Capítulo 1

1.7K 124 50
                                    

De vuelta a la realidad

     Odiaba mi vida, y también mi suerte.

     Yo tenía un don y una maldición. El don era poder estar siempre en el lugar indicado para ver todo lo interesante a todas horas, la maldición lo contrarrestaba con creces. Tenía muy mala suerte, podías pegarme con una satén el la cabeza para intentar dejarme inconsciente, y me darías lo más fuerte posible para hacer el máximo daño pero no lo suficiente para noquearme.

     Por otro lado, estaba la mala suerte que se repartía en largos periodos. Os pongo un ejemplo: llevo todo el verano muriéndome de asco.

     La Madre Consuelo (o vieja gárgola, como la prefiráis llamar) solamente se comportó bien con migo delante de Madame Pomfrey, la cual le dijo que había sacado un 10 en todas las asignaturas. Esta parte me hizo mucha gracia porque cuando se fue, tuve que cambiar el nombre de las asignaturas y explicarle lo que hacíamos. 

     Al final se quedo más o menos así:

     ·Herbología: esta se quedó como estaba, era importante estudiar las plantas de nuestro entorno. 

     ·Ástronomia: Universología, donde observábamos las estrellas y al planeta en si para conocer como dios creo el universo. Mirando las estrellas podíamos decir que en efecto, el sol da vueltas a nuestro alrededor.

     ·Vuelo: Limpieza, para poder utilizar bien una escoba. 

     ·Historia de la Magia: Historia de Cristo, donde básicamente leíamos la biblia. 

     ·Encantamientos: Lengua, esta no era tan diferente, cuando más conocimientos tenías sobre este, más lejos te llevaría. Aunque algunas cosas no sirvan para nada, equivaliendo el hechizo para que una piña baile claqué a la morfología. 

     ·Transformaciones: Traducción, específicamente al latín. Al fin y al cabo, convertíamos una cosa en otra, no era tan diferente. 

     ·Pociones: Cocina, porque mezclar bien los ingredientes es necesario para que este rico.

     ·Defensa contra las Artes oscuras: Religión, donde estudiábamos al diablo y aprendíamos palabras para espantar al mal.

     Admito que esta última me hizo bastante gracia la idea. La arpía estaba contenta, y todo el mundo feliz y encantado de la vida, incluso Nancy. Ella pensaba que me habían devuelto. 

     Me había acostumbrado a Nyx, la cual estaba a cuidado de la familia Malfoy a petición mía. Por lo visto, una lechuza más no seria problema entre las otras diez. Él sabía que no debía intentar tocarla, y ella estaba enfurruñada conmigo por no llevármela. Pero una mansión es mucho mejor que una jaula todo el verano. 

     Por otro lado, me castigaron más de lo normal, aunque el trato por parte de todos era el mismo, y eso que la mayoría eran niños nuevos. Alexander se había marchado con su nueva familia, y no puede estar más feliz por él, era un buen chico. 

     Este lugar te corrompía poco a poco y te ahogaba lentamente si no te unías a él. Es una lástima que yo pudiera aguantar tanto, sería curioso verme a mi misma convertida en  un títere de cartón y sucumbir a la soledad. 

     Un día, cuando observaba el jardín desde mi ventana con barrotes, vi a alguien bastante familiar cruzar por él. Una señora elegante, con el pelo castaño canoso y un vestido que no dejaba enseñar nada de piel fuera de lo esencial. Madame Pomfrey. 

     Adiós infierno y hola mundo cruel. 

     Todo fue igual que año pasado, pero con un pequeñísimo detalle. 

Lilianne y la Cámara de los SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora