Cinco horas de largo viaje la habían dejado exhausta. Apenas llegó le envió un mensaje a Georgia para decirle que todo estaba bien y que se recostaría un rato. Estaba demasiado cansada como para continuar despierta un segundo más.
Durmió por lo que pareció una eternidad. Cuando despertó, todo estaba oscuro. Pensó que quizás habían cortado la luz, pero no. Había dormido casi doce horas. Había anochecido nuevamente. Su estómago comenzó a reclamarle y recordó que no había comido desde el día anterior. Encendió las luces y fue directo a la cocina. Buscó en la alacena y solo encontró un paquete de pasta. Por el momento, sería suficiente. Se puso a cocinar y en quince minutos estuvo listo. Se sirvió un plato y... Justo cuando estaba por dar el primer bocado, alguien golpeó la puerta. Aura volteó el tenedor que tenía en su mano y emitió un pequeño grito. Su pulso se aceleró, preguntándose si se trataría de sus padres, aunque inmediatamente corrió ese pensamiento de su mente porque sabía que Georgia no la delataría. Entonces, ¿de quién podría tratarse?
Se acercó lentamente hacia la ventana y corrió un poco la cortina para ver de quién se trataba, pero lo único que logró ver fue una figura grande que se movía, casi parecía impaciente. Justo en ese instante la figura se movió y miró directo hacia la ventana donde estaba Aura. Rápidamente Aura se alejó de allí, pero ya era tarde, quien quiera que fuese ya la había visto.
Aura corrió hacia la habitación de huéspedes, cerró la puerta y se escondió en el placard. Estaba asustada, pensó que se trataba de un ladrón. Tenía miedo de lo que podría hacerle, y nadie nunca sabría quién fue el que la mató. Su mente había comenzado a delirar, pero era el miedo la que la llevaba a los extremos. Y justo cuando pensó que su corazón iba a salírsele del pecho, él abrió la puerta del placard y la descubrió. Se trataba de un joven que parecía ser de la misma edad de Aura. Sus ojos verdes penetraron en los de Aura, haciéndola sentir un murmullo en su estómago. Su cabello negro fue otra trampa, y sus labios rojos fue lo último que la hizo caer. Era el chico más hermoso que había visto en su vida. Su corazón latía fuerte, nerviosa por estar cerca suyo. Podía escucharlo latir tan pero tan fuerte que se abstrajo de lo que pasaba, y no escuchó que el joven le había estado hablando.
─Oye, ¿estás bien?
Aura tuvo la sensatez de despertarse de su ensoñación a tiempo para responder la pregunta del joven.
─Sí ─contestó tímidamente.
─¿Entonces por qué te estás escondiendo en el placard?
─Porque pensé que entrabas a robar la casa.
─¡¿Qué?! ─El joven se veía molesto─. Puedo asegurarte que no soy un ladrón Aura.
Sorpresa fue lo que Aura sintió cuando escuchó que él pronunciaba su nombre.
─¿Cómo es posible que sepas mi nombre? ─Aura se sentía asustada nuevamente.
─La señorita Georgia le dijo a mi padre que vendría una invitada a quedarse en la casa. Quería que me asegurase de que hubiese llegado bien.
En ese momento Aura se relajó. Fue ahí cuando pudo apreciar con más detenimiento al joven. Era mucho más alto que ella, tanto que para mirarlo a los ojos tenía que levantar su cabeza. El joven parecía casi de la misma edad de Aura. Su piel era blanca, sus ojos marrones y su cabello corto de color negro. Aura lo miró y lo miró, y no pudo dejar de mirarlo. Su corazón comenzó a latir de una forma que nunca antes había conocido. Se sentía casi inestable sobre sus propios pies. Pero por suerte, el joven alcanzó a agarrarla antes de que Aura cayese desmayada en sus brazos.

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Aura ©
Short StoryDicen que el dinero puede comprarlo todo, incluso la felicidad, y eso mismo pensaba el joven matrimonio de Benjamin y Amanda Madison. Rodearse de lujos siempre había sido suficiente para ellos. Pero cuando una noticia los golpea duramente, se dan cu...