Epílogo

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diecinueve años después.


24 de diciembre  Brooklyn


Todos en el salón permanecieron en silencio, habían llegado hasta el final de la historia.

–¿Y qué pasó después –preguntó el hijo de Sam.

–¿A qué te refieres? –Eliza no comprendió la pregunta del pequeño 

–Bueno, eso no ha sido un final... 

–Porque no lo tiene, míranos –Eliza hizo un gesto con la mano a todos los presentes: Pepper con Happy y Morgan; sus propios hijos: Sarah y los gemelos Grant y Margaret; Wanda; James y su mujer con su hija; la nieta de Peggy con su hija, la más pequeña del grupo; Clint y su familia; Sam con su mujer y su niño. –estamos aquí, aun no tenemos un final.

Poco después, Clint, Pepper y Sam, se fueron con sus familias; mientras que Wanda, y la familia Barnes se quedarían a dormir para abrir mañana los regalos de navidad juntos.

–Bien –dijo Margaret –habéis contado cómo supieron que Sarah venía en camino, pero no cómo se enteraron de nosotros.

–Bien, entonces supongo que queda algo más de historia por contar. –todos se volvieron a sentar y prestaron atención a Steve, quien se encargaría de contar este fragmento.

Observo como mi preciosa mujer duerme desnuda a mi lado y me contengo para no abrazarla; lo último que quiero es despertarla

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Observo como mi preciosa mujer duerme desnuda a mi lado y me contengo para no abrazarla; lo último que quiero es despertarla. 

Sin hacer ruido, me levanto y voy hacía la habitación de Sarah, desde el marco de la puerta, veo como está de pie en la cuna, saltando y riendo en cuanto me ve, así que la cojo en brazos y me dirijo con mi hija a la cocina a preparar el desayuno.

Decidimos poner un parque en la cocina, porque Sarah es todo un terremoto, desde que comenzó a caminar, cerca de los nueve meses, no ha parado. 

Aprovecho que se ha quedado entretenida con los juguetes del parque para preparar el desayuno; de vez en cuando escucho como intenta hablar diciendo palabras incoherentes, que, para ella tienen todo el sentido del mundo, y yo no puedo hacer nada más que sonreír. Es mi hija, mi pequeña, mi bebé.

Ha pasado un año desde que volví a recuperar a mis chicas favoritas, un año, desde que, me despierto en medio de la noche pensando que ellas se convertirán en polvo, otra vez.

El primer enfrentamiento con Thanos hizo que lo perdiese todo: no solo parte de mis amigos se habían ido, mi mujer y mi hija también. Sarah solo tenía un año cuando vi, como tanto ella como mi mujer se desvanecían.

Fueron cinco años donde no tenía vida. Era como, si después de probar el cielo, me hubiesen devuelto a la tierra, a la realidad. Y la verdad es que, mi vida sin ellas, no era nada.

Superación (Steve Rogers) [Libro II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora