Siena tendrá que lidiar con su corazón roto. Camden entrará en su vida, haciendo que sus mundos colisionen.
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Siena Moore sabe que el amor puede llegar a destruirte. Dos años después de su vuelta a Moonlight, tiene que convivir con una abuela con...
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Margaret me mira con atención mientras le relato lo sucedido esta mañana con Katherine. Ella está al corriente de mi maravillosa vecina y todas sus locuras. Tal vez debería escribir un libro contando todas las historias en las que he estado involucrada por su culpa, seguro que ganaría una buena cantidad de dinero.
—¿Te ha vuelto a hacer lo del gato? —pregunta antes de tomar un sorbo de su taza de café macchiato.
—Hace que su gato se cuele en mi casa y la verdad es que no entiendo para qué. ¿Cuál es su objetivo? Sigo pensando que esa chica no está bien de la cabeza.
Margaret se encoge de hombros como si ella tampoco supiera la respuesta a esa pregunta. Aunque Katherine es bastante pesada, al final algunas situaciones me terminan pareciendo cómicas. Lo único que me sorprende es que Silver no se haya largado de esa casa, convivir con alguien como Katherine debe ser complicado.
—El lunes quedé con mi padre —confieso captando toda la atención de Margaret.
Ella está al corriente de mi situación con él. Es cierto que el divorcio de mis padres me alejó un poco más de él, pero la relación entre los dos ha sido difícil desde que era muy pequeña. Ambos tenemos un carácter fuerte y en muchas ocasiones chocamos, y lo que empieza siendo una conversación tranquila termina en una discusión que me deja hecha mierda.
Al menos las cosas han mejorado en ese aspecto. Tal vez porque vivimos separados y porque aunque mantenemos el contacto, no es lo mismo que residir en la misma casa.
—¿Y qué te dijo?
—Hablamos un poco de mamá y bromeamos a la hora de hacer la comida. También le pregunté por su trabajo y él a mí por mi novela.
—¿Qué piensa respecto a eso?
—No le gusta mucho. Ya sabes que siempre quiso que me dedicara a la astronomía, pero bueno, respeta mi decisión y con eso me basta.
Mi vista se pierde por un momento en la distancia. Quiero creer que me basta, pero no es así. Realmente me gustaría que mi padre disfrutara con la escritura de la misma manera que yo, pero no puedo forzarle a que me entienda por completo. Supongo que necesita algo más de tiempo para acostumbrarse.
Margaret me dedica una pequeña sonrisa cuando mis ojos se centran en ella. Sin decírselo, sabe a la perfección en lo que estoy pensando.
—No deberías sentirte así. Es su culpa, no la tuya.
Rodeo con las dos manos la taza de café para hacer que mis manos entren en calor y después suelto un pequeño suspiro.
—Es inevitable. Sus ojos me transmiten cierta decepción. Me duele pensar que puedo llegar a ser una decepción para él por el simple hecho de no dedicar mi vida a lo que a él le gustaría.
—Tarde o temprano tendrá que aceptarlo. No tiene otra opción.
Asiento. Margaret tiene razón. Al final se tendrá que acostumbrar a mi vida y a las que decisiones que he tomado y que tomaré.
