V.

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Todo lo que hasta ese momento sabía no eran más que meras suposiciones de las cosas que había visto y vivido. Los suplantadores habían venido a la tierra en un intento desesperado por escapar del horror cósmico que había partido el cielo en dos. El mero ejemplo de que el instinto de supervivencia es algo universal, e incluso algo que trasciende los planos dimensionales. Claramente, la criatura con varios tentáculos no habitaba en nuestra realidad, pero era lo suficientemente poderosa como para manifestarse en la mente colectiva de cada ser humano y de cada criatura que cayó del cielo, y ejercer su poder destructivo sobre nosotros. Pero fuera de todo eso, no sabía nada más.

Lo único que sabía con certeza era el cómo terminar con todo esto. Aquel sueño que tuve, por llamarlo de alguna forma, me había dado la respuesta. O, mejor dicho, aquel ser me dio la respuesta. La niña que vi en mi sueño era la encarnación física de la criatura que se blandía en el cielo en aquel momento. Y tras pensar un momento en si debía o no confiar en una forma de vida que escapaba de mi comprensión, decidí que lo mejor era revelar mi descubrimiento. Ahora el futuro de la humanidad dependía de mí.

V

El frío aire del lugar seguía golpeando mi rostro, aunque no con la misma intensidad que en el sueño. Aquello me dejó pensando unos segundos. Todo había sido tan real que si nunca hubiera despertado seguiría pensando que aquel sueño es la realidad. Tal vez ahora mismo sigo en aquel sueño, o quizá todo esto no ha sido más que una pesadilla de la que pronto despertaría.

Miré a mi alrededor. Los edificios seguían en su lugar, erguidos como impotentes criaturas grises que apenas se distinguían de la oscuridad del cielo. Más allá de eso, lo único que podía distinguir era una calma espectral que jamás hubiera llegado a pesar de que era posible en un escenario como ese. Las criaturas no estaban por ninguna parte, pero era claro que estaban escondidas, muertas de miedo. Y todo gracias al ser cósmico que seguía sobre nosotros.

Pero ¿qué fue lo que descubrí? se preguntaran. Bueno, resulta que la criatura me enseñó la forma en que los suplantadores llegaron al planeta. Se trata de una especie de nave espacial capaz de codificar nuestras células con el fin de llevarnos a donde el hombre jamás hubiera podido imaginar. El plan simplemente consistía en llegar hasta la nave y escapar del planeta. De esta forma, los suplantadores ya no podrían ocultarse. Y solo así todo terminaría.

Suena sencillo, y de hecho lo es. Simplemente hay que llegar a las afueras de la ciudad. El problema viene cuando hay que convencer a una centena de personas sobre el plan.

No sabía a quién recurrir, así que simplemente comencé a decirle a las personas a mi alrededor que sabía cómo terminar con todo. Les dije del sueño, de la nave. Muchos me miraron raro y con miedo, como si yo fuera una de esas criaturas. Otros se limitaron a ignorarme e irse a quién sabe dónde.

Pero yo sabía la respuesta. El problema es que nadie en su sano juicio, y menos en una situación como esa, me haría caso. Aquello apagó la luz de esperanza que había surgido en mi interior. La humanidad, pese a tener la salida frente a ella, seguiría chocando con una dura pared.

Seguí intentándolo, deteniendo a algunas familias que rápidamente se apartaban de mí. Muchas de ellas iban directo con los militares quiénes los estaban subiendo a enormes camiones para llevárselos. Pero aquello era inútil. Ya no había lugar seguro en una tierra que moría lentamente.

Tras unos cuantos minutos, en los que cada vez había menos gente en el centro de la ciudad, únicamente logré convencer a unas veinticinco personas de venir conmigo. Todas se veían agotadas física y emocionalmente. Su mirada era de desesperación y cansancio. Ellos simplemente querían que todo terminara, sin importar el cómo. Les pude haber dicho cualquier cosa, y aun así los hubiera convencido. El resto de las personas simplemente subió a los camiones con los militares y partieron. Decenas de hombres, mujeres, niños, ancianos, todos ellos arriba de los camiones.

Lo que cayó del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora