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#Talía


Estaba medio desnuda delante de Mickey cuando escuchamos a Gabriella llamarnos y un ruido detrás de su sonora voz. Yo me puse un tanto nerviosa y Mickey se empezó a vestir. Me hizo una señal para que me quedara allí y no me moviera. Salió del baño cerrando la puerta tras de sí y yo no podía quedarme acá tan tranquila así que decidí salir. ¿Pero como si no tengo ropa limpia acá? Tendría que ir a mi habitación. Bien el plan era este: 1- Iría a mi habitación lo más sigilosa posible. 2- Una vez allí me vestiría rápido. 3- Iría a ver que pasó.


No me dio tiempo a sacar un pie de la bañera cuando se escuchó un grito. Así que decidí ponerme la toalla encima y salir.


No había nadie en el cuarto de Mickey pero pude divisar una sombra venir por la luz del pasillo así que me escondí en el armario. Deje la puerta un poco entre abierta para ver. Era un señor bastante alto con un pasamontañas puesto. Otro más bajito entró después de él con Gabriella en sus brazos forcejeando por zafarse de ellos.


-¿Dónde está Gabriella?


-¿Dó-Dónde e-está quién? 


-La otra chica. 


-N-No lo-lo sé. -Mintió. 

-Mmm... Vemos que quieres que te castiguemos un poco.

Gabriella empezó a sollozar y uno de los hombres empezó a bajarse la cremallera del pantalón, la iban a violar. Tenia que hacer algo. Me acordé de algo que me enseñaron a hacer en el convento. Me lo enseñó a hacer el hombre que e traía los libros. Solo necesitaba una percha de alambre y una cuanta ropa. Con mis manos haciendo el menos ruido posible empecé a analizar las perchas hasta que encontré una por fin. Empecé a hacer una forma con la cuerda de circulo, al ser de alambre los picos cortaban como unos condenados. Así que le hice la forma de una hoz. Después cogí ropa y empecé a hacer una cuerda con esta. La até a un extremo de la hoz. Cuando volví a mirar ese hombre estaba ya sobre el cuerpo desnudo de Gabriella chupándole todo, me daba un terrible asco presenciar algo así. Gabriella era la que más estaba sufriendo. Abrí la puerta del armario y Gabriella abrió unos ojos como platos al percatarse. Empecé a hacer círculos en el aire con la cuerda a modo vaquero y la lancé. Conseguí enredar la hoz en el cuello de ese tipo y tire de ella. El tipo cayó al suelo con la hoz incada en su cuello y sin poder apenas respirar. Gabriella se incorporó de un salto y me dijo que me girara y lo hice. Pero sin que se diera cuenta me volví a girar y vi como le termina de pasar la hoz por el cuello para matarlo. Dios. El otro tipo volvió a la habitación y cuando vio la escena se inundó de rabia, se lanzó sobre Gabriella tirandola al suelo y cogiéndola por el cuello para asfixiarla. Yo salí del armario y salté encima del tipo para darle tiempo a Gabriella. El tipo se levantó forcejeando conmigo que estaba encima de el arañandole la cara. Pude sentir como se clavaba una de mis uñas en sus ojos. El tipo chillo en respuesta a lo que suponía, lo dejé tuerto. Y eso nos daba tiempo a mi y a Gaby. Pero no soy de las mujeres que le dan otra oportunidad a los asesinos así que repetí la escena con el otro ojo. Ya no podía ver, por lo tanto nos daba mucha ventaja porque nunca fue ciego y sus otros sentidos no están aún tan desarrollados. Lo dejamos en el cuarto tocandose los ojos y yo me puse bien la toalla. Fui hacia mi cuarto y me puse lo primero que encontré. Un conjunto de ropa interior, unos shorts y una camisa. De zapatos unas converse. Fuimos a buscar a Michael y estaba en un cuarto atado de pies y manos a una banca. Lo desatamos y le contamos todo, el se quedo atónito.

Subastada.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora