capitulo 15 (Entrañas de fuego)

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Los ojos de Adam se tornaban rojos, su corazón bombeaba sangre tan deprisa que quemaba como fuego bajo la piel. Las gotas de sudor asomaban su ligera presencia por cada poro bañando el cuerpo en un brillo nervioso. Aún intentaba consolarse que dicha sensación era a causa del bombardeo informativo difícil de asimilar y no, por el cruel terremoto el cual sacudía sus falacias y sofismas. Su interior aprisionaba una tormenta.

- Entenderán la gran responsabilidad que hay en vuestros hombros - Dirigiose Folder Shocken con voz paternal a sus protectores. - Formarán un equipo altamente capacitado para escoltarme y velar por mi condicion física. He dejado de ser igualado a los demás ciudadanos cuando mis depósitos atesoraron notable cifra, soy el sustento de millones de familias y esta empresa el medio para nuestros tratos empleados&jefes.

-Mañana se presentarán temprano, a primera hora, descansen vuestras mentes y analicen lo escuchado en esta sala. A partir del próximo Alba inicializaran sus labores por las cuales fueron empleados. - Despidió Onix a sus nuevos agentes, quienes sin sospechar del desconocido sujeto cual sería su jefe en los próximos meses, los conocía con detenimiento y detalle.

Y así O'Sheal aún en shock, esperando silencioso el largo trayecto del elevador para descender hasta la planta baja, trayecto cuyo cerebro disminuyó la duración tediosa, se decidía a informar al agente Will Smith para una reconsideración de la estrategia a efectuar.

A numerosos kilómetros de la Torre de Industrias Universal, en una pequeña granja desolada y apartada, a las afueras de Nueva York. Donde el pasto crecía fresco, y el suelo se manifestaba fértil, a inicios de la primavera adornada por el revolotear de las mariposas monarcas. Rojo y negro por doquier, confundidas fácilmente con una estela mágica en el bosque cercano donde se alzaban numerosos pinos. Se alzaba una base militar cercana cuyos soldados siquiera imaginaban el uso peligroso y pirata que se le daba a su antena de comunicaciones.

En dicha granja, caminaba meneando sus caderas una mujer quien en la madurez de su edad conservaba su juventud, engalanada por un cernido vestido rojo, cuya tela delgada y fresca culminaba a mitad de los lisos muslos, resguardando los placeres, pero, invitando a los espectadores a volar en fugaces ilusiones de ensueños. Ubicado frente a un moderno ordenador de duodécima generación se hallaba el privilegiado degustador de las seducciones femeninas de la diosa la cual se acercaba lentamente a sus espaldas. Los sonidos de los tacones golpeando el suelo en una marcha eufórica apaciguado por la calma, semejante al de los tambores de guerra los cuales susurraban a los oídos del hombre como súcubos, implorandole su salto al vacío de los placeres.

Tecleó los últimos comando acompañados de un punto y coma, cuando fue violentamente girada la silla en la que se encontraba junto consigo. Lo primero apreciado es el deseo incansable en los ojos de la ninfómana de rojo, tendía sus piernas abiertas y acomodose lentamente sus glúteos sobre los instintos carnales de su cómplice. Rechazó con sus largas uñas los tirantes que mantenían en pie la ropa sobre su cuerpo, haciendo visible la belleza oculta bajo este. El clima húmedo de su boca empapando los labios seducidos, y rozando en complacencia ambas lenguas en una danza bajo la lluvia de sus salibas. Recorre con su mano cada milímetro de su cuerpo generando un placer propio a su tacto y a la vez visible a su amante. Depositó sus largos dedos justo donde acaban sus piernas y se unen en glorioso monumento al éxtasis, precipitando sus dedos con presión hacia sus entrañas. Las aguas de fuego sacudidas no podían ser ignoradas por los instintos animales del hombre quien sujetó su arma desenfundada para recibir los premios húmedos de combate no peleado.

Cada gemido empujaba su mano a desear más y no parar, mientras su pareja al borde del roce realizaba el mismo auto-erotismo. Cada cual tocaba su cuerpo y lo presionaba como mejor sabía, en una basta experiencia placentera que cada cual podía ofrecerse a si mismo. Y a su vez regalar un espectáculo de sumo entretenimiento a quien sus instintos desean.

Llevose los dedos a la boca, los saboreó cerrando los ojos y especulando con un gemido mudo lo delicioso de ellos, sofocó la cordura del implacable hombre quien perdía a cada segundo sus hábitos civilizados para transformarse en la bestia que ella deseaba. La adrenalina se apoderó de su cuerpo y levantó a la demoledora chica agarrandola por las caderas. Ella quien hacia práctica de su cuerpo ajustó en medida exacta sus piernas al rededor de la cintura de su cómplice sexual quien se precipitaba a sucumbir ante sus placeres.

Colocó uno de sus largos dedos en la boca semi abierta de fornido cemental y le susurró al oído.

- ¿Enviaste lo que te pedí?

- Debe estar en estos momentos tocando fondo

- Así lo deseo. El no merece más que infortunios y desgracias. Lamentable lo que le sucedió a la joven Secretaría con la que se acostaba. - Sonrió irónicamente, y besó nuevamente a quien haría disfrutar de la belleza de su cuerpo y los placeres de este.

Su formada figura no escatimaba en rasgos atractivos, una perfección, colocaron lo debido en cada posición exacta, dotandola de caderas proporcionales al ancho de sus hombros.

El chico de cabellos oscuros, lanzando su pullover contra la chimenea apagada, deja ver los gloriosos músculos de su abdomen, lineas bien contorneadas entre cada cuadro. Dejando su pubis y lanza de fuego a la vista de su excitada ninfómana de rojo postrada sobre la mesa. Decide arrancar violentamente su cinturón y amordazar las manos de ella a su espalda. Sintiose como cada músculo de su cuerpo se tensó, su cuerpo era dominado por los instintos, deseaba estar dentro de ella cuando encontróse ante el cuadro semejante de ella de espaldas con las piernas abiertas. Arqueada mostrando sus músculos de la espalda y el hermoso surco que se formaba en su espina dorsal.

- Te quiero dentro de mi - Reprochaba por la demora indeseada que hacía avivar las llamas del deseo, y calcinar sus propios husos.

- Implorame que lo haga - Agarró sus cabellos y arqueó aun más a la dominada mujer perfecta.

Solo podía quejarse de su condición con gemidos, los cuales fueron callados cuando sus exigencias fueron cumplidas. Lo sentía por fin...en sus entrañas...

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