Brillo || Chriserick

V

Ya había comenzado un nuevo año y mi cumpleaños ya había pasado. No había invitado a ninguno de mis amigos porque sólo fue algo en familia y pequeño, porque en realidad yo no sentía necesidad de una gran fiesta.

Dos semanas después Chris vino a casa con Daphne, quien era una gran amiga de mamá a estas alturas.

Desde que Chris habia comenzado a hacerme sentir como sólo él lo hacía me había comenzado a preguntar si a él también le bombeaba tanto su corazón como a mí al saber que íbamos a vernos, si él también se sentía avergonzado cuando lo miraba, si él se sentía de igual forma que yo.

—Entonces ya tienes doce —dijo Chris recostado en mi cama mientras yo dibujaba en mi escritorio.

—Sí.

—Ya no estás tan pequeño, pequeño Erick.

—Supongo que no, pero lo sigo siendo.

—Aunque no tanto.

—Aunque no tanto —repetí—. ¿Tú también en tu cumpleaños hiciste algo pequeño?

—Sí. No quería una gran fiesta.

—Concuerdo.

—Oye, Erick.

—¿Qué? —me giré a verlo, encontrándolo sentado y ya no recostado.

—Ven —caminé hasta él y me senté a su lado—. Te voy a dar un obsequio—dijo llevando sus manos a su cuello, quitando su collar.

—N-No es necesario.

—Claro que sí —rió suave—. Date la vuelta, por favor.

—Claro —obedecí y colocó el collar en mi cuello.

—Te queda mejor a ti que a mí.

—Eso no es cierto.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque yo no soy bonito.

—Eso es mentira.

—Tú dices mentiras —continué en tono dulce.

—Eres muy bonito, Erick —esta vez, acomodó mi cabello—. Eres un gran chico.

—Tú también, Christopher.

—Díme Chris, pequeño Erick.

—Está bien —acepté—, Chris.

Sonreí cariñosamente y Chris esta vez no hizo su expresión, sólo corrió su rostro algo tímido, sonrojado.

—Chris —llamé.

—¿Qué pasa?

—Te quiero —me miró de la misma manera que yo hace un momento y luego sí hizo su expresión, pero esta vez, ruborizado haciéndo aún más bonita esa faceta suya.

—Yo también, pequeño Erick. Te  quiero mucho. —nos sonreímos rojitos y alcé mi mano hasta la suya para acariciarlo.