02.

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El azabache agarró la burbuja como si un trozo caro y fino de porcelana se tratara, como si fuera lo más delicado del mundo.

Y personalmente para él lo era, tenía curiosidad y miedo. Una gema que recién lo conoce y quiera matarlo no sería novedad.

Se levantó con cuidado y busco aquel aparato que lo había llevado ahí.

No estaba, el rastreador había desaparecido, eso le causó un escalofrío.

Regresó su mirada al felino, quién ya tenía su mirada puesta en él.

—¿Me llevarías a casa? —cuestionó, haciendo que aquel gran animal rosa le rugiera en forma de afirmación.

Así ambos seres emprendieron un viaje a la cabaña.

Steven inspeccionó su hogar, notando las luces apagadas y el ambiente a soledad, por primera vez lo hizo sentir tranquilo.

Entró finalmente, seguido de León, quién parecía expectante a la burbuja.

Subió a su habitación, dejando suavemente la burbuja en la cama y empezó a inspeccionarla tratando de averiguar qué clase de gema era.

Parecía una especie de cuarzo, toques turquesa con grietas doradas, temía que fueran grietas de corrupción.

No supo cuanto tiempo inspeccionó aquella burbuja, el color rosa suave no le dejaba apreciar bien los detalles de la nueva gema.

Reaccionó cuando León se subió a la cama, rugiendo esta vez con más fuerza a la burbuja.

—¡No! —empujó al felino.

Tarde, las ondas de sonido habían causado que aquella cápsula explote.

Inconscientemente el azabache activó su escudo.

¿Que sucedería ahora? ¿y si era una gema corrupta? ¿y si lo querían volver a matar?

La gema empezó a brillar al momento en el que tocó aquella colcha de la cama.

Una forma de luz se presentó frente a el, sin embargo el aspecto cambio y distorsiones se empezaron a presentar.

Carne y piel empezaron a cubrir la gema, eso era totalmente nuevo.

Atónito, se cubrió sus ojos cuando la luz se intensificó.

Ni siquiera con Blanco se cegó tanto.

El cuerpo de una joven impactó con la cama, siendo rápidamente cubierta por León.

Steven se bajó su brazo, notando parte del cuerpo de la chica sin prendas.

Parecía... Humana.

León le rugió a su dueño.

—¡Ah, si! —Steven bajó de su cama.

Buscó una tela no tan pesada, cubriéndola cuando León de alejó del cuerpo de la desconocida.

La mente de Steven se empezó a llenar de preguntas.

“¿Quién era?”

Esa era la pregunta que más predominaba en su cabeza.

Dejando de lado la extraña forma en la que salió de su gema y la extraña apariencia humana.

Un cabello un tanto oscuro, pero un mechón dorado que resaltaba.

Sus labios eran de un rosa pálido, y su cuerpo tenía manchas turquesas.

¿Qué... qué era ella?

Dejó de hurgar en su mente al ver como la desconocida fruncía su ceño, apretando sus manos.

Iba a despertar.

Lo primero que ella notó fue que estaba respirando. El aire se sentía como un exquisito manjar que no había probado hace tiempo.

Dio un gran respiro. Estaba viva, se sentía viva.

Sentía el sonido del océano a lo lejos, eso le trajo paz y tranquilidad.

Parpadeó un par de veces, dejando a la vista del azabache los ojos dorados que combinaban con si extraño mechón de cabello.

Lo primero que enfocaron sus pupilas fue el chico que se encontraba frente a ella.

—Hola, me llamo Steven —se presentó, una voz serena y suave.

Ambos mantenían su vista en el otro.

Pero seamos sinceros, de algún modo él parecía tener más miedo que ella.

La mirada de la desconocida demostraba desconfianza, cosa que el azabache entendió completamente, así que mantuvo su espacio.

Ella inclinó un poco su cabeza, incorporándose en la cama, siendo curbierta por la final tela que antes se le había puesto.

—Steven —ella rompió aquel contacto visual, observando la habitación en la que se encontraba.

Su vista se fijó rápidamente en el cuadro que destacaba entre todo.

Aquella gema rosa.

—Rose —pronunció rápidamente.

Su voz era un tanto seca, quizá porque en tantos años no había tomado agua.

Su garganta se sentía seca, pero la necesidad de hablar estaba ahí.

—Quiero ver a Rose... —volvió su mirada al azabache—. Necesito verla —demandó.

—¿Hablas de Rose Cuarzo? —su voz salió temblorosa.

La mirada de ella era un tanto demandante y eso le causaba algo de temor.

—Perla —pronunció esta vez—, si no es Rose es Perla.

Steven apretó sus labios, su expresión era de confusión total.

¿Conocía a las gemas?

—Por ahora Perla no se encuentra, quizá aparezcan mañana.

Ella desvío su mirada al gran ventanal. Estaba oscuro.

—Debes vestirte.

El azabache se levantó de la cama y caminó hacia los cajones para sacar algunas prendas de vestir que usaba comúnmente, sabía que eran tallas más grandes que la de ella, aún así no tenía nada más por el momento.

Le entregó aquellas prendas desviando su mirada hacia algún lugar que no fuera ella.

—Te daré tu espacio, puede bajar cuando te sientas lista.

Ella asintió aún sabiendo que él no se encontraba mirándola.

—Gracias Steven —murmuró para acomodar aquella tela.

Siguió con la mirada al azabache, quién bajaba rápidamente del lugar.

Ella giró su rostro, encontrándose con la mirada del felino en ella, inquisitivo.

—¿León?

Este le lamió la mejilla, bajando de aquel lugar.

Quedándose sola en la habitación, desdobló aquellas prendas para finalmente cubrir su cuerpo con éstas.

El silencio reinaba, cosa que la hacía sentir incómoda.

Salió de la cama finalmente, mirando las fotos que posaban en la habitación del chico.

Rose y Greg.

Las gemas.

Steven y una chica.

Inclinó su cabeza, cerrando sus ojos para tratar de hacer memoria.

Hurgó entre sus recuerdos. Si estos no fallaban, podría tener una idea clara de quién podría ser ese chico.

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My Happiness [Steven Universe] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora