capitulo 19 ( Sucubus)

23 3 2
                                    

La doctora Salska esa tarde había hablado con Shocken quien en un ataque inminente de ira salió rápidamente de su lujosa Oficina Presidencial, cegado, con la sangre hirviendo, las nuevas entregadas acerca de su caprichoso matrimonio turbaba su mirada. Perdido, idealizaba un plan para salir victorioso de su situación, una forma ineludible, algo buscaba entre sus opciones a efectuar. En su intrépida salida había pedido ser escoltado por Onix quien ordenó la compañia de dos oficiales y Adam, salieron en caravana del establecimiento, del colosal rascacielos de arquitectura impresionista.

He aquí en el momento presente, el apartamento en las nubes, colindante al parque de Manhattan, se posaban nuevamente los Leones de mármol al borde del suicidio, una caída al abismo que culminaba en el glorioso pavimento de la nación americana. Sin ton ni son el escandaloso bullicio inició, era la señora Shocken sin consuelo exigiendo en su delirio caótico.

- Esta mañana he mirado mi rostro al espejo, he visto en el reflejo mi desdicha, el infortunio al que he sido sometida - El llanto insufrible acompañaba su orquesta fúnebre de una vida ingrata.

- ¿Que ha pasado esta vez? - Reclamó una explicación el magnate. Los ocho agentes de seguridad esperaban callados, escuchaban todo pero si deseaban conservar su empleo no debían si quiera dirigir su mirada curiosa a la pareja matrimonial.

Entre disturbios y peleas Adam logra sigilosamente acceder solo a zonas desocupadas de la estancia, usando la justificación de la seguridad del perímetro, a su vez, demostrando su poco interés en asuntos personales de su empleador. Las puertas carecen de pestillos puestos haciéndole más factible el trabajo de buscar información. Se aventura por la cocina, y deja atrás la sala de tv, amueblada solo por un cómodo sofá y una pared entera de pantalla. Quizás los cuadros colgados en la pared eran desconocidos para sus compradores pero, luego de muchas pláticas con María lograba reconocer obras modernas y digitales tales como: " No soy humano en todo lo que ves" Y " Coito cyborg "
Este último una fiel representación de los placeres imaginarios sentidos por cyborgs al rozar su maquinaria, creía escuchar la voz de su joven esposa acuchillando su cabeza, la sonrisa inesperada de su rostro se tornó triste al notarla.

Había llegado a los aposentos de Folder Shcocken, escuchó a través de la puerta para percatarse de la inexistencia de una presencia en el interior, no deseaba ser acusado de espía empresarial por ningún testigo de sus actuales actos. Una cama imperial circunferencial y pretenciosa colocada en el centro, cortinas las cuales invitaban a la privacidad de la pareja alrededor de la estancia, luces de volcán entrelazadas con la pared, era todo un palacio para soñar en las madrugadas después de un día agotador en Nueva York. Creyó que la pareja compartía la habitación pero, un grito traído por la brisa proveniente de la sala de recibimiento condujo a sus oídos "Hace tres meses que no duermo en la habitación contigo". Dicho palacete pertenecía a una sola persona, una única aventurera se intrincaria en la odisea de esta habitación para hallar entre las noches la interminable soledad del espacio vacío.

Menuda su sorpresa al descubrir y apreciar detenidamente las fotografías abrazadas por una carpeta sobre la mesa de noche. Sus hipótesis acerca del caso habían cambiado aún más, sus ojos revelaban confusión, una explicación nueva, las piezas descubiertas trazarian una nueva figura geométrica. Pasaba lentamente las foto-impresiones con la esperanza de no perder ningún detalle, recordar luego cada fotograma. Sus demonios comenzaban a salir espantados de sus madrigueras, susurrando teorías, sofismas irreparables, deseaba hacer callarlos en sus propios caos, debía abandonar la habitación urgentemente. Dejó la carpeta en el mismo sitio, sin ser notada la variación en la ecuación de la misma.

En la ciudad, a varias yardas, en los barrios más bajos. Smith se tranquilizaba luego de asimilar toda la información escuchada minutos antes, recuperaba la compostura, arreglaba su corbata.

- ¿Me ayudarás con esto? - Cuestionaba Will, sabía que necesitaría ayuda, la cual el departamento de policía de Nueva York no le entregaria debido al carácter ilegal de la investigación.

- No directamente - Protegió su cuello más que sus intereses.

- Explicate ¿Como se supone me darás una mano?

- Utilizaré mi amplia red de tráfico para conseguirte información, me pagarás con más cristales psicodélicos de martes - Su voz se tornó coqueta.

- Trato hecho - Puntualizó el agente Smith - Ahora me tengo que ir.

- No irás a ninguna parte, aun no - Los movimientos de Venus se tornaron sensuales. - Aun no has probado el cristal Willy - Guiñó su ojo mientras se arrastraba por la mesa. - No puedes huir, cerré la puerta con llaves antes de platicar de negocios, terminados los negocios, inicia el placer. - Saborió sus labios en un húmedo y lento tacto con su lengua.

- Tengo trabajo que realizar - Cuestionó el agente, aunque su cuerpo le traiconaba con punzadas repetitivas en el abdomen bajo, sus deseos se acrecentaban cada vez más, cada segundo le dirigía directo a su pena de muerte en las garras de la bruja.

- Recordemos los viejos tiempos, cuando frecuentabas Viernes Virtual, me encantaba tu cabello despeinado, no dejabas de danzar en toda la noche, tus deseos se consumaban aquí, las paredes solo escuchan pero si hablaran contarían de ti tantas hazañas.

El desespero de huir de la habitación antes que caer en la tentación deseada se hizo añicos, las bases de su edificio estuvieron manchadas del barro negro de Venus, desmoronandose inevitablemente, quizás por ello deseaba huir. Precipitose sobre la ágil hacker, quien reclamaba la bestia infernal bajo la vestimenta de detective. Acarició sus senos, humedeció y marcó sus caderas con mordidas de éxtasis. Sentía la heroína olvidada en sus labios, y la cocaína en sus pechos, una droga sin igual, la rehabilitación que había representado la separación de varios años ahora había sido en vano, volvía a caer en la tentación de la droga femenina.

- Abre tu boca - sollozó delicadamente en el oído de Will. Hundió sus dedos y atrapó su lengua. - La cortaría para besarla cada mañana, lástima que la necesites para recordar los halagos que me dedicabas. - Vertió la mitad del contenido del Cristal alucinógeno entre su saliva y besó con desdén a su añorado juguete sexual.

El mundo se consumía a su alrededor, las paredes cobraban su alegría y ahora tenía la facultad de escucharlas. Su cuerpo daba vueltas entre los ordenadores, sentía a Venus en todos lados, arriba, abajo, en su espalda, dentro de su cuerpo. Incapaz de negarse a favorecer las incontables Venus que se forjaban frente a su semblante. La euforia, la adrnalina, el terror de no regresar jamás, agarraba la cabeza de la bruja mientras le entregaba el mejor sexo oral de su vida, sentía la columna vertebral deseando descender, y los imparables rayos de sus nervios cada vez eran más frecuentes, los truenos de la tormenta interminable de Venus se hacían más altos acompañados de sonidos guturales en su garganta. Veía el ojo del huracán, y las paredes insistían que recordara, su cabeza se hacía pesada, una vez más la lengua de la hacker demoniaca quien su cuerpo variaba a sucubus dentro de Smith atacaba sin piedad los sensibles nervios de su pubis, una pastilla más, el primer besos hace muchos años fue así, pasaba transportada por los músculos y resbalava mojada de ambos hasta el estómago. Había llegado su hora, entraría con su tren en el pasadizo secreto de ella, la abrazó.¡ Elfenmädchen!gritó al encontrar las estrellas del húmedo túnel infernal dentro de la Sucubus.

 Sombras Y Labial Donde viven las historias. Descúbrelo ahora