La luz entra de forma oblicua a la librería, regándose sobre los libros de segunda mano que cubren cada superficie visible. Cuando la campana suena y se introduce por la puerta una figura alta, el encargado de la librería le echa un vistazo, mientras sus manos continúan ocupadas con el acomodo de un par de obras entre los estantes. Le sonríe al recién llegado, pero éste apenas le dedica una mirada y una media sonrisa cortés, pues está sumergido en la que parece ser una llamada importante.
—Sí, sí —dice el muchacho—, estaré ahí. Hablaré con él. Tranquilo, mi hermano me consiguió la invitación, no es como que vaya a pasar desapercibido —se coloca el aparato entre hombro y oreja para comenzar a rebuscar entre algunos libros. El encargado le observa, pero decide no acercarse de momento, para no interrumpir su llamada—. Ya veremos, ya veremos. Publica la nueva imagen en las redes sociales, por favor, ¿está listo el video de mañana? Apresura a Mashirao, eso tiene que estar pronto —sus ojos pasean momentáneamente hacia cualquier sitio, deteniéndose distraídamente en el fondo del lugar. Sus manos pausan su tarea—. No voy a hacer eso, Eijiro, por favor, me conoces —ahora retoma la tarea—. Oye, ¿qué puedo regalarle a Grazie? Entré a una librería de segunda mano para ver si encontraba algo para su cumpleaños, ¿aún le gusta leer? —sonríe—. Bien, tú y Mashirao están haciendo un buen trabajo. Bueno, te hablo luego, veré que encuentro.
El muchacho finalmente toma su teléfono, termina la llamada y lo guarda. Después, observa un momento el estante frente a él y, como si no tuviera idea de lo que está haciendo, echa una mirada al encargado, solicitando auxilio.
El chico lo nota prontamente. Sonriendo, se acerca hacia él.
—¿Puedo ayudarle en algo?
El cliente baja la mirada para alcanzar a leer el nombre del chico sobre su camisa.
—Sí, Izuku —eleva la vista y sonríe—, busco algo para una niña de once años. Le gusta la fantasía, pero no quiero darle una de esas historias nuevas que son demasiado ligeras. Prefiero algún clásico.
Izuku sonríe, asiente y se pone a mirar entre las obras.
Pronto, el cliente, un chico alto y de gafas de porte elegante, ya tiene una historia entre sus manos, la cual procede a pagar apresuradamente, como si cada segundo de su tiempo estuviese medido y ya destinado al cumplimiento de tareas diversas con las que sin duda no ha terminado.
Izuku le envuelve el libro en papel periódico con cuidado y maestría.
—Lo lamento —se disculpa de pronto, llamando la atención del cliente—, no quería espiar su conversación, pero no pude evitar escuchar que hablaba de Grazie, la hija de Mashirao y Eijiro, ¿verdad?
El muchacho parpadea. Sonríe.
—Oh, ¿los conoces?
Izuku asiente.
—Vivían en el mismo edificio que yo. Yo le regalé a Grazie su primer libro.
—¡Vaya! Qué pequeño es el mundo, ¿irás a la fiesta de cumpleaños?
Ahora, el chico niega con la cabeza.
—Tengo turno ese día, aunque quizá pueda llegar antes de que termine. En todo caso, espero que se la pasen muy bien —le desea al tiempo que le entrega el obsequio. El muchacho le agradece y después le extiende una mano.
—Tenya, trabajo con ellos dos. Quizá volvamos a toparnos en el futuro.
Izuku acepta la mano y la estrecha.
—Mucho gusto, Tenya, ten un lindo día.
Tenya se gira y sale de ahí, no sin antes volver a sacar su teléfono e iniciar una nueva llamada, lo que hace a Izuku sonreír. Realmente es un muchacho ocupado.
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La Ciudad de los Libros [Hiatus temporal]
FanfictionEn Queens hay una librería. La atienden Izuku y Tamaki. Diariamente, Mirio llega con un vaso de papel lleno de café. Y la vida era sencilla hasta que un multimillonario desocupado llamado Katsuki Bakugou decidió auto contratarse. He aquí el caos...