CAPÍTULO 8

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La nieve caía estrepitosamente sobre el terreno. El joven miraba con cara de preocupación a Aura, que se encontraba recostada en la cama de la habitación de huéspedes. Habían pasado cinco horas y todavía no se despertaba. Se puso a pensar si debía hablar a su padre para contarle lo sucedido, pero justo cuando se dirigía a hacer la llamada Aura comenzó a moverse. Él se acercó a la cama y se sentó junto a Aura para esperar a que despertase. 

Aura gritó al despertarse y ver al joven tan cerca de ella, haciendo que el joven también se asustara.

-¿Qué haces aquí? -preguntó Aura. Estaba sudando por todas las colchas que la tapaban. Sacó de su rostro los cabellos mojados que no le permitían ver al joven con nitidez.

-Pues yo vivo aquí. La señorita Georgia me pidió que la atendiese durante su estancia. Creo que habérselo dicho todo anoche, si mal no recuerdo. -El joven rascó su cabeza, preguntándose si su afirmación era correcta. 

Aura hizo memoria sobre lo que había pasado la noche anterior y tuvo un vago recuerdo de lo que el joven decía era verdad. Sin embargo, después de ese acontecimiento todo se volvió negro.

-¿Pasó algo más anoche?

-Sí, señorita. Usted se desmayó. Apenas pude tomarla en mis brazos para que no cayera. Estaba con fiebre pero hoy parece haber amanecido recuperada. 

-Ohh, no recuerdo nada de eso. Muchas gracias por tus cuidados... Lo siento, no sé tu nombre -dijo Aura apenada. 

-Mi nombre es Aiden, señorita. 

El joven sonrió y el corazón de Aura comenzó a latir con fuerza. Algo que nunca antes había experimentado.

-Por favor, no es necesario que me llames señorita. Puedes decirme Aura.

-Oh no, no debería. No le gustará a mi padre, no me corresponde.

-Por favor, insisto. Y si es necesario yo hablaré con su padre. 

Aiden miró a Aura y ahora el corazón de él también comenzó a latir. Había algo en la joven que lo atraía, algo que lo atrajo desde el primer momento en que la vio, pero que no quiso reconocer sino hasta ahora. La joven edad de ambos y la inexperiencia en el amor era algo que ambos compartían. 

-Está bien, muchas gracias seño... Perdón, Aura. 

-Así está mucho mejor -dijo ella comenzando a levantarse.

Sin embargo, al tratar de levantarse, otra vez sintió un mareo.

-Seño... digo Aura, por favor tenga cuidado. Recuéstese y descanse, por favor. Enseguida le traigo el desayuno.

Muy a pesar de sus quejas, Aura terminó accediendo al pedido de Aiden. No sin antes hacerle un pedido.

-Y otra cosa. -Aiden se dio vuelta justo cuando estaba saliendo-. Empieza a tutearme.

Aiden sonrió una vez más y salió de la habitación. 

Unos minutos después, regresó con una bandeja de desayuno. Había café y pan caliente, jugo de naranja y miel para acompañar el pan. Aura se sorprendió al ver que en la bandeja había una rosa blanca y miró a Aiden buscando una respuesta. 

-Cuando venía a dejarte el desayuno la vi y pensé que te gustaría. Es raro que florezcan en esta época del año, pero me pareció que sería un lindo detalle. 

Aura se enterneció antes el gesto de Aiden y se lo agradeció. Una vez más su corazón se llenaba de ese calor tan reconfortante que le empezaba a gustar. Ahora ese calor se iba hacia sus mejillas y ella trató de ocultarlo bajando la cabeza pero Aiden había pillado ese pequeño gesto. Se había dado cuenta de que algo más pasaba allí, algo más que también él estaba sintiendo. Para ambos era la primera vez, para ambos ese sentimiento desconocido era la primera vez que los encontraba y esta vez los encontraba juntos en el medio de la nada, dándoles la oportunidad de experimentar y conocerlo. 

Lo que no sabían era que que conocerlo sería lo más peligroso que podrían hacer. 


Aura ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora