"Ignis ostia sigillis
pluviam nobis album cover
et ex natura servi,
Princeps eorum in fata
in manus peccatorum."
Julio 15, 1817.
—Rayos Charlotte, ¿cómo es que puedes aprenderte todos los conjuros tan fácilmente? —Se quejó Melody tirándose en una de las dos camas que con el tiempo habían logrado conseguir.
Habían pasado diez años desde que las gemelas habían escapado del castillo de milagro, diez años desde que sus padres habían muerto de una vil manera, pero aun así, en sus corazones no existía el rencor. Las niñas habían tenido que sobrevivir por sus propios medios, pero cuando Melody y Charlotte habían aceptado y entendido lo que eran las cosas fueron un poco más fáciles, sin embargo los primeros años, durante la aparición de sus poderes había sido difícil mantener su secreto a salvo para poder seguir con vida. Ser una bruja en pleno siglo XVIII era demasiado peligroso, aun cuando ellas no eran de aquellas que dañaban a las personas. Por esto, entendieron a muy temprana edad la causa de la muerte de sus padres.
—Porque los estudio, Melody. —Respondió Charlotte sin despegar los ojos del libro que había heredado de su madre.
Con el tiempo, aprendieron a controlar sus poderes, a realizar hechizos y algunas pociones a base de hierbas del bosque, y descubrieron que todas las canciones de cuna que su madre solía cantarles no eran sino hechizos disfrazados con dulces melodías.
— ¿Y por qué no puedo aprender ninguno? —Exclamó Melody frustrada. A Charlotte siempre se le había dado bien memorizar y aprender hechizos, en cambio a su hermana menor se le dificultaba más y cuando realmente quería aprender un hechizo debía pasar horas, quizá días estudiando, los primeros hechizos que Melody había logrado conjurar terminaban en explosiones, y los hechizos de Charlotte raramente fallaban.
Charlotte, dejó escapar un suspiro en señal de frustración, a veces no podía soportar la actitud pesimista de su hermana, pero hacía lo mejor que podía.
—... Creo que tengo una idea para que puedas memorizarlos rápido.
Sus ojos se iluminaron en un atisbo de esperanza.
— ¿Cuál es?
—Canta. Así puedes memorizarlo mucho mejor, recuerda el hechizo que usaste con el líder de la manada hace diez años.
—Buen punto... —Dijo pensativa.
—Así que hazlo, practícalo y en la noche lo conjuramos juntas. Por el momento arréglate, saldremos en un momento.
—Se sentó en la cama— ¿A dónde vamos?
—Iremos al mercado.
—... ¡Veré a Marcos! —Dijo y se lanzó a la cama con un suspiro.
—... Y yo veré a Simeone... —Dijo Charlotte sonriendo de lado.
— ¡Es tan hermoso! ¿Cuándo podrán venir a casa?
—Aún no. —Dijo Charlotte severa- Son cazadores, debemos asegurarnos de que confían en nosotras.
— ¿Cómo sabes que lo son? —dijo sonando confundida.
—Usan crucifijos de plata fundida, solo los cazadores los portan contra las brujas oscuras.
— ¿Y qué clase de brujas somos nosotras entonces?
— ¡Cómo se nota que no lees el Liber discipulis!
Charlotte abrió el libro en la parte de historia de las brujas, y comenzó a leer.
"Existen tres clases de brujas: oscuras, escarlatas y naturalistas.
Las brujas oscuras son aquellas que se dedican a conjurar en nombre de los demonios más peligrosos para el maleficio de los humanos, se les repele con plata fundida.
Las brujas escarlatas son aquellas que ofrecen sacrificios a algún demonio en general para su propio poder y beneficio, son las criaturas más sangrientas.
Nosotras somos brujas naturales o naturae, dedicadas al beneficio de los demás con ayuda de los elementos y regalos de la naturaleza, también llamadas brujas blancas, conjuran para defensa propia y de todo aquel que lo necesite, enemigas directas de las mencionadas anteriormente."
—Oh... Ya entiendo, siendo así... ¿La plata fundida también puede dañarnos?
—No. Nosotras no conjuramos en contra de Dios, pero con el hecho de ser brujas es suficiente para los cazadores, mérito suficiente para ser quemadas como leña.
Melody dio un respingo al escuchar a su hermana.
— ¿Por qué existen hombres tan malignos?
—El hombre está acostumbrado a estar a la defensiva de las cosas que no comprende, y así será por los siglos de los siglos.
—Es cierto.
—Pero no te preocupes, si Marcos y Simeone son buenos hombres, nos entenderán. —Finalizó Charlotte con una dulce sonrisa.
—Tienes razón. —Sonrió y se puso de pie, buscando un vestido adecuado para ir al mercado.
Era jueves, el mercado estaba lleno y el sol estaba en su máximo esplendor. Personas caminando de aquí para allá buscando algún insumo no muy costoso para poder alimentar a su familia y algunos en busca de artefactos para decorar sus casas, allí se encontraban Melody y Charlotte acaloradas con ajustados corpiños, buscando comida para una o dos semanas, no sabían en qué momento deberían huir, era cierto que las cosas por el momento se encontraban calmadas pero sabían que algún cazador podría acusarlas de brujas oscuras e ir directo a ser quemadas o colgadas.
— creo que moriré de calor en cualquier momento. —Dijo Charlotte con su abanico en la mano e intentando que le llegara un poco de aire.
—Concuerdo contigo. —Respondió Melody, la cual iba siendo arrastrada por su hermana.
—creo que tenemos suficiente comida, podemos marcharnos ahora. —Charlotte estaba cansada de tanto caminar, llevaban al menos medio día yendo de aquí para allá y solo quería llegar a su pequeña casa y tomar una siesta, y ya que Melody pensaba lo mismo, sin rechistar comenzó a caminar al lado de su hermana para intentar salir de la horda de personas y poder ir a su casa, una pequeña pero acogedora vivienda a las afueras de pueblo, con más contacto al bosque que al centro de la ciudad, las gemelas suspiraron en señal de resignación y emprendieron su largo camino de vuelta.
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Luminis: el origen
Fantasy"Elementa tueri potestate haec, et cognoscat mundus quia hic discutere ubi ceperunt." *** Bienvenidos. Magia, fantasía y lo más importante: la historia de las poderos...