46; Teléfono.

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DESCRIPCIÓN Donde Lisa revisa el teléfono de Jungkook y se encuentra con cosas... que no le gustaron.

* * *

Abrió los ojos en el instante que escuchó aquella notificación. Miró sobre su hombro para notar como Jungkook, tenía una sonrisa plasmada en su rostro mientras escribía frenéticamente en su teléfono.

— Kook...— Le llamó con voz dormida aún. Talló sus ojos pero su novio no se inmutó, aquella sonrisa que tenía no se la quitaba nadie. Frunció el ceño— ¿Con quién hablas a esta hora?

Jungkook se tragó el bufido que quiso soltar al escuchar las palabras de Lisa, para poder darle una sonrisa que en otro momento la hubiese derretido; pero ahora sólo le parecía falsa y vacía.

— Son unos amigos, mi amor.— Respondió y Lisa supo que estaba mintiendo cuando tocó su nuca.

Llevaban siete años como pareja, claro que conocía los hábitos de su querido novio. Una lástima que el chico no hubiese actuado mejor para que ella creyera su mentira.

—Pero tranquila, voy a dejarlo ya.— Le aseguró y después de darle un beso en la mejilla, apagó la pantalla de su teléfono y lo dejó en la mesita.

Lisa sintió como los brazos grandes y calentitos de Jungkook la envolvían. Quiso quedarse dormida, pero aquel sentimiento seguía clavado en su corazón y sentía que debía seguirlo.

No supo cuánto tiempo pasó, pero sabía que ya era de madrugada cuando se levantó de la cama. Dejó de lado el agarre de Jungkook y apoyó sus pies en el frío suelo. Soltando un suspiro se dirigió hasta la mesita del lado de Jungkook. Siendo totalmente silenciosa, agarró el celular de su novio.

Se sentía como una estúpida haciendo eso. Pensó que aquellas conversaciones que habían tenido sobre la confianza y como se llenaban la boca frente a sus amigos jurando que confiaban del otro, se habían ido a la mismísima mierda.

Pero ella sabía que Jungkook le ocultaba algo.

Así que con ese pensamiento en mente, salió de allí dispuesta a revisar aquello que le quitaba el sueño. Al llegar a la sala, encendió una pequeña lámpara y prendió el celular de Jungkook.

Lo tenía sin contraseña o clave, por lo menos. Suspiró y se metió a sus conversaciones, el corazón literalmente en la mano mientras sus manos temblaban.

Sintió como se le paró el mundo entero cuando entró a una conversación. La persona estaba agregada como Kim Jennie. Lisa reconoció de inmediato el nombre. Ella era la secretaria de Jungkook.

Pasó saliva nerviosa y leyó sus últimos mensajes.

Kim Jennie.
¿Ella duerme?

Jeon Jungkook.
Sí. Podemos hablar hasta donde tu quieras ¿Por qué no me mandas esas fotos? No seas mala :(

Kim Jennie.

Jungkook...
Está bien, pero dame un momento, tengo que desvestirme.

Jeon Jungkook.
Por ti espero lo que sea, hermosa.

Lisa sintió sus ojos húmedos y las lágrimas brotar cuando vio aquellas fotos, junto a las respuestas obscenas de Jungkook. Tapó su rostro ahogando sus sollozos.

¿Por qué le había hecho eso? ¿Acaso no era lo suficientemente hermosa o suficiente para él?

El dolor y decepción fueron rápidamente reemplazados por rabia y ganas de pegarle a su supuesto novio. Así que con la furia llenando su sistema, se dirigió de vuelta a la habitación que compartía con aquel patán.

Llena de valentía prendió las luces y con una fuerza que desconocía de ella misma, quitó las sábanas que cubrían el cuerpo de Jungkook.

El último se levantó desorientado y sin comprender la situación, pero sus ojos se abrieron de par en par al ver lo que Lisa traía en su mano derecha.

Era su teléfono.

¡Eres un pedazo de mierda!— Soltó la tailandesa, para después lanzar el aparato a los pies de Jungkook, que rápidamente lo recogió como pudo.— ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?!— Preguntó tan histérica, que se recordó mantener la calma y respirar.

— ¡¿De qué demonios hablas?! ¡¿Qué está mal contigo?!— Preguntó moviendo sus brazos, el ceño fruncido y la mirada seria.

Lisa rió sarcástica y cruzó sus brazos.

— Esa pregunta debería hacerla yo ¿Qué está mal contigo?— Cuestionó en un tono más calmado, mientras lo miraba fijamente.

La chica se quedó allí mirándolo, detallandolo y preguntándose en qué punto llegaron a eso. Sintió asco, rencor e impotencia. No lo quería más a su lado. No lo tendría más a su lado.

Lisa, no. Espera un segundo...— Dijo en tono desesperado cuando la mencionada sacó del gran armario una maleta. Sin escuchar sus llamados, empezó a meter con poco cuidado las prendas de Jungkook y todo lo que fuese de su pertenencia.— ¡Espera!— Gritó con toda la fuerza que tenía.

— ¡¿Qué quieres que espere?! ¡¿Que te traigas a la tal Jennie para follarla justo en nuestra cama o quieres que espere mejor a que me pongas el cuerno con otra?!— Gritó de vuelta y limpió con rabia las lágrimas que había derramado.— ¡Eres un hijo de puta! Rompiste mi corazón. Jugaste conmigo sin importar nada, no vales la pena Jeon Jungkook.

Y él sólo se quedó ahí, observando como Lisa seguía arrojando su ropa a la maleta, soltando algunos sollozos de vez en cuando.

— No te pediré perdón.— Soltó en voz ronca. Contenía las lágrimas. Lisa dejó caer el último monto de ropa en la maleta y empezó a cerrarla, con un poco de dificultad.— Sé que fue mi error.— Admitió.

— Pues ahora acepta las consecuencias. — Respondió en tono frío. Jungkook se sorprendió, nunca había recibido tanta indiferencia por parte de Lisa, pero aquello le había terminado de confirmar que la había cagado hasta el fondo.— No quiero verte más. Sal de aquí.— Ordenó.

— Lo siento.— Murmuró cuando se acercó para tomar su maleta. Lisa dio un paso hacia atrás, como si tenerlo tan cerca fuese a romper más su corazón.

— Vete...— Dijo con la voz pequeña porque ya estaba conteniendo demasiado las lágrimas.

Apretó los labios al ver como la figura de Jungkook, desaparecía por la puerta. No rompió en llanto hasta que escuchó como la puerta principal era abierta y cerrada, ahí asimiló lo que había pasado. Ahí aceptó que le habían roto el corazón y ahí se dio cuenta de que todo había sido falso.

Cerró los ojos fuertemente mientras dejaba que los sollozos salieran de su boca constantemente. Sentía su cuerpo temblar, pero el dolor emocional que sentía era superior a todo.

Su mente la traicionaba con preguntas incoherentes que no debía estar haciéndose, pero que no podía evitar; todas terminaban en una sola, una que sabia perfectamente le quitaría el sueño por las noches.

¿Acaso no fue suficiente para él?


cincuenta besos » one shots lizkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora