La llegada de Aura a su nuevo hogar fue triunfal. Las mucamas del penthouse donde vivían los Madison recibieron a los flamantes padres con aplausos, los cuales hicieron que Aura comenzara a llorar. Sin embargo, la señora Madison miró a su hija, le sonrió, la arrulló en sus brazos, y la niña se calmó en cuestión de minutos. Amanda estaba maravillada con su hija. No podía dejar de mirarla. La quería sólo para ella. Sentía que la amaba desde siempre, que la amaba desde el segundo en que la vio por primera vez y, al parecer, el sentimiento era mutuo.
Con la llegada de Aura al hogar, comenzaron a preparar los últimos detalles para su bautismo. Amanda era una ferviente amante de la moda, así que decoró su casa en colores rosa (ya que según ella el color que representaba la feminidad en su máxima forma), pero siguiendo las últimas tendencias. Esta también fue una de las razones por las cuales Amanda compró tres modelos para bebé de tres de las marcas de ropa más famosas; y todos los modelos eran, obviamente, color rosa.
Luego de revisar cuidadosamente todos los atuendos, Amanda decidió que Aura llevaría un pequeño vestido rosa claro, de mangas largas, que tenía una falda con pequeños volados en rosa pálido y blanco. Para completar el atuendo, le puso unas pantimedias blancas, acompañadas por unos zapatitos rosa pálido.
Amanda miraba a su hija, orgullosa, pensando en todo lo que la había deseado, e incluso imaginado; porque sí, mucho antes de que la tuviera en brazos, mucho antes de conocer a su esposo, ella ya había planeado su vida entero, y eso incluía, por supuesto, el tener a una hija. Así que ahora que la tenía, ahora que Aura era real, estaba decidida a regalarle el mundo.
Era casi mediodía cuando los invitados comenzaron a llegar a la residencia de los Madison. Todos estaban emocionados al ver a la niña, todos recalcaban cuán hermosa y parecida a su madre era, algo que, obviamente, era imposible; ya que Amanda tenía el cabello color azabache, ojos verdes, y una piel blanca como la nieve, aunque era justamente eso lo único que compartía con Aura.
Todos sus familiares, amigos, y conocidos estaban presentes. Era una celebración muy esperada, y por ende, nadie podía faltar. Cuando los invitados se acomodaron en las mesas que estaban dispuestas en el salón principal del penthouse, Benjamin Madison propuso hacer un brindis por la nueva integrante de la familia. Todos levantaron sus copas, y brindaron.
Después de un fastuoso almuerzo, el sacerdote que había bautizado a Amanda cuando era bebé, se acercó para hacer lo mismo, aunque esta vez, con Aura. Amanda tenía a Aura en sus brazos, y luego de que el sacerdote siguiese el procedimiento debido se dispuso a echar agua bendita sobre la frente de la bebé para terminar de bautizarla. Sin embargo, en ese mismo instante entró una extraña mujer al salón, evitando que el sacerdote echara el agua bendita sobre la frente de la niña. Era una chica de unos veinte años, estaba vestida con harapos y parecía no haberse bañado en días.
Todos los presentes la miraban anonadados. No estaban acostumbrados a tratar con ese tipo de personas, puesto que en el círculo en el que ellos se movían solo había gente de la alta sociedad. Sin embargo, a pesar de los harapos y la suciedad, la joven destilaba una belleza poco común. Su cabello era rubio oro, y sus azules. Muy parecida a... ¿Aura?
─Vengo a reclamar lo que me corresponde ─dijo la joven, con tono autoritario pero seguro.
Amanda se quedó mirándola directo a los ojos azules de la muchacha. El parecido era enorme, ya no le quedaban dudas.
─Tú la abandonaste. Ella es mi hija ahora. ─Amanda podía sentir el miedo recorrer sus venas. Miedo de que la extraña mujer quisiera llevarse a su hija de su lado, aun cuando había tantas personas alrededor que se lo impedirían.
─No es verdad. Yo no... Yo no... ─La joven titubeaba sin poder formar una idea concreta. Estaba claramente alterada.─ Yo solo exijo que me la devuelvan.
─No. Legalmente ahora somos sus padres, así que te pido que te retires ─pidió Amanda nerviosa, todavía con Aura en brazos.
─¡Yo soy su madre! ¡Yo la parí! ¡¡¡Ella es mía!!! ─Los ojos de la joven desconocida se volvieron rojo furia, y tanto Amanda como Benjamin se miraron desconcertados ante tal visión.
─¡¡¡No!!! Tú la abandonaste, y no me la quitarás ahora. Aura es mi hija. ─Amanda sentía cómo el temor por perder a su niña le embargaba en lo más profundo, pero no permitiría que esa extraña se la llevara. Nunca.
─No sabes con quién te metiste Amanda Madison. Ninguno de ustedes lo sabe ─dijo, mientras señalaba a la audiencia que se encontraba en el salón.─ Si yo no puedo tener a la niña, nadie la tendrá. Por eso, en el día de su cumpleaños número 16 ella conocerá el amor. Será amor a primera vista. Pero ese chico le romperá el corazón, y debido a eso, ella morirá. Desde el día de hoy, su destino está escrito con sangre.
Todos gritaron enfurecidos, quisieron tomar a la mujer para sacarla de allí; pero así como llegó se fue, en un abrir y cerrar de ojos. Amanda estaba consternada hasta los huesos, pues un acto de esa magnitud solo podía ser... ¿Brujería?
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Aura ©
Cerita PendekDicen que el dinero puede comprarlo todo, incluso la felicidad, y eso mismo pensaba el joven matrimonio de Benjamin y Amanda Madison. Rodearse de lujos siempre había sido suficiente para ellos. Pero cuando una noticia los golpea duramente, se dan cu...