Brillo || Chriserick

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Luego de cenar y comer el postre ayudé a mamá a lavar los trastes.

—¿Quiéres ir a afuera, Chris?

—Claro.

Salimos y nos sentamos bajo mi preciado árbol que estaba allí desde que yo era pequeño.

Todo el alrededor estaba lleno de distintas plantas, flores y rosas. A mamá le encantaban y las cuidaba con un amor impresionante.

—¿La pasaste bien? —le pregunté con mi mirada al frente. De reojo vi que él también miraba hacia un punto fijo.

—Increíblemente bien —me miró he hice lo mismo—. Gracias.

—Gracias a ti por aceptar.

—Nunca me negaría a una cena —llevó una de sus manos a su panza y palmeó despacio. Robándome una carcajada. Me miró con una sonrisa y... ese brillo, otra vez.

—Qué idiota.

—El mejor de todos los que conozcas, pequeño Erick.

—Ya no soy pequeño, Chris, dejen de llamarme así.

—¿Cómo que no?¿Tú te has visto a un espejo, cariño? Eres mucho más tierno y dulce que un niño.

—No digas eso —pedí avergonzado y me acerqué a él para esconder mi sonrojo en el hueco entre su hombro y su cuello.

—Es la verdad, pequeño Erick —me alejé y lo miré de la misma manera que él a mí. Acercó su mano hacia mi cabello y corrió un pequeño mechoncito de mi rostro—. ¿Cómo haces para ser tan perfecto? —preguntó dejándose recostar en el árbol.

—Yo no soy perfecto —me giré para verlo—. Tengo mis defectos, Chris.

—Está bien, no eres perfecto, pero tus defectos son bellísimos entonces.

—Ay, cierra esa boca, Christopher —miré al frente y solté una risita.

—¿Quiéres que me calle?

—No, en realidad, no.

—¿Por qué?

—Me gusta escucharte. Me haces sentir tranquilo.

—Pensé que era el único.

—¿El único qué? —lo miré.

—El único que veía al otro como alguien que brinda paz no tan sólo con su voz, sino que, con una sonrisa. Tu risa es hermosa, de hecho, una de las risas más llenas de luz y felicidad que he oido. Ligera y con una escencia única. Eres brillo, Erick. Desde pequeños me haces creer eso, desde que vi el brillo de tus ojos claros mientras bailabamos en el evento.