—Erick, quieto, amor —insistió intentando ajustar mi corbata.
—¡No! No me gusta, no quiero usar esto —me negué empezando a bufear continuamente y a arrastrar pequeños insultos por mi boca, murmurándolos.
—Erick es sólo por hoy.
—No quiero.
—Vamos, amor.
La miré dudoso, pensando en si aceptar la propuesta o seguir quejándome.
—Bueno —acepté y miré a un lado mientras mi mamá terminaba de arreglar mi corbata.
—Estás hermoso —dejó un beso en mi mejilla—. Ya es tarde. Baja y espérame en el sillón.
No odiaba algo más que no fueran esos eventos tan formales a los que iba con mi mamá y papá. Los odiaba porque tenía que ponerme esos trajes apretados que no me dejaban estar tranquilo.
—Qué bien te quedó ese traje —halagó mi padre viéndome mientras bajaba, acercándose para acomodar mi corbata—. Serás todo un hombre, pequeño Er.
—Ya estoy —avisó mi mamá llegando hasta nosotros.
Al llegar, tuvimos que saludar a toda la gente en el gran salón. Era un gran evento proveniente del trabajo de papá. Hacian grandes eventos donde todos asistian elegantes, y yo detestaba ir allí.
No era como en los cumpleaños donde habían juegos para divertirse, no, solamente me quedaba sentado en mi lugar durante toda la noche.
Y eso estaba haciendo, sentado en mi lugar, mirando sin nada de interés al resto de invitados.
Se acercó una mujer a la mesa, acompañada de quien parecía ser su esposo, y además, un chico.—Hola, Daphne. Hola, Demian—saludó mi mamá sonriente, levantándose de su asiento para saludarlos con un respetuoso beso, al igual que mi papá—. Hola, Christopher —saludó dulce al chico. Él sonrió educadamente.
—Hola —se limitó a decir en plural. Algo que me hizo reír un poco. Al parecer a él también le agotaba saludar uno por uno y prefería hacerlo para todos y ya.
—¡Erick!¡Qué grande que estás! —habló la tal Daphne mirándome—. ¡Mira cuánto has crecido, Er!
Sonreí nervioso. No entendía mucho lo que decía.
—¿Verdad, no? —continuó mi madre viéndome, para después ver a Christopher—. Tú también has crecido mucho, Chris.
—Gracias, señora colón.
Al momento, los adultos se marcharon a hablar con otras personas.
—Hola —me atreví a decir y él se volteó.
—Hola —correspondió y se acercó para chocar su mejilla con la mía, haciéndome sonreír nuevamente, al parecer a él tampoco le gustaba dar besos en la mejilla como saludo a gente que no conocía—. ¿Cómo estás? Permiso —dijo antes de sentarse a mi lado.
—Bien. Algo incómodo, sinceramente.
—¿Por?
—No me gusta usar trajes.
Rió ligero.
—Son incómodos —correspondió.
—Mucho. En especial el botón de arriba, siento que me ahorco —simulé falta de aire por mi garganta, bromeando con una asfixión. Robándole una risa.
—¿Y por qué no te lo sueltas?
—Mi mamá dice que se verá feo.
—En parte tiene razón.
—Algo. ¿No te aburre venir aquí?
—Pff, muchísimo —exageró su rostro contorsionándolo al extremo al compás de sus palabras. Haciéndome reír.
—¿Cuántos años tienes?
—Trece.
—Oh.
—¿Tú?
—Once.
—Qué pequeño —me sonrió tiernamente—. ¿Ya cumpliste este año?
—Sí. A principio de año.
—Feliz cumpleaños.
—Ya pasó.
—Bueno.
Lo miré y reí bajo.
Durante el resto de la noche me la pasé charlando con Christopher. Era muy buena persona e interesante.
Al momento en que todos comenzaron a bailar Chris me sacó a la pista, haciéndome bailar esas baladas lentas que no me gustaban.
—No sé bailar —aclaré.
—Eso no importa. Es fácil —dijo ayudándome a colocar una de mis manos en su hombro, alzó nuestro entrelazo y su mano restante paró en mi cintura—. Solamente déjate llevar —aconsejó.
—¿Y si me miran raro?
—Hay cosas más importantes que la opinión ajena, Erick —se movió un poco, seguí su ritmo algo dudoso—, al igual que para ellos hay cosas más importantes que vernos bailar.
—Pero igual, mira s-
—Shh.
—Está bien.
Seguí su ritmo despacio, mi mirada estaba en sus pies para no perder la sincronización. Temía fallar algún paso y verme ridículo ante él.
—Erick —llamó.
—¿Qué? —pregunté sin quitar mi vista de sus pies.
—Mírame a los ojos.
—Pero voy a perderme y no quiero tropezar —justifiqué levantando la vista. Sus ojos me veían de cierta forma que no entendía. Sentí un cosquilleo recorrer mi espalda al ver el fondo de sus ojos avellana.
—No tengas miedo. Déjate llevar, Erick, no vas a caerte si confías en ti.
Comencé a bailar junto con él sin dejar de mirarlo.
Sentí cómo un leve sonrojo se apoderó de mis mejillas y quise correr la mirada pero pero él sólo rió ligero y me recordó no quitar la vista.
Terminamos de bailar y fuimos a sentarnos cada quien en su lugar para cenar.
Después ya era hora de irnos y tuvimos que despedirnos de todos nuevamente.
Llegamos a la familia de Chris y al conectar con sus ojos avellana sólo pude sonreír al igual que él.
—Adiós, Christopher —saludé.
—Adiós, Erick. Fue lindo pasar la noche contigo —se acercó y dejó un beso en mi mejilla. Se alejó y me miró. Sonrió y cerró sus párpados al mismo tiempo por un segundo que resultó ser extenso para mí. Luego revolvió mi cabello—. Eres muy tierno, Erick.
Sentía que mis mejillas ardían.
¡Rápido, bomberos, hay fuego!Después de todo, este evento no fue tan malo como esperaba. De hecho, el mejor día de mi corta vida.
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Brillo || Chriserick
Teen FictionPara mí, él no tenía brillo, sino que, él brillaba por sí solo y yo era capaz de admirarlo sin cansancio hasta el fin de los tiempos. BY: Pendeja4ever.