Conde del norte

capitulo 41

Albus Dumbledore era un hombre que había visto muchas cosas en su larga vida, y muchas de ellas eran muy desagradables.  Había visto todos los lados de la existencia humana, lo bueno y lo malo.  Heroísmo y cobardía.  Desinterés y egoísmo.  La extraordinaria amabilidad de la que era capaz la gente y la extraordinaria crueldad que la acompañaba.  La guerra era fea por naturaleza, y lo había resignado a ver morir a la gente, a veces de una manera muy espantosa.  Sin embargo, nada lo había preparado para la vista cuando Kingsley Shacklebolt lo había llamado al Ministerio de Magia por asuntos urgentes.  Arthur Weasley había encontrado una nota conmovedora dejada por Voldemort cuando había venido a trabajar esa mañana.

Un mensaje que había sido escrito en sangre.  En la parte de atrás de uno de sus Aurores, las palabras grabadas en la carne, los órganos del hombre esparcidos alrededor de él en un horrible patrón de estrellas.  ¿Y lo peor?  Su corazón aún latía cuando Dumbledore había llegado.

El mensaje fue simple, breve y dejó a Dumbledore con un sentimiento de temor.  Consistía en solo dos palabras.

Dos días.

El director se había apresurado a regresar a la sede de la Orden e inmediatamente solicitó una sesión de emergencia.  Voldemort había mordido el anzuelo, y la batalla estaría sobre ellos pronto.  Ambas partes sabían que esto era una trampa, y ambas se arrojarían todo lo que tenían entre sí, con la esperanza de aniquilar por completo a su oposición.  Dumbledore se armó de valor cuando la gente comenzó a llegar. Kingsley Shacklebolt llegó primero, después de haber dejado una serie de Inefables a cargo de limpiar el desorden, seguido en breve por algunos otros aurores.  Tonks vino con ellos, trayendo a los gemelos Weasley y Ginny con ella.

En poco tiempo, una gran parte de los miembros activos de la Orden del Fénix se habían reunido para la llamada de emergencia que Dumbledore había enviado, casi un centenar de personas, de todas partes del país.  El anciano director miró alrededor de los rostros reunidos, algunos de los cuales conocía muy bien, y se aclaró la garganta.

"Me disculpo por llamarlos a todos aquí con tan poco tiempo de aviso", comenzó, "sin embargo, tenemos una situación. La mayoría de ustedes saben que con la ayuda del actual Lord Polairix, hemos elaborado un plan para atraer a Lord Voldemort a  una batalla abierta en el Ministerio de Magia, para que podamos destruir todas sus fuerzas y partidarios a la vez. Hasta ahora, no estaba claro si había mordido nuestro anzuelo, pero ya no ".  La cara de Dumbledore cayó.  "Auror Gadwell, que desapareció hace dos noches, fue encontrado esta mañana temprano, con un mensaje de Voldemort. Atacará al Ministerio en dos días. Las defensas aún no están todas en su lugar, y nuestras tropas no están en posición, de ahí el  razón por la que te he pedido que vengas aquí. Debemos ...

Antes de que pudiera continuar, la chimenea volvió a la vida, las llamas se volvieron verdes y lamieron enojadas.  Antes de que alguien pudiera preguntar qué estaba pasando, los hechizos comenzaron a volar fuera de la chimenea, la mayoría de ellos eran maldiciones oscuras, intercaladas con el ocasional destello verde de la maldición asesina.  Los miembros de la Orden reunidos estallaron en pánico y se apresuraron a salir de la habitación, tratando de protegerse del implacable fuego de hechizos.  Finalmente, el bombardeo cesó, dejando a decenas de brujas y magos muertos en el suelo, y figuras encapuchadas y enmascaradas comenzaron a salir de las llamas.

Los ojos de Dumbledore se abrieron en estado de shock al darse cuenta de lo que esto significaba.  La sede de la orden había sido comprometida.  La mayoría de los sobrevivientes habían logrado encontrar algún tipo de cobertura, arrodillándose detrás de mesas volcadas o detrás de las puertas del pasillo.  Estaban a punto de devolver el fuego, cuando una voz fría habló con un silbido distinto en su tono.