Por esa sonrisa

Una de cal y otra de arena

Inés miraba por la ventana del taxi que la estaba llevando a la estación de radio de Cope para su entrevista.

Tenía una mezcla de sentimientos desde que se había levantado.

El primero que reconoció fue la vergüenza. Vergüenza de haber llorado delante de una rival. Vergüenza por dejar que su coraza cayera. A Inés no le gustaba perder el control, y sentía que cada vez que estaba cerca de Irene lo acababa perdiendo.

La siguiente era comprensión. Nunca se había sentido tan comprendida como cuando estaba con Irene. Le parecía tan extraño eso, apenas se conocían, eran de mundos completamente opuestos y aún así le contaría cosas que no se atrevía ni a decir en voz alta cuando estaba sola.

Por último había miedo. Miedo a ese vínculo que se estaba creando entre la madrileña y ella. Miedo a enfrentarse a sus propios sentimientos. Miedo a las repercusiones que podía haber si se dejaba llevar. Miedo a dejarlo pasar y luego arrepentirse. Miedo en general.

Llegó a la cope y en seguida empezó la entrevista. Se metió en el papel de Arrimadas, y se olvido de todo lo que no tenía que ver con política.

Arremetió contra podemos, contra Pablo y por último contra Irene. Los llamó populistas, comunistas, manipuladores de masas. Criticó sus vidas, sus decisiones, su casa. Y a nadie le extraño. Esa era la dinámica de Inés, machacar a todo el mundo y sobretodo a podemos.

Pero cuando la entrevista terminó y volvió a meterse en un taxi de camino a casa, la realidad chocó contra ella y de repente sintió remordimiento ¿Se habría pasado? Ahora Irene y ella eran…  no sabía ni lo que eran ¿amigas? Y ella se había pasado media entrevista criticandola abiertamente.

Rezaba por que no la hubiese escuchado y pudiera pedirle disculpas antes de que Irene la mandase a la mierda definitivamente.

Después de darle muchas vueltas, ya cerca de las cuatro de la tarde, decidió probar suerte.

- ¿Un vino?