Seguir aun cuando hubo problemas es una señal de madurez espiritual, porque a pesar de todo lo que la persona ha pasado, no le impidió tomar la decisión de mejorar. Por otro lado, culpar a otros de nuestro propio estancamiento y falta de desarrollo, refleja una inmadurez espiritual. Necesitamos saber que si decidimos seguir adelante, la felicidad que sentiremos al ver a la persona en la que nos hemos convertido será tan grande que incluso las heridas del ayer sanarán.