CAPÍTULO 6

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El frío congelaba su rostro, pero ella seguía corriendo, corriendo desesperadamente. Llevaba en su espalda una mochila. En ella tenía algunas ropas, y algo para comer. No sabía bien si lo que estaba haciendo era correcto, muy en el fondo sabía que no; pero irse de New York, definitivamente no era una opción.

Luego de correr varias cuadras, paró a descansar. Se había quedado prácticamente sin aire, aunque al menos había entrado en calor. Sin embargo, se había dado cuenta de que no tenía a dónde ir. No había ideado ningún plan, tan solo quería escapar antes de que fuese demasiado tarde. Ahora, parado en el medio de la noche, completamente sola, comenzaba a cuestionarse si debía volver a casa o no. Justo cuando su mente comenzaba a divagar, el sonido de su celular la alertó. Al mirar en la pantalla, vio que se trataba de una llamada realizada desde el teléfono de su madre. No hizo falta que lo pensara demasiado, se había dado cuenta de que sus padres ya habían notado su ausencia. Inmediatamente rechazó la llamada de su madre, y lo siguiente que hizo fue enviarle un mensaje de Whatsapp a su amiga, Georgia. Mientras escribía el mensaje, el único pensamiento que tenía en su mente era que su amiga estuviese despierta. La temperatura comenzaba a bajar con cada minuto, y su cuerpo comenzaba a notarlo. Sola, a la intemperie, a la espera de una respuesta que no sabía si llegaría.

Se sentó en el cordón de la vereda, el cual estaba tan helado que al instante penetró en sus huesos, congelándola por completo. Por suerte, el sonido del teléfono le avisó que la respuesta de su amiga había llegado. Miró el teléfono, que decía lo siguiente:


Te espero abajo del edificio. Ven rápido.


Inmediatamente, Aura se levantó y comenzó a correr. Cruzó las calles sin siquiera mirar si algún vehículo pasaba por allí. Y tampoco se detuvo cuando sintió que su teléfono celular vibraba en su abrigo. Sabía que no le quedaba mucho tiempo antes de que su madre descubriera que se había refugiado en la casa de Georgia. Siguió corriendo aun cuando el aire le faltaba, pero ya faltaba poco, pronto llegaría.

Tras correr las últimas cinco cuadras que le quedaban, llegó al edificio cuya fachada extremadamente ostentosa solo mantenía las luces de entrada encendidas, clara señal de que la mayoría de sus ocupantes todavía se encontraban durmiendo. Sin embargo, había una figura que comenzó a acercarse hacia donde Aura estaba. La figura era delgada y casi tan alta como Aura, y se notaba que temblaba. A medida que se fue acercando, Aura pudo ver que se trababa de Georgia.

─Pensé que me enviarías un mensaje cuando llegaras. Por suerte estaba mirando desde adentro, por si llegabas ─dijo la joven, cuyo rostro tenía los labios prácticamente azules por causa del frío.

─No sabes cuánto te debo Gia.

─Creo que al menos me debes una explicación. No entiendo por qué te escapaste Aura. Tu madre me llamó numerosas veces y no le respondí porque no sabría qué decirle. Quiero que me digas qué pasa, y que lo digas ahora ─exigió Georgia, mientras se abrazaba a sí misma para tratar de darse calor.

─No tengo mucho tiempo Gia. De seguro mamá ya habrá llamado a la compañía telefónica para que activen el GPS de mi celular, y así pueda saber dónde estoy. Tengo que irme antes.

─¡¿Pero por qué?! Dímelo de una vez Aura. ─Georgia ya no se abrazaba. Estaba enojada y eso hizo que su cuerpo recobrara un poco de calor.

─Mamá quiere llevarme de New York. Quiere que nos mudemos. ¿Ahora lo entiendes? ─La voz de Aura se había entrecortado. Para ella, irse no era una opción. No quería abandonar a sus amigos, a su lugar de pertenencia, aun cuando eso era exactamente lo que estaba haciendo. Irse.

─No puedo comprender a Amanda. Es una decisión demasiado extrema. Yo no... ─Georgia no pudo terminar de hablar. Lo que Aura le había contado la había dejado sin palabras, algo que no era común para la mejor amiga de Aura.

─No sé qué le pasa, tampoco quiero saberlo. Simplemente tomé algunas cosas y me fui. Fue lo único que se me ocurrió en ese momento Gia. Necesito que me ayudes por favor. ─Ahora la voz de Aura tenía tintes de súplica, la súplica que le hubiese gustado que su madre escuchara.

─Sabes que puedes pedirme lo que quieras amiga. Lo sabes.

─Gracias Gia. De verdad. ─Aura contuvo las lágrimas que sus ojos formaban. El frío parecía haberse evaporado, o quizás ya no le importaba. Ahora estaba de consciente de que estaba a punto de dejar a su mejor amiga, su compañera de toda la vida, y confidente de sus más profundos secretos─. Necesito que me ayudes con algo de dinero. Tomé lo poco que tenía, pero no será suficiente.

─Claro, ahora mismo voy a buscar dinero. Espérame aquí. Si mamá o papá te ven seguro querrán saber qué es lo que pasa. Hasta me parece extraño que tu madre no los haya llamado aún. ─Georgia se quedó unos segundos en silencio, como si estuviese meditando sobre el asunto.

─¡Gia despierta! No hay tiempo. Por favor ve.

─Sí, lo siento. Sabes que a veces me meto en mi mundo, y eso suele pasar en los momentos menos indicados ─respondió Georgia, casi disculpándose con Aura.

─Lo sé Gia, lo sé. Ahora ve. Te espero aquí. Por favor apúrate.

Georgia corrió hacia el edificio, y Aura esperó pacientemente sentada en el cordón de la vereda, mientras la vibración de su celular no paraba, así que tomó la decisión de  que lo mejor era apagar el aparato. Por mucho que le doliera, estaba cansada de la insistencia de su madre. Amanda sabía muy bien que Aura era orgullosa, y que no cambiaría su decisión por nada del mundo, así que era en vano que continuara llamándola.

Quince minutos después, Georgia apareció por la entrada del edificio y se acercó hasta donde estaba Aura.

─Lamento la demora, pero mis padres se despertaron. Tuve que hacer maniobras de ninja para que no notaran que estaba despierta. Toma. ─Extendió su mano derecha, donde llevaba un fajo de dólares─. Creo que esto será más que suficiente.

─Gracias amiga. No sabes lo que esto significa. ─Aura se acercó para abrazar a Georgia, pero su amiga la detuvo─. Espera, todavía no terminé de hablar. Conseguí algo más y creo que esto hará que me consagre como la mejor amiga del mundo.

─¿A qué te refieres Gia? ─preguntó Aura, un tanto confundida.

─Mira ─repuso Georgia, al tiempo que levantaba en su mano un juego de tres llaves.

─Espera. Reconozco una de las llaves. No me digas que...

─Exacto. Te estoy dando una de mis posesiones más preciadas Aura, así que quiero que lo cuides como si fuese tuyo.

─Pero Gia, no puedo... No me parece correcto. Ya es suficiente con el dinero que me prestaste. De verdad. No quiero ocasionarte problemas con tus padres.

─No lo harás. En serio. No me importa si se molestan conmigo. Lo hago porque eres mi amiga y haría lo que fuese por ti, al igual que tú conmigo.

Aura la miró un instante. No estaba sorprendida, sino feliz hasta los poros de la suerte que tenía por ser amiga de una persona tan especial como Georgia.

─Yo...

─No digas nada. Ya tendremos tiempo más adelante. Ahora toma. ─Le entregó las llaves a Aura─. El auto está en el garage. Te lo abriré con el control remoto. Y una cosa más. También te di las llaves de nuestra casa de campo. Quiero que vayas y estés ahí. Así sabré que estarás segura. Apenas llegues toma el teléfono de la casa y me avisas que llegaste sana y salva. ¿Ok?

─Creo que nunca podré agradecerte lo suficiente por todo lo que estás haciendo por mí Gia.

─Sabes que lo harás. Porque ambas sabemos que esto es temporal, y que cuando vuelvas pasaremos un día de chicas para celebrar. Ahora ven. Dame un abrazo.

Ambas se abrazaron, sellando su amistad. Una amistad que conservaban desde pequeñas, y que ahora cobraba más fuerza. Más fuerza que nunca. 

Aura ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora