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Gris, la lluvia se sentía más fría que de costumbre cuando caía sobre su piel, cada gota que resbalaba por sus cabellos ¿A dondé habría de parar dentro suyo para dejar de sentir tanto rencor? El cuerpo demostraba que Park JiSung había acabado consigo mismo.

Ansioso desde aquel día, la ultima vez que vio a JaeMin. 

¿Cuánto había pasado? una semana, tal vez tres, estaba seguro que ya había transcurrido un mes, quizá más de un mes. Su aspecto era desordenado, sombrío, se le veía cansado la mayoría del tiempo y sus trabajos parecían haber perdido la luz y el lenguaje cálido y enamorador que sus palabras en un tiempo atrás poseían; cambió en su totalidad.

En su mundo de niebla sin sol, solo se hallaba cerca un conocido, alguien a quién por necesidad tuvo que llamar amigo, porque ya no tenía a Huang y el solo ver a ese sujeto le hervía la sangre. Lo había conocido, a aquella persona, desde que entró a la universidad y aún seguía conversando y haciéndole sentir que existía, porque él lo notaba. 

— Oye, ¿Cómo vas con lo del poemario? ¿Sobre qué vas a escribir?

HaeChan como nunca, desde que el príncipe de sonrisa amplia desapareció, estaba a su lado. Era moreno, bajito, con cabellos rojos y un rostro simpático, lleno de alegría, hablador, un poco exagerado, pero muy serio cuando era necesario, era de esos que podrías decir que cualquier libro que haga tendría gran fama.

— Sobre que me quiero morir.— tomó su botella de agua y bebió de ella.— ¿Tú?

— Creo que sobre dinero, dinero, to' lo que lo que el mundo quiere.

Sonrió y JiSung no tardó en imitarlo.— JiSung, te puedo contar algo y tú no te vas a enojar conmigo ¿Cierto? Digo, no lo sé, creo que hice algo terrible.

El chico se recostó en la mesa mientras miraba a su amigo, el alto se encogió de hombros y lo observó también.

Poco le importaba que le tuviera que decir el pelirrojo, en su mente estaba JaeMin, como era habitual en su día a día, todo él, sus ojos, su boca, el sabor de sus labios como sensación sobre los suyos, debió no haber dicho nada esa vez, quedarse callado, aguantar la situación, de todos modos iba a sufrir, se iba a arrepentir como ahora se arrepentía de haberlo confrontado. No pensó que el mayor lo dejaría así de simple y fácil.

HaeChan no le contó nada y en el silenció que los embargaba, el castaño podía oír el sonido de su propio corazón que, desde que él mayor le terminó, se caía poco a poco en pedazos. Cabe decir, desde aquella tarde tan triste, en la primera hasta todas la noches que pasaron nunca volvió a soñar, nada, como si las historias que su cerebro había creado para satisfacerlo en sus noches se hubieran estancado en algún sitio y ya nada nuevo para su descanso se habría de fabricar.

Las clases terminaron, tan vacías de encanto ante los ojos del castaño en el momento, pero tan interesantes siendo habladas por su bajito compañero. Lee DongHyuck iba camino a la parada de autobús junto a Park, conversaba, pero más que una conversación llena de gracia parecía un monologo divertido que le le sacaba sonrisas y risas al chico apagado y gris que caminaba tomando las asas de su mochila, como si tratara de no caer. El moreno miró su reloj de muñeca y vio al cielo.

— Amigo ¿Tienes tiempo?

El alto lo miró, realmente no quería volver a su casa. Y cuando estaba en ella, lo ultimo que quería hacer era ir a su habitación, el lugar donde tuvo de mil maneras a su único y primer amor, había dejado de dormir en su cama y ahora descansaba en el mueble de la sala, odiaba tener a su alrededor tantos fantasma de aquel chico bello, no podía olvidar nada, absolutamente nada, tampoco quería hacerlo.

Conocí a JaeMin [JaeSung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora