5: Bestias Mortíferas

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"Necesitamos una playlist".

Denki desciende por su lista de reproducción favorita. La ha escuchado tantas veces que hasta sus amigos ya se hartaron de ella. Prácticamente se sabe el orden en el que van las canciones. Y le entristece el hecho de que la lista lleve ya un tiempo sin renovarse.

—¿No es extraño? —parece decir al aire. Con sus tenis blancos sin cordón, sus pantalones cortos y abultados, su camisa gris sin mangas y una bufanda de color rojo alrededor de su cuello, Denki luce tan despreocupado como siempre. Sobre sus hombros cuelgan unos audífonos de diadema dorados que se conectan por bluetooth al teléfono. Denki escucha en volumen reducido la música que proviene del aparato, la cual se desvanece entre el aire que llena el espacio entre los auriculares y sus orejas—. ¿No es extraño que una persona que alguna vez fue una prioridad hoy sea un completo extraño que no es capaz de darte ni los buenos días?

A su lado, su amigo eleva una ceja, poniendo a su interrogante bajo un severo enjuiciamiento.

—En serio, Denki, para "no estar enamorado de él", no cabe duda de que actúas como si fueses incapaz de superarlo.

Denki hace una mueca, dolido. Nadie lo entiende, maldita sea, ni siquiera sus mejores amigos y mucho menos su pareja.

Nadie.

—Katsuki era mi amigo.

—Un amigo que te celaba, que quería que te fueras a vivir con él, que no quería que vieras a otras personas, que quería saber en dónde estabas a todas horas...

—Estás viendo solo lo negativo.

—¡Soy tu amigo, maldita sea! —responde el otro, elevando las manos al aire en un gesto de estar a punto de darse por vencido con el tema—. ¡Por supuesto que veo lo negativo! ¡Tú me contaste lo negativo! ¿Te acuerdas? Venías a quejarte de él, y luego te contentabas con él, pero a mí ya me habías calentado la cabeza con todas esas cosas malas y yo no podía evitar tener náuseas cada vez que veía al tipo a la cara.

Denki se detiene. Su acompañante hace lo mismo. El bailarín mira al otro con el ceño fruncido, como si una verdad aplastante acabase de echársele encima tal cual ola de agua fría.

—Ah —dice quedamente—. Bueno. En eso... —pausa—. Supongo que tienes razón —se voltea y entonces retoma el camino. El otro le sigue, pero entorna los ojos, como si no confiara en la capacidad de Denki para realmente comprender lo que había querido decirle. Por un rato, los dos guardan silencio. Cuando dan vuelta en una esquina, Denki vuelve a hablar—. Está bien, entonces, Hanta, tengo que decirte la verdad.

—¿Qué verdad? —el tono de Hanta sugiere que en realidad ya está harto del tema y no quiere conocer ninguna verdad al respecto. Pero, sin mirarle, Denki responde.

—La verdad sobre Katsuki Bakugou.

Hanta pone los ojos en blanco, pero no dice nada, autorizándole a Denki a continuar.

—Es verdad que es un pelmazo, sí, es verdad que es impulsivo, malhumorado, grosero y que tiene el ego más inflado que Júpiter. Pero no todo es malo. Katsuki es una persona leal, ¿sabes? Una persona que se le va a echar encima a otros en el instante en el que les vea haciéndote daño, sin importar si a causa de las circunstancias él pueda estar en desventaja. Es alguien firme en sus decisiones –lo que queda más que claro vista la forma tan absoluta en que me sacó de su vida desde el momento en que decidió hacerlo, sin mirar atrás–, y también muy inteligente. Y tiene los valores que tiene la gente decente, ¿ya sabes? Como respetar a los ancianos –a su manera, pero los respeta–, ayudar a los débiles, no aprovecharse de nadie, siempre tomar sólo lo que sabe que le corresponde. Incluso el dinero de sus padres, él no lo toma. Es decir, sí lo tomó cuando era un adolescente, pero no lo ha hecho desde que se independizó. Muchos pensarían que no es más que un riquillo mimado, y por un lado sí que lo es, pero también es un poco más que eso... —detiene su perorata y baja un momento el rostro, mirando a sus pies y al cemento gris de la acera. Hay sobre él mugre, polvo y colillas de cigarro—. Y también es divertido. Y se preocupaba por mí de forma genuina. Siempre estaba ahí cuando yo le necesitaba y me alentaba en todos mis proyectos. Es decir, no es el único amigo que tengo o que tuve así, tú también estás ahí, también me alientas, igual que muchos otros, pero es que con él compartí muchas cosas, ¿sabes? El sexo tan sólo era una cosa más que compartimos. Sí, yo sé que hice mal en no dejar las cosas claras, a veces no te das cuenta de lo idiota que estás siendo sino hasta mucho después de que lo has sido y ya estás pagando las consecuencias, pero bueno. Soy Denki Kaminari, ¿hay alguien en toda Nueva York que espere que yo sea brillante?

La Ciudad de los Libros [Hiatus temporal]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora