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La primavera se hace eterna, no por la estación sino por tu presencia que es mi sol. La naturaleza bella no es, si a ti no te tiene de aliado y mi vida sin tu presencia me tendría desdichado, pues dichoso solo soy si tu alma a la mía puede amar y amando eternamente a tu ser es que puedo encontrar la felicidad.

En la oscura noche, tirados uno al lado del otro uniéndose en un abrazo cubiertos por sus ropas, el pasto era fresco y después de haber liberado sus eróticos fluidos al mirar de la luna se escuchaban a los grillos entonar una canción que los arrullaba. Lentamente los ojos opacos del hijo menor del emperador abrieron viendo frente a él el pecho blanco y liso de su hermoso eunuco.

- ¿Por qué tu belleza supera la de los astros? ¿Por qué asemeja tu belleza a la perfección?

Dijo y levantando del sueño a su amado lo besó, tocó el pecho y acarició la piel, el mayor despertando tomó las caderas del contrario y con una de sus manos, sus dedos delinearon la columna vertebral de aquel bello joven de ojos oscuros como la misma noche.

- Deberíamos volver.
Séparose de sus labios y con vergüenza cubrió su parte baja con sus fachas, aún si aquel superior lo viese tan bello, para él su ser físico era amorfo y no solo pensaba así de su cuerpo sino también de su alma.

- No quiero.
Volvió a besarlo, una y otra vez.

Se iban a sumergir por segunda pasada en un acto que los demás consideraban perverso, mas su majestad no pensaba acorde con lo que a su alrededor se pregonaba, "Un hombre amando a otro hombre solo era eso mismo, un acto de amor".

Los sueños de Park JiSung eran exóticos, siempre le parecieron extraños y aún le parecía más raro tener la sensación de que aquella persona nubosa en sus pensamientos, de aquellos sueños que siempre eran su pasión, reflejaba una figura que ya conocía.

Los libros de historia, los de los imperios, los de las lecturas, todo influía y creía saber que ese era el porqué de tanto extraño pensamiento.

Había leído muchas veces que lo que aparecía al cerrar sus ojos eran relatos de una vida pasada, todos los capítulos fantasiosos, que por su cuerpo descansando, en su mente afloraban, podrían ser ello. Una vida pasada en él existió y en ese presente pasado hubo una persona que le enseñó la razón por la cual aún debía buscarlo y aquello sería su propósito de vida.

Ya ha transcurrido un tiempo desde que vio a JaeMin a los comienzos de aquella escalera de su facultad, temía preguntar por él a RenJun, no sabría cómo tampoco. Así que vivía con esa incertidumbre de no saber qué era lo que acontecía entre esa relación, si el hermoso príncipe estaría bien era algo que no sabría sino lo descubría por si mismo.

Eso pasaba y no dejó de pasar cumpliéndose ya un mes, nunca más vió al azabache y su corazón se hizo tan pequeño que ni un microscopio podría llegarlo a ver, no comía como debía, ni cuidaba de sí como debía, no se relaciona como debía y como debía tampoco se concentraba.

Él era responsable, sus calificaciones no bajaron, más todos lo demás en su vida personal iba perdiendo importancia, pues su eje era aquel chico al que no pudo declarar su amor.

Durante el proceso de depresión conoció a un joven realista, muy seria la persona aquella, algo especial, que sin duda ni tartamudeo su sentir le expresó. En esa tarde común se vio frente a una situación romántica, más este amor no era correspondido, solo miraba hablar al chico de cara peculiar frente suyo, decía muchas cosas lindas de él, cosas que ni el mismo personaje había notado nunca en sí, oía sin oir, se lamentaba el no poder corresponderle, sabía como aquello se sentía y al momento de la pregunta, por puro remordimiento y simpatía, respondió un seco "Sí, sí quiero salir contigo."

Conocí a JaeMin [JaeSung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora