Capitulo I

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Primera CartaEl Maquinista

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Primera Carta
El Maquinista

Querida Margaret

Te escribo para contarte la historia que te prometí, presta mucha atención y no olvides ni un solo nombre. 

Even Loren estaba acostado en su despacho en su confortable sofá-cama dejando escapar gloriosas prosas de libertad de expresión e igualdad de género de sus labios, cuando Cohen, su maquinista, ya inquietó por sus osadas palabras le exclamó:

__ Señorito, ¿Cree apropiado escribir todo eso? Quiero decir, la ley de censura prohíbe hablar de esos temas tan controversiales — ¿Por qué me interrumpes? — Le replicó Even a su maquinista.

__ ¿Acaso debo censurar mis palabras para ocultar la verdad que muchos se niegan a reconocer aunque no están ciegos para verla?

__ Mi señor, eso no... — Even lo interrumpió y le replicó nuevamente:

__ Cohen, no te traje aquí para que también cuestiones lo que mis ojos no pueden ver, pero aún así, ni siquiera yo estoy tan ciego para no entenderlo. Justo lo que digo es lo que quiero que escribas, ¿Lo entiendes?

Loren era un joven con carácter, dedicado a la escritura en cuerpo y alma; que infortunio el suyo nacer siendo invidente.

Even Loren nació en 1886, en los años dorados de la Cyber-industralización (era Ciberpunk). El mundo no estaba preparado para tantos cambios, por lo tanto, todos sufrieron un drástico enfrentamiento con la nueva realidad futurista en la que estaban. Sin embargo, a pesar de los cambios tecnológicos que estaban teniendo, la era de los cruceros flotantes, aún conservaban los mismos credos y tabúes que detenían a su avanzada sociedad dentro de un bucle del tiempo. Conservaron las mismas etiquetas y clases sociales; mismas creencias y conceptos morales. La moda se quedó estancada en la época renacentista. Las polémicas por las nuevas ideas no les permitieron continuar. Vivían con los mismos problemas de aceptación y avances pedagógicos. Una nueva era empezó muy temprano para los siete reinos de Argón (nombre del continente)

La familia Loren se volvió multimillonaria tras invertir una pequeña suma de dinero en la nueva tendencia del momento; los automóviles. Todas las familias nobles querían colecciones completas de automóviles, y no deseaban cualquier automóvil en sus colecciones, querían los de la marca Loren. La línea de automóviles de la familia Loren había ganado un alto prestigio.

El día del cumpleaños número veintitrés de Even Loren, su madre Carli Loren, cayó en la desesperación al suponer que no existía el alfa que quisiera comprometerse con semejante carga invidente como su hijo.
Entonces Carli gritó:

__ ¡¿Que vamos a hacer con él?!
Su esposo concentrado en su juego de póker, le dice:
__ ¿Me lo preguntas a mi? — Dijo él con una sonrisa en el rostro.
Carli bastante molesta se da la vuelta y le replicó:
__ ¿A quien diablos se lo estaría preguntando entonces? — señaló a su hijo con la mano derecha y dijo;
__ ¿A él? — pronunció con mucha ironía en sus palabras. Entonces, Even en medio del clímax le dice a su madre:
__ Señora, estoy ciego, no sordo, no veo el porque tiene que hablar como si no estuviera aquí.
__ ¡Even! — Exclamó ella
__ ¿Acaso no entiendes lo que esto significa para ti? Alcanzar una edad tan avanzada sin ningún pretendiente, ¡oh por los dioses! — dijo con la mano en el pecho. Even no veía la gravedad del asunto, así que le respondió:

__ No todos necesitan de un prometido para sentirse completos, Mamá; no todos son como tú.
Su madre frunció el ceño y le replicó:
__ Todos podrían decir eso menos tú, Even. Hijo, querido, una persona completa podría vivir solo por el resto de su vida si así lo prefiere, ¿no recuerdas al viejo John? Prefirió vivir tan solo con su fortuna y nada más. Pero tú,... no estarías completo ni con alguien a tu lado.
Luego de decir tales e hirientes palabras se marchó. El padre de Even, Agustín, dejó su póker y se quedó mirando hacia fuera por la ventana de su casa en silencio. Nunca había escuchado tanto ruido entre tanto silencio hasta ese día.

Segunda CartaUn Viaje Solo

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Segunda Carta
Un Viaje Solo

Querida Margaret

Te cuento lo que paso con Loren un día después de su triste cumpleaños número veintitrés.

Luego de discutir con su madre, Even decidió salir a dar un paseo solo. Su madre, Carli, le insistió varias veces llevar con él a un sirviente, pero Even sabía que no lo sugería por su seguridad, sino por su incapacidad. La idea de no poder levantarse de la cama sin tropezar y caer, lo deprimía. Todos esos años sufriendo la agonía de no poder mirar su propio reflejo en el espejo y tener que conformarse con lo que terceros decían de él, Even vivió todo eso y mucho más cada día de su vida.

No se que tan cierto sea, pero alguien una vez me dijo que las personas invidente tenían un oído muy sensible. Los oídos de Even eran como sus ojos por esa misma razón. Cada vez que salía solo, en realidad no se alejaba tanto de la casa. Se había memorizado todo el camino desde la casa hasta la estación del tren desde que era un niño. Así que era uno de los lugares más lejanos a los que podía llegar por su cuenta. Aún así, Even sabía que nunca, ni en una sola oportunidad estuvo por su cuenta realmente. Él estaba consciente de que su madre siempre mandaba a perseguirlo cada vez. Pero era confortante engañarse a sí mismo aunque sea por unos breves instantes y sentir que llegaste solo al lugar al que deseabas ir.

Even se sentaba a esperar el tren en la pequeña estación del pueblo de Lobber Lum una vez por semana, pero nunca tomaba ningún tren de los que iban y venían de la gran ciudad al campo.
Ese día, Even pensó en su efímera existencia; tan pequeñita y patética. Sentado allí se la pasaba escuchando a las personas pasar frente a él, pretendía verlos marcharse a sus hogares o regresar a ellos. ¿Quizás alguna dama le sonreía y él no era capaz de verlo? Siempre pensó en las expresiones que traían en sus rostros cada uno de ellos. Una vez, Edward, su amigo de la infancia, le leyó una historia sobre dos amantes que no podían estar juntos. La sociedad no se los permitía y debido a eso ambos ponían sus vidas al filo del abismo para estar juntos. Sin embargo, toda historia con un amor prohibido siempre terminaba en una estación de tren, donde cada uno tomaba su camino aparte y juraban olvidar todo lo que les ocurrió al conocerse, para así poder ser "felices" una vez se hayan olvidado por completo el uno del otro. Pero, ¿Qué era la felicidad realmente? — Even siempre quiso encontrar la respuesta.

Al final del día, Even siempre se ponía de pie y tomaba su camino de regreso a casa... Justo como cada semana de cada mes de cada año. Su vida era el círculo más estrecho de todos. Todos nosotros vivimos dando vueltas dentro de un enorme círculo que siempre nos lleva al mismo lugar de donde empezamos a movernos, pero Even parecía dar vueltas dentro de una pecera que no se hace más grande ni más pequeña. Aquel día no se fue a su casa a las 4:30 PM como de costumbre. Se quedó mirando al cielo como si realmente pudiera ver el hermoso atardecer en el lejano horizonte. Aquella tarde todos pasaban sin detenerse ni percatarse de la existencia de Even como todas las semanas. Sin embargo, alguien se sentó a su lado esa tarde de otoño, algo que nunca antes había sucedido. Esta persona misteriosa incluso se animó a hablarle, y le dijo:

__ Febrero 13, estuviste aquí aunque estaba lloviendo, en marzo 22 también estuviste aquí desde la mañana hasta la tarde sin abordar ningún tren. Al parecer vienes aquí cada semana sin falta, pero ¿por qué? ... — lo miró de costado y le dijo:

__ ¿Andas en busca de una aventura?

Pensar que nadie lo notaba fue un gran error, y así fue como aquella tarde de otoño Even Loren conoció a Albert.

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