Capítulo 4

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Regalos, sangres sucias y voces

     Era todo muy entretenido desde mi punto de vista. Ver a Harry esquivar a Gilderoy Lockhart durante los próximos días cada vez que lo veía acercarse por un corredor era gracioso, pero aún más era hacerlo de Colin Creevey que se sabía de memoria su horario.  

     Normalmente dejaría caer a una persona por las escaleras, del suelo no pasan, pero Christina era tan singular que por acto reflejo la agarré para que no cayera. La tiré del brazo hacia atrás y ella abrió los ojos que había cerrado pensando que era inevitable su caída desde lo alto de la escalinata.

     -Cuidado -la solté-. No llevas ni una semana, sería preferible que disfrutaras aunque sea un año antes de morirte.

     -Muchas gracias -me abrazó.

     -Para, para -intente separarme- no me gustan los abrazos. No me hagas que me arrepienta de no dejarte caer. Te empujaré yo misma.

     -Vamos Lilianne -sonrió- a todos nos gustan los abrazos.

     -A mi no -negué- ni el contacto humano en general. Si no fuera porque algunos no son idiotas o porque disfruto de la desgracia de las personas, no me gustaría ni mirarlas.

     -No puede ser -me miró con la boca abierta-. Eres una amargada.

     Eso no me lo esperaba.

     -¿Que?

     -Por eso te la pasas caminando como zombi -hablaba como si hubiera hecho un descubrimiento-. ¿Tienes amigos?

     -Si.

     -Tu lechuza no cuenta -joder otra igual.

     -¿Nunca has oído que mas vale estar solo que mal acompañado?

     -Ya esta decidido -me ignoró...-. Lilianne, yo te elijo.

     -No soy un Pokémon -resoplé-. ¿Y para que me elijes? Mejor déjalo, no me interesa.

     -Puede que ahora no te interese, pero si has preguntado es porque en ese momento si -aplaudió. Esta niña me sacaba de quicio-, por lo que voy a hablarle a la mini parte de ti que no esta infectada por tu amargura. Te he elegido para ser mi amiga.

     -Las cosas no funcionan así.

     -No has dicho que no -sonrió.

     -No -dijimos a la vez. ¿Por qué me copió?

     -Chispa rechispa, espejito y baúl con candado -me señaló-. Hemos hablado a la vez y he dicho las palabras antes que tu. Ahora no puedes hablar hasta que diga tres veces tu nombre.

     -Que no voy a ser tu amiga, yo no tengo amigos.

     -¿Eres como tu lechuza, tengo que sobornarte con comida? -miró en su mochila- Porque creo que tengo una galleta por alguna parte. 

     -¿Porque no te vas a jugar a algo por allí, lejos de mi? -moví la mano como si espantarla a un perro-. Mira un fantasma. 

     Señalé al Barón y me escabullí por el pasadizo de detrás de la columna. 

     Ese pequeño monstruito era capaz de sacarme de las casillas como nadie. ¡Maldita niña!

     El sábado me desperté temprano, Hagrid me había dicho que quería enseñarme algo. Me vestí con unos vaqueros negros y una camisa del mismo color y bajé a su cabaña. 

     -Lily, ya era hora de que vinieras. Es la primera vez que me visitas desde lo de.. bueno ya sabes -empezó a balbucear- lo de Fluffy, pensaba que te habías olvidado de mi. 

Lilianne y la Cámara de los SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora