II - "La vida de un muerto junto a un hereje"

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Era un muerto viviente y eso lo convertía, según lo dicho por Matthaeus, en un ser de la noche que bebe sangre y consume vidas indiscriminadamente. Un ser de origen infernal que fue cazado y repudiado por los vivos hace tanto tiempo que su historia se convirtió en leyenda, la leyenda a mito y luego se olvidó.

Los vampiros eran pocos en verdad, pero aún caminaban por la tierra entre las sombras. Y eso inquietaba a Francesco puesto a que su salvador pelirrojo no era un ser igual a él, sino un simple ser humano que fue criado para convertirse en el hechicero más poderoso de su aldea... Una aldea pagana arrasada por el fuego que le dejó como único sobreviviente.

Ahora estaban juntos y no existía realmente un por qué. Matthaeus tan solo había sentido cierto interés por comunicarse con aquel soldado del rey al otro lado de la muralla que siempre, en las mismas horas nocturnas, se quedaba parado con la mirada fija en el danzar de las hojas. No había una razón válida para permanecer juntos, pero Francesco no deseaba alejarse ni un solo instante de la presencia del encantador hereje que se había robado cada parte de su afecto y lealtad indómita.

Francesco solo necesitaba que esos ciegos ojos rosáceos se posaran de soslayo en él para entender que la fe en su Dios no era sino un deseo avaro por hallarle una razón a lo incomprensible y la devoción a su rey algo inaudito si eso llegaba a significar que debía de entregar al pelirrojo. No y mil veces no, al diablo aquello que colocara en peligro sus momentos junto al precioso hombre.

Porque la sangre de Matthaeus en su boca era mil veces mejor que ayunar, porque pecar por amor real era mil veces mejor que obedecer por una salvación que ya le había sido otorgada.

—Hoy te siento más hambriento que ayer —El rocío de la cascada peinaba su maravilloso cabello rojo acomodado en una trenza llena de margaritas que caía sobre su hombro derecho mientras Francesco se encontraba succionando la sangre roja y viva del hombro izquierdo. Matthaeus y él se hallaban al borde de un acantilado por el que se precipitaba una cascada amplia con un gran lago cristalino en su final, era más que espléndido, más que maravilloso. Era todo lo que Francesco nunca tuvo la oportunidad de apreciar como ser humano que ya no era.

Matthaeus era tranquilo, era hermoso, actuaba con delicadeza, pero en sus conjuros y jugarretas se podía apreciar el tremendo poder que desbordaba de su nefasta naturaleza. Él tenía el don para azotar al más poderoso imperio de todos los tiempos y reducirlo únicamente a polvo y ceniza, y aún con semejante superioridad frente a cualquier noble él amaba viajar por el mundo y disfrutar de la vida como un simple nómada. —¿Así son los hombres del otro lado del muro?

Francesco soltó la carne ajena generando un ¡Pop! Y se dio el gusto de lamer la zona herida del clemente pelirrojo cuya atención parecía girar en torno a escuchar la furiosa cascada que les bañaba aún sin estar ni cerca de su centro. Su rostro era calmo y jovial, de tonalidad enteramente Nívea a excepción de esas mejillas que siempre se mantenían con un sonrojo perpetuo y extremadamente encantador.

Era un ser tan bello que hasta parecía bendito, aún cuando era capaz de crear bestias como Francesco a partir de cadáveres.

—Así somos. —la risa del pelirrojo era el sonido mas puro que llegaron a sentir los tímpanos de aquel general sanguinario y diestro en el arte de matar a los suyos por decisión de su rey.

—¿Cómo son las cosas del otro lado? — Matthaeus era muy curioso, Francesco se había percatado de ello en poco tiempo y aquello no llegaba a desagradarle ni en lo más mínimo. Adoraba que el precioso hombre le sonriera y sus ojos perdidos brillasen intensamente ante la información del romano.

—Las mismas que en cualquier otro lugar, aunque con una armada sin igual —el angelical hereje no se mostró satisfecho con la respuesta y Francesco no pudo evitar sentir la confusión. La lucha, el honor, el entrenamiento y la muerte eran normales para ellos del otro lado de la frontera, ¿no era así para el pelirrojo?

La Panacea Abunda en su Mirar [Fratt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora