Eran las once y cincuenta y dos de la noche, un veinticuatro de diciembre, cuando TaeHyung se aferró a sí mismo con toda la fuerza posible. Rodeó sus piernas flexionadas, se mordió el labio inferior, y ocultó el rostro entre ellas para ser incapaz de seguir viendo el desastre inmejorable que era su reflejo.
Pertenecía a una familia rodeada de amor, y colmado de momentos dulces y memorables. Todas las navidades preparaban ponche, galletas conmemorativas, y se daban el lujo de cocinar carne de res para todo el grupo familiar. No era muy diferente en la celebración de año nuevo, donde se adicionaba la familia que más lejos de Daegú vivía, y aprovechaban el instante con eternas rondas de karaoke, bailes, y estrellitas de bengala. En su mente, las visualizaciones lucían como cortos de película maravillosos e inigualables, aunque, la visión de la realidad actual, se tornó en un filme sumamente tétrico.
Todo aquello que una vez amó hacer, terminó para él meses atrás. ¿Qué detonó ese repentino distanciamiento? Unas malditas fotos que todavía circulaban en la web. Estaba harto de entrar a twitter o instagram y observar cómo miles de personas cuestionaban su actuar, hacían burlas, o creaban memes para reír a costa de su dolor. A pesar de contar con la defensa de muchos, la presión martirizando su pecho se volvía más extenuante al pasar de las horas. Prefería mil veces tener el mundo en su contra, que carecer del apoyo de su familia.
Tembló en su sitio en cuanto los fuegos artificiales comenzaron a decorar la enorme ciudad metropolitana de Daegú. Desde fuera, las vociferaciones deseando una feliz navidad, llegaron a sus oídos. La vida parecía haber tomado la oportunidad perfecta para restregarle lo que no tenía, justo en la cara. ¿Qué tenía de feliz esa navidad, después de todo?
De haber sabido que la pasada navidad sería la última que compartiría con sus seres queridos, se habría encargado de crear la menor cantidad de memorias felices. Todo se resumía en una sencilla razón: pensar en los recuerdos alegres, lo estaba adentrando a una caverna muy oscura en el mar de sus emociones. Mientras menos instantes positivos existiesen enmarcados en las paredes de su memoria, la carga sería menor. Con ello, el arrepentimiento también lo sería. Algunas veces, desearía no haber pisado ese bar, aquella noche de primavera.
Una vez la pirotecnia incrementó su intensidad, se permitió sollozar nuevamente, consciente de que así sería más difícil escucharse a sí mismo. Durante aquel espectáculo de luces artificiales, odió con ansias estar en su piel como nunca antes lo había hecho. Haría lo que sea por cambiar el pasado, y tener la posibilidad de tener una vida tranquila otra vez. Sabía que podría toparse con las mismas personas, pero, podría actuar de otra forma. Habría omitido ciertas acciones, y evitado un sinnúmero de consecuencias. Ahora, en la universidad, muchos le habían estigmatizado, otras chicas, lo tomaron como un fetiche más en su interminable lista de aficiones. ¿Acaso se trataba de un chiste ser quién era?
Estaba en un veinticinco de diciembre, a cinco minutos de haberse cumplido la medianoche, solo, y sobre el suelo de la habitación residencial que su abuela, la única de su familia que no lo odiaba, le costeaba. No comió nada desde la mañana, ni poseía apetito alguno que le animara a probar un bocado de cualquier cosa. Es decir, ¿cómo podría tenerlo? Siempre odió estar solo, pero no esperaba que el sentimiento arremetiera contra su pecho en esa fecha navideña.
Si de verdad existiese santa claus, el único deseo escrito en su lista de deseos, sería apartar esa sensación tan demoledora que lo sumía en la profunda cueva de la maldita soledad. Pero eso era un cuento de niños, y, claramente, seguiría doliendo por mucho más tiempo.
—¿TaeHyungie? —Uno, dos, tres golpes en la puerta—. Sé que estás ahí. Ábreme, por favor. Soy yo. ¿Puedes venir a verme?
¿No es la vida la mayor de las payasas? Ahí estaba una parte del detonante de todo el drama, justo detrás de la puerta. Lo peor, es que deseaba verlo. Esperaba ser sostenido por ese alguien, hasta que olvidara incluso respirar. ¿Era una señal de que no todo podía ser tan malo? Si era producto de su perturbada mente, golpearía al primer objeto que se le cruzase. Algo de paz no le vendría mal.
ESTÁS LEYENDO
THE BEST GIFT : CHRISTMAS SPECIAL.
Fanfic"Si en Navidad cantamos villancicos, quiero cantarlos contigo a mí lado." La navidad es considerada por muchos la mejor época del año, porque logramos sacar el lado más dulce que posee cada ser humano. ¿Te gustaría leer las diferentes historias crea...