Capítulo 10

955 66 4
                                    

Bien niños pequeños –dijo mirando a los adultos con los ojos entrecerrados –¿me vais a dejar contar la historia? está llegando al final y ustedes me lo están poniendo realmente difícil.

–Bien niños pequeños –dijo mirando a los adultos con los ojos entrecerrados –¿me vais a dejar contar la historia? está llegando al final y ustedes me lo están poniendo realmente difícil

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me tomo unos segundos para mirarme en el espejo. Estoy preciosa.

El vestido es ceñido, con la espalda descubierta, y los bordes de esta están cubiertas por perlas.

Tengo un recogido, que me ha hecho Wanda, y parece informal, pero es precioso.

Natasha se encargó de maquillarme, jamás pensé que ella fuese una experta, ella no se maquillaba, al menos no lo hizo mientras convivimos juntas.

El resultado final es impresionante, y no puedo dejar de ruborizarme al acordarme de la ropa interior de encaje blanco que tengo debajo del vestido. 

Finalmente, no nos pudimos casar ayer, como habíamos planeado, pero gracias a eso T'Challa dijo que, no solo buscaría un cura, sino un lugar bonito para que pudiéramos casarnos. 

–¿Estás lista? –preguntó Wanda

–Sí, lo estoy –respondí con una sonrisa mientras me guiaba hasta la zona donde se realizaría la boda. Una parte de mi viajó hasta nuestros amigos, los que no podían estar hoy aquí por culpa de los acuerdos. 

Pero hoy sería un día importante para Steve y para mi, queríamos unirnos en matrimonio, y no íbamos a esperar más.

Wanda era la encargada de llevarme al altar, mientras que Natasha sería la dama de honor; en el caso de Steve, Sam era quien haría de padrino, le hubiera encantado que James hubiese estado despierto para acompañarlo en esta aventura, pero él mismo había decidido congelarse para que su cerebro pudiera sanar, y nosotros no podíamos hacer nada en contra de su decisión.

Cuando iba a entrar en el salón y caminar hasta Steve, comenzó a sonar una melodía que reconocí al instante: era la primera canción con la que Steve y yo bailamos. Así que, con este recuerdo en mente, y una sonrisa en mi cara, caminé hasta él, que parecía petrificado en su lugar.

 Así que, con este recuerdo en mente, y una sonrisa en mi cara, caminé hasta él, que parecía petrificado en su lugar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Bien, dejaré que cuentes esta parte cariño –dijo mirando a su marido quien asintió y comenzó a narrar.

Superación (Steve Rogers) [Libro II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora