My Happiness [Steven Universe]

04.

Ambos adolescentes salían de aquel templo-cabaña.

La insistencia de Steven había sido tanta que ella finalmente se vio en la obligación de acompañarlo.

Así que ahora ambos se encontraban caminando por las calles de Ciudad Playa, el azabache era saludado por la mayoría de habitantes y gemas. Algunos de estos también le dirigían la mirada a la chica y le dedicaban un saludo y una sonrisa.

Ver a convivir humanos con gemas era agradable, se sentía bien al presenciar la era III. Un sueño que alguna vez Rose tuvo, y que seguramente se encontraba admirándolo a través de los ojos de Steven.

Ambos jóvenes llegaron a un autolavado, ella observó sus alrededores encontrándose con la mirada de una gema, que quien como las demás la saludó.

—Espérame aquí —este la miró—, no tardo.

Ella se quedó estática en su lugar, sus manos descansaban en sus bolsillos y su cabello dentro de aquel suéter que llevaba.

—Hey, hola.

Giró su mirada hacia quien le había dirigido la palabra, un total desconocido estaba a su lado.

—¿Eres nueva por aquí? Hubiera recordado esos ojos en cualquier parte.

Ella se sintió un tanto ajena a las palabras de este, ni siquiera lo había visto en su vida, su corta vida.

—Sí —fue su respuesta simple y sencilla.

—¿Te parecería intercambiar números? Podríamos salir algún día a la Gran Rosquilla.

Ella inclinó un poco su cabeza, las relaciones con los humanos siempre se le habían hecho complicadas, y eso que parte de ella pertenecía a esa raza.

Quizá era el haber convivido en su infancia con gemas, y los únicos humanos con los que había tenido contacto habían sido Greg y Vidalia. Sin embargo eso no le ayudaba ahora a relacionarse con personas de su edad.

El claxon de un auto hizo girar la mirada de ambos, ahí estaba Steven.

—Tengo el auto, vamos _____.

Ella giró completamente, dándole la espalda al desconocido.

—Pero si es Steven Universe —el contrario se apoyó en la parte superior de este, buscando con su mirada los ojos de la chica—, el ser salvador de la Tierra atrae chicas bonitas ¿no?

Steven miró de reojo a su compañera, quién parecía no prestarle ni la mínima atención al llegado.

—El llegar de la nada a una chica no va a garantizar que se fije en ti —Steven regresó su mirada al frente.

Así el carro se alejó del lugar, manteniendo un silencio un tanto incómodo para Steven y neutral para la chica.

—Pudimos utilizar el portal —comentó ella.

Hasta el momento Steven no se había dado cuenta de lo cálida y acogedora que era la voz de ella.

Hacía el ambiente más tranquilo.

—Si pero creí que era un buen momento para que salgas a ver que tanto habían cambiado las cosas —llevó su mano a su cuello con nerviosismo.

Ella no contestó, para Steven se le estaba haciendo difícil tratarla. Parecía tran distante y ajena a él, que tenía miedo de que no se sintiera cómoda en su casa.

El azabache soltó un poco de aire.

«Dale su tiempo Steven.»

Pensó, así ambos continuaron el camino.