Premeditación y alevosía

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Inés se despertó sintiendo el cuerpo de Irene sobre el suyo. Tenía a la madrileña abrazada a ella, con una mano en la cintura, una pierna por encima de las suyas y su cabeza reposando en su hombro.

Abrió los ojos lentamente, intentando acostumbrarse a toda la luz que entraba por la ventana, y se quedó paralizada al ver a Irene.

Estaba preciosa.

Estaba completamente relajada, con el pelo algo alborotado y una pequeña sonrisa dibujada en su rostro.

Era perfecta.

El pensamiento y la sensación que empezaba a nacer en su estómago sorprendieron a Inés.

¿Qué era todo aquello que estaba sintiendo?

Quizás sea miedo, por todo lo que te estas jugando por acostarte con una rival política, pensaba Inés.

¿O remordimiento?

Pero en el fondo sabía que no era nada de eso, pero no estaba segura si estaba preparada para admitírselo a si misma.

La respiración de Irene cambio de repente e Inés supo que se había despertado.

- ¿Cuánto rato llevas observándome? – dijo Irene en un susurro sin abrir todavía los ojos

- ¿Cómo sabes que te estoy observando?

Irene abrió los ojos y sonrió.

- Lo noto – dijo acercando más su cara a la de Inés.

- No he podido evitarlo, estabas demasiado tierna.

Irene sonrió ante tal afirmación.

- Me encantas – dijo la madrileña sin poder contenerlo

Inés no pudo negárselo más, estaba enamorada de aquella comunista.
Inés la beso con pasión, como queriendo decirle todo lo que no se atrevía a decir con palabras.

- ¿Una ducha? – dijo Irene

- Mmm suena perfecto

Inés salió del baño envuelta en una toalla con Irene abrazándola por detrás dándole besos en el cuello.

- Vas a tener que dejarme ropa – dijo Inés

- Puedes coger lo que quieras del armario.

Inés abrió el armario y empezó a examinar los cajones.

-¿siempre llevas lencería?

Inés se volvió para encontrarse a Irene con su ropa interior en las manos.

- Solo cuando quedó contigo – contestó Inés guiñandole un ojo.

- Eso señoría es premeditación y alevosía- contestó Irene mientas le cogía de la cadera.

- Me declaró culpable – contestó la andaluza levantando las manos.

Inés se volvió hacia el cajón que tenía abierto, cogió una camiseta y se la puso.

- ¿Cómo crees que me queda esta? – dijo volviéndose hacia la madrileña para que pudiera verla.

Irene levanto la vista y se encontró a una Inés que lo único que llevaba puesto era una de sus camisetas del 15 M. Le quedaba bastante grande, cubriendo le hasta mitad del muslo y la llevaba de lado con un hombro más caído que el otro.

- Ahora si que no me puedes gustar más- le dijo mientras se acercaba a besarla.

- Te mueres porque sea una comunista ¿eh?

- Algún día lo conseguiré- dijo Irene riéndose- mientras tanto cuidado, a ver si se vana filtrar fotos tuyas con esa camiseta y acaben con tu reputación de niña pija.

Ambas se rieron y terminaron de vestirse para bajar a desayunar.

- Siéntate mientras yo preparo el desayuno – dijo Irene

- ¿Qué tal si lo hacemos a medias? Tu punto fuerte es el café ¿no? – respondió la jerezana

- Si

- Pues tu el café y yo las tostadas
A Irene le encantaba hacer café, para ella era como un ritual. Molió los granos, cargo la cafetera y la puso en el fuego.

Mientras subía el café decidió escribirle a Pablo ya que hoy le tocaban los niños.

I: ¿Como están los enanos?

P: Genial. Estamos al y yo en el salón jugando con ellos. ¿Quieres venirte?

I: Estoy ocupada pero dale un beso a Al 😉😉

Inés observaba como Irene escribía por whats app y se preguntaba si estaría hablando con Pablo.

P: ¿con la de ayer? 😏

I: A ti te lo voy a contar

P: me lo acabarás contando

I: puede ser

Irene dejó el móvil sobre la encimera y sirvió el café.

- Esto ya esta – dijo la madrileña llevando las tazas a la mesa.

Inés la siguió con las tostadas y se sentaron a desayunar.

Inés quería saber si hablaba con Pablo pero no quería sonar celosa.

- Era Pablo – dijo Irene tranquilamente

- ¿Qué? 

- Te estabas preguntando si era con Pablo con quien hablaba. Si era Pablo.

- ¿Cómo lo sabes? – dijo Inés confusa

- Eres como un libro abierto pequeña

¿Pequeña? Era la primera vez que Irene la llamaba así y le hizo sentir como un halo de tranquilidad la invadía.

- ¿Y que cuenta Pablo? – dijo ahora mucho más tranquila

- Nada que esta con el novio en el salon de su casa con los niños y que si quería ir.

- Uhhh me encantaría ver que cara tiene el tal Al

- Para eso Pablo tendría que verte a ti.

- Cierto

Ambas guardaron silencio, pensando en como sería que su romance saliera a la luz.

Por esa sonrisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora