La megafonía de la estación de autobuses hace que despegue la mirada de las últimas páginas del libro que elegí para cubrir el trayecto desde mi pueblo hasta la ciudad, otro de esos ejemplares que mi madre forzó en mi mochila con la esperanza de tener algo más que comentar entre tanto emoticono en Whatssap.
Maldigo el día en el que se descargó la aplicación.
Desconecto la música del móvil y retiro el único auricular que llevaba puesto, uno de esos sin cable que recibí como regalo de cumpleaños y de navidad. No sé si sorprenderme o empezar a preocuparme por la creciente relación entre mi madre y la tecnología, o entre mi madre y Hugo, que al fin y al cabo es lo mismo. Para tratarse de un tipo que trabaja la madera no anda nada perdido en el ámbito tecnológico, aunque por otra parte creo que es una estrategia para agradarme. De momento me resulta indiferente, lo cual es positivo.
Compruebo una vez más que todas mis pertenencias están guardadas y que Ratatouille va bien acomodada en el trasportín. Espero paciente a que la mayoría de los pasajeros se bajen para evitar empujones y me despido del conductor con un cabeceo antes de rescatar mi maleta de la zona de carga.
Respiro una vez más el aire contaminado de la plataforma de llegadas y me encamino hacia la escalera mecánica para conectar con la línea que me llevará hasta el apartamento.
Juego distraído con una pulsera de cuero que llevo en la muñeca izquierda, cortesía también de mi madre, aunque este regalo lo aprecio más porque sé que lo ha confeccionado ella misma. No me entusiasma el espíritu comercial de la navidad, ni tampoco las reuniones forzadas con personas que no veo durante el resto del año, pero me agrada una buena cena y disfrutar de la compañía de los que más me importan.
Pensando en estos últimos, no puedo evitar que la imagen de Eren acuda a mi cabeza, junto con una sensación extraña en el estómago. Regresar a la ciudad implica enfrentarme de lleno a lo que quiera que haya entre nosotros y no estoy seguro de cómo van a resultar las cosas. La estancia en el pueblo me ha servido para analizarlo todo con más perspectiva, incluyendo mis propias acciones el día de su fiesta.
Eren consigue sacar mi yo más irracional y no sé hasta qué punto eso es bueno.
Apoyo mi barbilla sobre la palma de mi mano mientras observo las conocidas calles a través de la ventana del nuevo transporte. Repaso las veces que hablé con Eren durante las vacaciones, un número considerable de llamadas que no distaron mucho de nuestras conversaciones habituales. Por un lado, me tranquiliza, por otro, no sé muy bien qué se le pasa a Eren por la cabeza respecto a mi confesión y los besos que compartimos la última vez que estuvimos juntos.
No me queda otra que esperar y averiguarlo en nuestro reencuentro.
Tan concentrado estoy con ese asunto que, cuando me quiero dar cuenta, me he saltado la parada más cercana al apartamento. Suelto una palabrota que se gana algunas miradas reprobatorias y aprieto de malos modos el botón para solicitar la siguiente, sabiendo que tendré que caminar un largo trecho en uno de los días más fríos del año. El conductor reduce la velocidad de forma brusca, a punto de sobrepasar también la siguiente, e ignoro la queja que suelta en voz alta.
Agarro mi equipaje y desciendo del autobús para avanzar en contra del vendaval que arrastra polvo y basura a lo largo de la avenida. Me arrebujo en mi abrigo y avanzo encorvado durante veinte minutos hasta llegar al portal de nuestro edificio. Me detengo unos segundos para recobrar el aliento y rebusco en mis bolsillos hasta dar con la llave. Mis dedos están entumecidos a pesar de llevar guantes y por mi boca sale un vaho denso debido al frío.
Cuando entro en el apartamento, libero un gruñido de satisfacción antes de apoyar mi espalda contra la puerta para cerrarla. Erwin tiene encendida la calefacción y no puedo estar más agradecido por ello. Tratamos de evitar utilizarla en la medida de lo posible, por una cuestión de ahorro en las facturas, sin embargo, en días como hoy es inevitable.
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Secreto a voces
FanfictionFanfic AU de Shingeki no Kyojin. Levi, un estudiante de informática, conoce a Eren Jaeger gracias a su compañero de piso, Erwin. A pesar de ser muy diferentes, no tarda en enamorarse del de ojos verdes. Sin embargo, hay un inconveniente: Eren no es...