47; La salvación.

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DESCRIPCIÓN Donde Lisa salva a Jungkook.

***

Lo haría.

Claro que lo haría. Pero tenía miedo y eso nadie se lo quitaría. Sintió sus piernas temblar cuando sus ojos cayeron en aquel abismo. Tenía que hacerlo, era ahora o nunca. Sus manos temblaban y miró a su alrededor. Estaba de noche y aunque algunas personas que pasaban lo quedaban viendo raro, no hacían nada para evitar lo que iba a suceder.

Jungkook se iba a quitar la vida.

A sus veintitrés años, había decidido rendirse ante toda posibilidad de seguir respirando. En ocasiones, las cosas sobrepasan a una persona y él ya había llegado a su límite. Simplemente no podía seguir fingiendo que estaba bien. Era como clavar un cuchillo en su corazón y darle mil vueltas, para que duela más.

— Vamos...— Susurró para él mismo. Lágrimas gruesas cayendo pronto en sus mejillas y maldijo por lo bajo. Cerró los ojos fuertemente y tomó una respiración profunda, el olor a lluvia y tierra mojada calando sus pulmones.

No había escuchado cómo una piedra era golpeada de vez en cuando, por el pie de una chica con flequillo. Tenía el ceño fruncido y cualquiera creería que era lo más tierno del mundo con su pequeño puchero en los labios.

Lalisa Manoban había salido de su universidad, para encontrarse con que estaba lloviendo levemente. Le gustaba la lluvia, pero aquella vez era diferente porque estaba enferma.

— Maldita lluvia.— Susurró aún con la mirada en aquella piedra, que golpeaba con su pie derecho.

Justo cuando iba a llegar a la parada de autobús, escuchó un sollozo seguido de un pequeño murmuro que no pudo escuchar con claridad. Se giró sobre su eje y abrió los ojos de par en par al ver a un chico de su edad, parado en el barandal del puente.

Entró en pánico cuando notó como él ponía su pie en el aire, dispuesto a saltar. Sin esperar más, corrió todo lo que sus piernas le permitieron y agarró a Jungkook de la cintura, justo cuando se iba a lanzar.

Soltó un quejido cuando sintió como su espalda chocaba con el frío asfalto de la calle, el cuerpo del chico encima suyo.

— Mierda...— Dijo con la voz llena de dolor. Haciendo un par de muecas mientras sostenía su espalda.

Jungkook estaba en estado de shock. No podía creer lo que había ocurrido. Sus ojos estaban abiertos a más no poder y la confusión era palpable en su rostro. No se atrevió a mirar el rostro de la persona que lo había salvado.

Porque había odiado que lo hiciera.

Y así, con la rabia inundando cada parte de su ser; se levantó rápidamente y encaró a la chica, que imitó sus acciones mientras aún sostenía su espalda. Pero no dudo en darle una sonrisa pequeña a Jungkook, en un intento de parecer amable.

— ¿Por qué hizo eso?

Lisa alzó una ceja, al recibir un comentario que no esperaba y menos después de salvarlo.

— Te salvé la vida ¿Cuál es su problema?

Jungkook rió sarcástico:— Ese es el mayor problema. Niña, cuando una persona se quiere matar es porque no quiere seguir viviendo. Es un poco de lógica. Yo no quería ser salvado.

Y Lisa se sintió mal. Se sintió mal por aquel chico. Le dolió que él no tuviese más razones para luchar ¿No pensaba en sus sueños? ¿En su futuro? ¿En tener una familia? ¿Unos gatos?

Nada. Jungkook no pensaba en nada. Su vida era un constante gris que lo dañó tanto, que quiso quitarse la vida tirándose de un puente.

— Yo...— Comenzó Lisa, pero sentía que no tenía las palabras correctas para expresar lo que pensaba de aquella situación.— Todos tenemos una razón para vivir.— Dijo con la voz pequeña.

Jungkook se mantuvo en silencio. No sabía cómo decirle a aquella chica de ojos bonitos, que se fuera y le permitiera terminar lo que había comenzado.

Pero entonces hizo una pregunta, que no se esperaba para nada.

— ¿Te puedo invitar a un café?

* * *

Jungkook le contó todo. Con pelos y señales. Se abrió— metafóricamente— ante la chica que lo había salvado. También descubrió que su nombre era Lalisa, pero le decían Lisa. Pronto, él le puso un nuevo apodo que era Lili, a la tailandesa le había encantando de hecho.

— Por eso quise terminar con mi vida el día de hoy.— Finalizó el chico. Lisa tragó saliva. No esperaba aquella historia.— Pero una chica lo arruinó todo.— Añadió.

— No lo arruiné. — Dijo con la mirada clavada en su café y galletitas. — Todos tenemos una razón para seguir luchando, aunque todo se vea perdido.

— No lo creo.

— No lo crees porque no te has dado esa oportunidad.— Respondió. — Estamos aquí por una razón y no es en vano. Todos tendremos de alguna manera impacto en lo que sea que hagamos y mostremos ante otras personas.

Los ojos de Jungkook se fueron a su boca, que se movía con cada palabra que decía. No pudo evitar sentirse plenamente distraído por los encantos que tenía la tailandesa. Pronto, dejó de escuchar lo que decía y se percató de las pestañas largas que tenía. De como su flequillo a veces le molestaba mientras hablaba, así que tenía que mover su cabeza levemente para quitarlos. Sus mejillas regordetas que casi le sacan un suspiro profundo, que contuvo.

Y debía admitir que podía ignorar la idea de morir, si tan sólo le permitieran admirar la belleza de Lalisa.

— ¿Me estás escuchando?— Preguntó Lisa.

Jungkook aclaró su garganta y asintió rápidamente, fingiendo que había escuchado todo atentamente.

— En fin, como te digo. En casa me esperan tres hermosos gatos, así que debo marcharme rápidamente.  Pero, no quiero irme sin que antes me prometas...— Se interrumpió para tomar entre sus manos, las de Jungkook. El último sorprendido ante sus acciones.— Por favor no lo hagas de nuevo. Yo tengo una academia de baile y tal vez eso te pueda ayudar. Bajo el dinero te dejaré la tarjeta con el número y dirección de la academia. Amaría si la tomaras.— Le dijo.

Lisa se levantó con una pequeña sonrisa en el rostro y le tendió la mano. Jungkook la tomó con una pizca de confusión en el rostro.

— Fue un placer. Espero volver a verte y no en otra vida.— Dijo y antes de que Jungkook pudiese decir algo, Lisa ya se había marchado, perdiéndose entre la neblina provocada por el frío que hacia.

Jungkook no dudó en tomar la tarjeta, que era una academia de baile con el nombre la chica. Sonrió levemente y por primera vez en mucho tiempo sintió de nuevo esperanza.

Y tal vez Lisa había sido su salvación.

cincuenta besos » one shots lizkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora