Capitulo 8 (Cazar zorrillos)

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Mira a sus propios pies arropados por los calcetines azules de dibujos extraños, siente el frío como un desvelado acompañante esperando un adicional calor que falta en la habitación. Innumerables veces pasa la idea del curioso beep al abrir la habitación, besando sus oídos, su voz abrazandola desde atrás. Se hace eterna la noche y tormentosa la espera, una lágrima presentose ante las puertas de los ojos color nieve de Maria, es la añoranza interfiriendo en el latir, un espantoso abrazo de tristeza, un culminante golpe de la decepción.

Una noche de asesinato en Nueva York, una madrugada muerta para ella, desea ahora más que nunca la compañia de O'Sheal, su hombre ideal, con quien decidió casarse hace tres meses pero hoy, hoy ataca la inseguridad a cada razón de su decisión. ¿Saltar y abrazarlo cuando llegase enseñandose cuanto extraña su presencia en esta habitación ? O ¿ Utilizar la fría conciencia para explicar la situación actual del matrimonio? Abraza nuevamente sus piernas y acomoda su cabeza sobre sus rodillas deseando afecto entrañable, tiempo perdido que duele en la mente no tanto como en el corazón. Seguridad de su amor tiene, inseguridad en merecer esto también, una noche más en la que se rebela contra la costumbre por una mente de mares y océanos.

"Beep" Por fin avisó la puerta de la llegada de su marido, este sin saber del desvelo de su amada continuó con cierta calma monótona la marcha contra la ducha. Un lavado rápido con agua salobre pues la dulce era un lujo que solo el 1% de la población mundial podía disfrutar. Cae como lluvia desde la ducha a solo instantes que el detector de calor escaneara su cuerpo, tecnología desarrollada para el consumo mínimo de este recurso, y evitar tontos despistados que dejen la lluvia por largas horas. Por ley el baño más largo debe durar 15 minutos a no ser que disponga de una bañera de siglos pasados donde almacenar el óxido de dihidrógeno y disfrute de baños de burbujas. Quizás incluso hierbas medicinales y de olores conseguidas únicamente en el mercado negro, sustancias robadas de los baños de oro por los criados de los burgueses. Culmina por fin durante esta explicación, el baño glorificante, aún con sus ausencias, dando inicio a la ansiada charla de María cuando entre este en la habitación de camas.

- ¿Donde has estado Adan? - El tono depresivo de su voz contagió a O'Sheal haciéndole saber las preocupaciones por su sensible corazón.

- Trabajando María, sabes como es - No contento con su respuesta, pues es un llamado inminente a la destructora monotonía del matrimonio.

- Ese es el problema, que lo sé, y nunca quise saberlo, injusto para mi quien ama tanto de ti, que se priven cada uno de tus encantos de mis manos - las lágrimas comenzaron a desbordarse, dibujando caminos fríos y húmedos sobre sus mejillas.

O'Sheal detestaba ser la razón del triste llanto de su princesa, un arma contra su altivez, un virus que provoca la mal-función de su cerebro.

- No se privan mis encantos, tienes de mi cada día, nunca dejé de amar con pies descalzos cada uno de tus duendes. - Cita frases dichas antes por ambos en tiempos diferentes, ansioso por calmar el brote insaciable de lágrimas. Ella por su parte cree que la manipula, usando el pasado para fingir que en el presente todo está bien y en el futuro estará mejor, siendo en su mente lo contario, deslumbra un futuro agonizante de sus suspiros nocturnos, un presente sin final en una habitación oscura pidiendo el calor de Adan a través de gritos mudos.

- Cada noche necesito más de tus caricias, y no sentir como se drena en un vacío espacial tu ausencia de un tiempo que jamás recuperaremos. - Salta de las sábanas llorando buscando sus brazos encontrados al borde de esta.
Comienza a llorar mientras calienta en su piel la propia suya, inhala con violencia evitando hacer perder algún objeto a las fosas nasales, peina su flequillo con los dedos en medio de tal danza de lluvia expulsada de sus ojos, un intento doloroso de forjar un nuevo mar por el cual remar junto con su Monsoir O'Sheal. La tortura del caso sin resolver, tantos asesinatos y una chica viva da más problemas, no permitiría prestar atención al cuerpo de su mujer solo una vez muerta. Lo que serían besos y roces ahora un bisturí atravesando sus tejidos para descubrir la causa del fallecimiento, no sentiría para ver dentro de ella, ahora sólo usaría sus ojos, no escucharía nunca más el palpitar de su corazón, y quizás tuviese la oportunidad merecida de sentir como se desvanece tal en sus brazos, acompañado de un "te amo" suspirado entre sangre.

- Solo culmino este caso y nos vamos para Canadá a cazar zorrillos todo el invierno entre los bosques y la nieve - Dijo por fin al imaginar sufrir su pérdida sin merecer la pena en vida. Los ojos de María comenzaron a iluminarse como la estrella que siempre ha sido con brillo propio, aumentado por las lágrimas de sus ojos, de una contracción total a la mayor dilatación jamás vista por O'Sheal, si, era su pupila traicionando sus mentiras, concediendo el gusto antes que la mente influenciara.

- Te amo Adan - Comentó sollozando al instante de desplomarse en los brazos de Morfeo, Dios griego del sueño.

- Te amo María - Levantose su cuerpo hasta los aposentos, un abrazo infinito solo quebrado por la mañana, un calor interminable dejando escrito de antemano "confort" en sus cabezas, dormir generando dopamina y norepinefrina con sus simples prescencias completando cada pedacito, llenando cada vacío, siendo inconcientes en la totalidad de lo que significa uno para el otro y viceversa.

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