4: Bailes Metafóricos

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Tenya ha pasado toda la mañana preparándose para su reunión de la tarde con Shouto, pero, incluso así, cuando se detiene ante la puerta de la sala de juntas y lo halla dentro, sentado con cara de hastío y mirando probablemente las actualizaciones de alguna red social en su teléfono, se plantea la posibilidad de mandar todo al demonio, ir corriendo con Mashirao y decirle que después de todo ellos no necesitan ese dinero.

Gran parte de la culpa de sus dilemas actuales se la tiene Mashirao, para empezar, que fue quien se puso a sugerir que Shouto, el –a su parecer– buen y decente Shouto Todoroki, podría tener cualquier clase de intenciones indecorosas para con él.

Mashirao tiene que ocuparse más de la educación de Grazie y menos de los chismorreos de la gente de Manhattan, piensa Tenya, aunque sabe que su amigo hace un trabajo de maravilla criando a la pequeña, quien, a estas alturas, y a pesar de ser adoptada, ya demuestra un montón de rasgos de personalidad similares a los del más astuto de sus padres. Igual que Mashirao, Grazie tiene una habilidad fantástica para conseguir lo que quiere de todo el mundo, sean dulces, muñecas o paseos a parques de diversiones.

Pero bueno. Justo ese no es el momento para pensar en Grazie y en el desempeño de sus padres. Shouto Todoroki está dentro de la sala de juntas que se encuentra en el centro del piso de oficinas ocupado por Ingenium y, dado que las paredes son de cristal, Tenya es perfectamente visible desde adentro. Shouto no tarda en notarlo. Eleva la mirada, le sonríe, deja su iPhone a un lado y se pone de pie. Tenya sabe que ya no puede retrasar esto más, así que, usando la mano que no tiene ocupada por carpetas y por su Tablet, empuja la puerta.

—Buenas tardes, Shouto, bienvenido. Te agradezco mucho que hayas venido hasta aquí —Shouto sonríe con más amplitud y se acerca para saludarlo. Pero no le estrecha la mano. Le da un medio abrazo amistoso. A Tenya le toma por sorpresa, y no es que le incomode particularmente abrazar a la gente, pero no es algo que tienda a hacer con sus socios de negocios. Cuando Shouto se separa, proceden a sonreírse y se sientan.

Lo que sigue a aquello es una conversación larga y tendida sobre proyectos, el estado de la empresa y sus proyecciones financieras. Shouto le hace todas las preguntas pertinentes y, mientras más avanza la reunión, más Tenya se tranquiliza.

Todo está desarrollándose de forma normal, ninguna señal de alarma. Seguramente que no hay motivo para preocuparse...

Excepto que.

Tenya se siente culpable. Es decir, él no ha coqueteado con Momo más de lo que ella misma coqueteó con él, si es que a sus conversaciones extrañas podría llamárselas de esa forma, pero igualmente siente que ha hecho algo malo, algo que Shouto podría considerar una suerte de traición.

Después de todo, ¿qué diablos era eso de Tenya diciéndole a Momo cuáles eran sus fotos favoritas de los dos, tan buenas que las mandaría a enmarcar?

¿En qué rayos estaba Tenya pensando?

Quiere pedirle perdón a Shouto por algo que probablemente no ha hecho y, de un momento a otro, su tranquilidad comienza a tornarse nuevamente en ansiedad. De pronto, simplemente empieza a equivocarse con lo que dice o a quedarse repentinamente en blanco. En un momento en el que se atasca, sintiendo que se le acumula sudor en la frente a pesar de que la temperatura dentro de la sala está agradable, Shouto le pone una mano sobre el hombro y le observa con lo que parece genuina consternación.

—¿Tenya? ¿Está todo bien?

El cofundador de Ingenium traga saliva. Tendría que decirle que sí. De forma objetiva, no hay nada maligno ocurriendo en esa sala de juntas en ese momento, pero la mirada de ojos heterocromáticos le crea una tormenta en la cabeza.

La Ciudad de los Libros [Hiatus temporal]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora