedar en esa única noche y seguir nuestras vidas por separado.

— Jacob, mi pequeño eres tan inseguro como tu padre —el dolor en mi corazón crece —cuando conoció a tu madre también era muy inseguro diciendo que no la haría feliz y poco después llego con la bonita noticia de que estaban juntos y esperando un bebe. Ellos discutían pero se amaban y eran felices y cuando tu naciste esa felicidad aumento y dejo todo lo que les hacia discutir a un lado. Puedes intentar algo con ese chico y dejar tus miedos a un lado tu también.

— No.. nunca le haré feliz asique es mejor así —me abrazo con fuerza a la almohada —quiero estar solo abuela.

Una caricia en mi espalda, mi cabeza que me hace sentir peor que incluso quedarme solo en mi habitación encerrado por horas, a oscuras, pensando en todo lo que ha sucedido desde el día que me gradué, la noche en que salimos a celebrarlo los siete y acabé en la cama con ni más ni menos un hombre que me hace sentir demasiadas cosas, positivas, que son eclipsadas por las negativas que se concentran en mi cabeza haciéndome daño, dudar de mi mismo pero lo peor aún, haciéndole daño a una persona que es buena y no se merece ese mal.


Mirando una vez más el reloj a un lado de la pared en la tienda me siento cada vez más cansado, con la sensación de que no pasan los segundos siquiera volviendo la jornada eterna.

El chirrido que la puerta emite al ser abierta una vez más me hace dejar de mirar el reloj y atender a quien ha entrado.

— Buenas tardes Zhang Peng —bajo la mirada a mi regazo —no has venido hoy a trabajar.

— Te dije que no hacia falta que me siguieses manteniendo allí —un suspiro cansado escapa de entre mis labios —no tienes porque tenerme allí si solo te haré daño.

— Daño me hace ver que ni de la cama has salido en toda la mañana —alzo un poco mi cabeza, viendo sus brazos cruzados —y que tu abuela venga a mi casa para decirme que pareces un maldito zombie que ni come ni duerme porque te echas la culpa de hacerme daño. No me haces daño por decidir que no quieres tener una relación conmigo Peng. Acepté esa cita y lo que pasaría después porque me gustas y si tengo que conformarme con ser tu amigo me adaptaré porque ni así voy a dejar a un lado mis sentimientos por ti. Pero haz lo que quieras. ¿No vendrás mañana al restaurante?

— No..

— Está bien —deja un sobre frente a mi —tu sueldo por el día trabajado. Si algún día recapacitas, maduras y sientes que has cometido un error precipitándote en el momento en que me has rechazado sabes donde vivo. Yo de verdad te quiero y me da igual si eres chino o tus malditos miedos. Yo no me rindo tan fácil como tu.

La puerta vuelve a chirriar cuando se marcha, quedándome solo, hundido, con un sobre y una cantidad de dinero que no merezco por todo el daño que le hago. Limpiándome bajo los ojos lo guardo en el bolsillo de mi pantalón y continuo viendo las horas pasar hasta que llega la de cerrar, marchándome a casa como de costumbre, encerrándome en mi habitación, mirando hacia esa otra con la luz encendida, dejándome caer en la cama cuando él aparece frente a mi, sintiéndome de lo más patético.

— El me quiere y solo soy un idiota que le ha roto el corazón —vuelvo a sentarme, a mirar hacia allí.

Sentir sus ojos puestos en mi, esos ojos que no veo bien pero puedo notar la rojez en ellos por culpa de un llanto que yo he causado, me hacen sentir la mayor basura. Aparto los míos propios miro mi móvil, cortando la llamada de Geum Hyuk una vez más, viendo la nueva que llega por parte de Hoseok, deslizando inseguro mi dedo entre el rojo y el verde sin saber muy bien que hacer..

Una única nocheWhere stories live. Discover now