Capitulo 7 (Angel sexual)

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- Buenas noches detectives - decía el sujeto con la cara tapada por las sombras, un rostro resguardado por la oscuridad, mientras estrechaba su mano hacia ambos agentes.

- Buenas noches - Smith apretó su mano en sentido agrado de su presencia.

¿ Por que una reunión a horas avanzadas de la noche? Este lugar es un paraíso para los consumidores de heroína, un gran punto de Comercio entre los dillers e incluso el mercado negro de biorobótica amaría dicho parqueo. Espacioso, las columnas nos colocarían a cubierto en caso de un tiroteo pues también otorga ventaja a la emboscada. ¿Quien es este sujeto y cual es su relación con Smith? ¿Por qué habria que venir hasta aquí para hablar con dos agentes? ¿Que sabe y que quiere a cambio?

- Hoy en la tarde me visitó otro policía aparte de usted - Con voz cansada el intrigante hombre contaba su experiencia. - Investigaba el mismo caso dijo él para entrar en mi casa, una vez allí - la voz ronca y sofocada por los años del desconocido entre las sombras hacía una pausa para exhalar una ventisca desde sus pulmones, acompañado del crujir de unos bronquios enfermos con el humo del tabaco - Muy educadamente se sentó y solicitó permiso para usar su cigarrillo electrónico. Con calma e indiferencia sorprendente se expresaba, dejando claro que el caso sería cerrado. No le permití continuar con sus difamaciones acerca de mi hija - Afirmó el hombre de avanzada edad mientras se formaba un nudo en su garganta ante el atróz recuerdo de su ausencia

- Ofreció mucho dinero para mantener mi boca cerrada, una baliza idéntica a la que usted porta. Obviamente me negué, la vida de Ana no tiene un cuantioso precio para mi - Exaltado ante la insinuación descabellada e inhumana que le ofrecieron - Agarró mi cuello, y pegó mi espalda a la pared, contenía mucha fuerza, justo noté el ojo metálico con sus engranajes girando y los láseres alumbrando en su cabeza, sostuve su brazo mientras mi cuerpo levitaba aguantado por mi cuello, era un cyborg de ojo y brazo. Comenzó a recitar las mismas difamaciones y está vez ofreció mi silencio a cambio de nada. Les pido agentes, atrapar al culpable del asesinato de mi hija - Juntó sus manos implorando por ayuda desesperadamente - Solo confío en usted Detective Smith, denle caza a ese maldito Folder Shocken, estoy seguro de su responsabilidad en dicho caso.

- No necesita implorar - Dijo Mitch con un tono paternal y solidario. Un brillo adornando sus ojos, su bondad expuesta por encima de su traje negro. - Aprovecho esta ocasión para hacer de Thomas espectador - Dijo girandose hacia O'Sheal - Al haber sido cerrado el caso, nuestros recursos fueron limitados a cero, este dinero fue el inicial atribuido al comienzo de la investigación, es todo el recurso monetario con cual contamos. Decide usted ante la asistencia del padre de la víctima, tomarlo como el pago de sus eficientes servicios o permitirnos usarlo hasta dar con el criminal. - Colocose Smith a su amigo en una posición difícil al realizar dicha propuesta frente a Thompson.

- El egoísmo característico de esta sociedad aún no ha logrado corromper mis huesos - Haciendo halago de sus propios valores negose el dinero que sería de su pertenencia para donarlo a la investigación hasta atrapar al asesino. Sabía Adan que todo había sido una estrategia para hacer influenciar su decisión por la verguenza del rostro desolado de Thomas. Un pathos de rechazo bien inducido usando sus valores contra si mismo.

- Sabiendo esto los tres aquí presente podemos dar por culminada nuestra reunión - Dio final a la nocturna supuesta entrega.

Todo lo que debían dar a cambio no era más que su compromiso con la víctima, una confianza desprovista de egoísmo y deseos personales. Un llamado a los códigos morales de los detectives ante la prescencia del más adolorido de la ciudad ante dicho crimen. Y quizás dolor es una palabra insuficientemente capacitada para describir el horrendo malestar que presionaba su corazón y dejaba huellas en su rostro. Unas ojeras alargadas por las horas sin dormitar, y unos ojos vacíos, oscuros y profundos en su interior, un agujero de gusano en la cara de un muñeco de peluche, sin ánimos de caminar, evitar tropezar y caer al suelo pues, quien daba cuerda a sus engranajes de algodón yacía a seis pies bajo tierra.

En Brooklyn, muy cercano al Central Park, pulmón natural de la ciudad, pasan por las memorias de alguien su última proeza sexual. El recuerdo del vestido negro cernido a la piel pálida de tan inocente chica ante los demás pero, llena de perversiones en su mente. Su olor de mil angeles aún sentido en su nariz, y los besos en cada lugar oculto de su cuerpo, bañado por una ligera capa de sudor con sabor a rocío primaveral, trayendo consigo a la lujuria. Un camino formado por los surcos de su abdomen, creado por los mismos dioses griegos, una descendencia directa de Afrodita, culminando en el más grandioso de los altares femeninos. Tal belleza inocente entregaban a sus ganas el deseo inevitable de dominarla, golpes secos y torpes, gemidos de dolor y placer revoloteando y chocando con las paredes, una ecolocalización entre la oscuridad del ambiente, era imposible perder la posición exacta de la boca aún con los ojos vendados. La fuzta en atronadoras cargas se precipita una y otra vez contra la blancura de la espalda dirigida por el brazo masculino en la mayor de las manifestaciones sádicas de la virilidad. Carne cruda entre los dientes, y jugo de limon en la lengua, un navajazo de corte preciso entre sus piernas duchando al metamorfo hombre en los liquidos más disfrutados por los amantes del sexo. Legó de imprevisto a su mente en medio de los recuerdos más lujuriosos, el aplastante peso de la culpabilidad, pues su Ángel de la cama, había fallecido hace muy poco tiempo. Deseoso de encontrar al culpable que lo había privado de la mayor obra artística de placer cuyo cuerpo y mente habían disfrutado. Regresó a su fría racionalidad natural, levantose del sillón marcando un número telefónico.

- No soy hombre de esperar, quiero alguna información del asesino, para ello te pago - Colgó el teléfono evitando escuchar excusas. Tornó hacia la chimenea para calentar su cuerpo mientras tomaba un vaso de whisky y pensaba las numerosas torturas a las que sometería al culpable de la muerte de su angel sexual.

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